En este domingo IV de cuaresma las lecturas nos hablan de cómo la misericordia de Dios se manifiesta en la generosa entrega del Verbo encarnado para nuestra salvación.
Pero tengamos en cuenta que siempre Dios respeta la libertad humana y de nosotros dependerá aprovechar el tesoro que Dios nos ofrece.
- Segundo libro de las Crónicas
Nos ofrece un breve
resumen de las maldades de los jefes y del pueblo de Israel.
La misericordia de
Dios va enviando mensajeros para advertirles el posible castigo, pero ellos se
burlan de esos mensajeros de Dios.
Dios envía a los
caldeos que destruyen e incendian todo en Jerusalén, incluido el templo de Dios
y se llevan al pueblo deportado y cautivo, como esclavos, a Babilonia.
Dios misericordioso
hace que se cumpla, de manera inesperada, la profecía de Jeremías y el rey Ciro
da este decreto:
«El Señor, el Dios
de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que
le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca
a su pueblo ¡sea su Dios con él y suba!»
De esta manera
Israel recupera la libertad y vuelve a Jerusalén para reconstruir el templo.
Como no todos
vuelven, al grupo que regresa a Israel se le llama «el resto» que ha sido
purificado durante los setenta años del destierro.
Admirable e inesperada providencia del Dios bueno.
- Salmo 136
Los judíos lloran
su destierro en Babilonia:
«Junto a los
canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sion. En los sauces
de sus orillas colgábamos nuestras cítaras», pero estaban muy
tristes para cantar en el destierro:
«¿Cómo cantar el cántico del Señor en tierra extraña?»
- San Pablo
Dios, solo por su
misericordia infinita, nos ha salvado y nos ha hecho vivir por medio de Cristo:
«Estáis salvados
por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de
Dios y tampoco se debe a las obras para que nadie pueda presumir.
Somos obra suya.
Nos ha creado en Cristo Jesús para que nos dediquemos a las obras buenas».
Tengamos en cuenta que estamos salvados «por la gracia y mediante la fe».
- Verso de aclamación
«Todo el que cree
en Él tiene vida eterna».
Solo en Jesús tenemos la vida después de la vida y todo porque Dios nos ha amado tanto «que entregó a su Hijo único».
- Evangelio
Cuando Moisés elevó
la serpiente para librar de la muerte a los mordidos por las serpientes; es
decir, para devolver la vida humana, vemos en ello, como en profecía, la muerte
de Jesús en la cruz, para devolvernos la vida divina.
¿Quién podrá medir
el amor de Dios y cuál es el motivo de ese amor?
Solo Dios que nos
creó pudo arriesgar tanto: ¡enviar a su Hijo!
Creer en Cristo
asegura la eternidad con Dios.
Cada uno escoge: o
con Cristo y en Él la salvación, o sin Cristo y… «el que no cree ya está
juzgado porque no ha creído en el nombre único del Hijo de Dios».
El juicio es muy
simple: Dios envió a su Hijo. Él es la luz.
Los que obran mal
detestan la luz y se quedan sin ella, en tinieblas.
Amigos, Dios no
puede hacer más. Nos dio la luz, la salvación, el cielo; es decir, a su Hijo.
Al hombre le queda siempre
la libertad para escoger la luz o la oscuridad, el cielo o el castigo eterno.
José Ignacio
Alemany Grau, obispo