25 de junio de 2023

CONFIARÉ Y NO TEMERÉ

La actualidad de la Palabra de Dios es una realidad que la Iglesia nos repite con frecuencia.

En este DOMINGO XII del tiempo
ordinario tenemos mucho que aprender:
Jeremías nos habla del sufrimiento del
futuro Mesías y cómo triunfó por su
confianza en Dios. San Pablo, por su parte,
nos habla de la eficacia del sacrificio de
Cristo que nos libró del pecado que
heredamos de Adán. Finalmente, el Evangelio nos pedirá que por encima de todo seamos valientes y decididos
defensores de nuestra fe en Jesucristo.
  • Jeremías

El profeta Jeremías nos presenta, en profecía, la actitud del Redentor con unas palabras que impresionan:

«Mis amigos acechaban mi traspié: “a ver si se deja seducir y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él”».

Frente a esa actitud de los malvados, el siervo del Señor siente la seguridad de la presencia de Dios que le fortalece y le asegura que nunca sus enemigos triunfarán sobre él. Su mensaje se vuelve oración: «Señor de los ejércitos que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón: que yo vea la venganza que tomas de ellos porque a ti encomendé mi causa».

Y, finalmente, nos invita a cantar y alabar al Señor que siempre ayuda y da su apoyo al pobre que clama a Él:

«Cantad al Señor, alabad su nombre. Él libró la vida del pobre de manos del impío».

Aprendamos de Jeremías a confiar en el Señor en medio de las mayores dificultades.

  • Salmo 68

Es el salmo que nos invita a la confianza de Dios en medio de las dificultades graves que podemos encontrar en la vida («soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre»). Y todo porque confía en el Señor:

«Mi oración se dirige a ti, Dios mío… Que me escuche tu gran bondad. Que tu fidelidad me ayude…

Miradlo los humildes y alegraos, buscad al Señor y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres… Alábenlo el cielo y la tierra».

  • San Pablo

En la Carta a los romanos nos hace un resumen importante de lo que fue el pecado de Adán y la salvación de Jesucristo.

Cuando Adán pecó, como cabeza de la humanidad, nos hizo a todos pecadores. Por culpa de un solo hombre todos pecamos. En cambio, cuando viene Jesucristo, nuestro Redentor, todo se transforma:

«No hay proporción entre el delito (de Adán) y el don (de Jesús): “si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud”».

Es importante que nosotros tomemos conciencia tanto del pecado original con que venimos al mundo como, sobre todo, de la gracia de Dios que nos mereció Jesucristo y que recibimos en el santo bautismo.

  • Verso aleluyático

Nos invita a pensar en la obligación que tenemos los que hemos conocido a Jesucristo y hemos sido salvados por Él, de ser testigos de su palabra y de su vida:

«El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí y también vosotros daréis testimonio».

  • Evangelio

Jesús en este día nos advierte:

«No tengáis miedo a los hombres».

Y nos invita a ser testigos de su Palabra: «No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma».

Es preciso tomar conciencia de la hermosa dualidad con que Dios nos ha creado a cada uno de nosotros. Aunque sabemos que somos cuerpo y alma, siempre nos da mucho más miedo lo que puede poner en peligro al cuerpo.

Jesús nos invita a la confianza a pesar de todos los problemas, presentándonos el ejemplo de los pajaritos que, aunque se venden por unos centavos, «ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre».

Llega, incluso, Jesús al detalle de afirmar: «hasta los cabellos de vuestra cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo. No hay comparación entre vosotros y los gorriones».

Finalmente, y como resumen del bello tema de la liturgia de hoy, Jesús nos advierte y promete:

«Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo


17 de junio de 2023

SOBRE ALAS DE ÁGUILA

La salvación es regalo de Dios y lo que Él te pide como recompensa es que compartas la salvación que Él te regala como advertirá Jesús en el Evangelio de hoy.

Dios quiere a todos los seres humanos y quiere que seamos instrumentos de salvación los unos con los otros.

  •  Éxodo

Dice el Señor:

«Ya habéis visto… cómo os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí».

De una manera muy poética el Señor nos advierte que Él actúa como un águila real que enseña a volar a los polluelos para que realicen la misión propia de su naturaleza.

Dios ama a su pueblo y le ofrece lo más grande que puede darle: hacer alianza con Dios y convertirse en propiedad personal de Dios.

¡Un amor personal entre Dios y su pueblo!

La liturgia quiere que hoy nos veamos personalizados y haciendo alianza con nuestro Creador. Dios y tú en alianza definitiva.

Esto es posible gracias a Jesús, si concretamos nuestra respuesta en la misión confiada por Él:

«Como el Padre me envío así os envío yo».

  • Salmo 99

Nos habla de nuestra relación con Dios. Respondemos con alabanza y gratitud porque

«El Señor es Dios. Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño».

Podemos cantar y glorificarlo porque es siempre fiel:

«Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría. Entrad en su presencia con vítores… El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades».

  • San Pablo

La prueba de que Dios nos ha amado es que «siendo todavía nosotros pecadores murió por nosotros».

Sabemos que uno se sacrifica por personas buenas. Pero este amor con nosotros cuando éramos malos y pecadores es algo extraño.

Jesús nos reconcilió con Dios por su muerte. Ahora, purificados por la sangre de Cristo, «seremos salvados por su vida».

¡Qué maravilloso es este plan de salvación!

Piensa estos pasos:

Eres pecador, pero Jesús te ha reconciliado con Dios por su muerte. Ahora debe quedar claro para ti saber y agradecer que la vida de Cristo es tu salvación, en esperanza, ya que tú debes responsabilizarte de la oportunidad que te ha dado Él al ofrecerte su vida como rescate.

  • Verso aleluyático

Nos recuerda los pasos que tenemos que dar para aprovechar la salvación que Jesús nos ofrece:

«El reino de Dios está cerca de ti». Cambia de vida, no cualquier cambio, sino una metanoia, un cambio radical y luego empieza a actuar según el plan de Dios.

Vive según el Evangelio.

  • Evangelio

«La mies es mucha»: son millones los seres humanos que no conocen a Jesús y muy pocos los que evangelizan enseñando el Evangelio de Jesucristo.

Jesús quiere que todo bautizado sea misionero:

«Como el Padre me envío os envío yo a vosotros».

A continuación, presenta el Evangelio la lista de los doce primeros misioneros, los apóstoles, las columnas de la Iglesia.

Todos valientes que evangelizaron el mundo entonces conocido hasta entregar su vida en el martirio.

El anuncio debe ser siempre el mismo: «El reino de Dios está cerca».

Eso es una gracia (es decir, don gratuito) y hay que recibirla como don y repartirla también como regalo:

«Lo que habéis recibido gratis dadlo gratis».

Que este domingo nos haga a todos misioneros comprometidos, con el plan de salvación que Dios ha dejado a su Iglesia.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

10 de junio de 2023

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

 


Creo que, de una manera u otra, todos hemos esperado con ilusión, pequeños y grandes, esta fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Recordamos las alfombras de flores, los arcos, los altares, el aroma del incienso y, sobre todo, saber que Jesús, saliendo del silencio del Sagrario, recorre nuestras calles para visitarnos y bendecirnos.

Sería muy bueno que no tengamos que decir que Jesús sale a vernos porque nosotros no lo visitamos.

  •  Deuteronomio

Nos presenta las figuras que en el Antiguo Testamento predicen, de una u otra forma, la Eucaristía.

Hoy nos dice Moisés cómo el pueblo de Israel, en el desierto, recibió milagrosamente el maná como pan y el agua que salió de la roca como milagro de Dios.

También se refiere Moisés a la Palabra de Dios:

«Te afligió haciéndote pasar hambre y después te alimentó con el maná que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no solo vive el hombre de pan sino de todo cuanto sale de la boca de Dios».

Y termina diciéndonos:

«No te olvides… que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres».

De esta manera, en cierto sentido, tenemos una imagen de lo que un día será la santa misa:

En primer lugar, la Palabra de Dios más importante que el pan y, después, la Eucaristía bajo el símbolo del maná y el agua que brotó de la roca. Similar al episodio de Elías que desesperanzado y dormido en el desierto recibió el pan caliente y el agua que le ofreció el ángel del Señor.

  • San Pablo

El apóstol nos habla de la unidad del Cuerpo de Cristo:

«El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?»

Tengamos presente que siempre debemos vivir en el amor de un solo cuerpo: todos hermanos.

En este brevísimo párrafo de hoy San Pablo insiste en la misma idea:

«El pan es uno y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo porque comemos todos del mismo pan».

La caridad debe ser el gran distintivo entre nosotros, como nos pidió Jesús, ya que la Eucaristía es signo de unidad y la comemos todos cuantos pertenecemos a Cristo.

  • Salmo 147

En este día del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo la liturgia nos invita a glorificar a Dios por tantos dones maravillosos que nos ha regalado, sobre todo los que encierra el gran don del misterio eucarístico:

«Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sion, que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti…

Con ninguna nación obró así ni les dio a conocer sus mandatos».

  • Evangelio

Aunque San Juan no narra la institución de la Eucaristía, nos ha dejado en el capítulo 6 el significado del gran misterio eucarístico. El párrafo de hoy recoge estas palabras importantes de Jesús:

«Mi carne es comida y mi sangre bebida… El que come este pan vivirá para siempre».

No es extraño que los oyentes dijeran a Jesús en público:

«¿Cómo puede darnos este a comer su carne?»

Sabemos que Jesucristo no quiso dar explicaciones que restaran nada a la verdad de este don, sino que más bien lo reafirmó. Para nosotros también, cuando nos asalte la misma duda o pregunta, sepamos que la presencia eucarística de Jesús es sustancial; es decir, no está físicamente su cuerpo, sino como nos decía el Papa Benedicto XVI, se trata de su presencia metafísica.

Lo más importante es que aprovechemos el don de este sacramento recordando estas palabras de Jesús:

«El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él».

Al recibir la Eucaristía estamos habitados por Jesús.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

4 de junio de 2023

LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Aunque todos los días la liturgia nos enseña a invocar de distintas maneras a la Santísima Trinidad, hay un domingo especial dedicado expresamente a este misterio, el más grande del cristianismo.

La fe nos enseña que hay un solo Dios. Es único porque tiene una sola naturaleza, pero no es solitario.

La única naturaleza divina la tienen por igual y toda entera tres Personas distintas.

La llamamos «Trinidad» porque son tres Personas y «Santísima» porque su naturaleza tiene una santidad infinita:

¡Dios es Santo! ¡El Santo!

  • Éxodo

Nos presenta la definición que Dios dio de sí mismo a Moisés: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad».

Moisés en el Sinaí aprovecha la oportunidad para pedirle a Dios que no abandone al pueblo de Israel «aunque es un pueblo de dura cerviz. Perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».

Nunca terminaremos de comprender el amor que Moisés tuvo al pueblo de Israel, a pesar de los muy difíciles momentos que le hizo pasar a él.

  • Salmo de Daniel

Nos invita a glorificar a Dios.

Sería bueno que nosotros hiciéramos nuestra propia alabanza poniendo situaciones y momentos difíciles de nuestra vida y repitiendo, después de cada uno de ellos, estas palabras:

«A ti gloria y alabanza por los siglos».

  • San Pablo

Es el final de la segunda Carta a los Corintios y, este breve párrafo, tiene dos partes:

(1) «Alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos. Tened un mismo sentir y vivid en paz».

¡Qué hermoso consejo para tomarlo en serio en la familia!

(2) La frase tan conocida por nosotros, que repetimos al comienzo de la santa misa y que se ha convertido en el saludo sacerdotal:

«La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos nosotros».

  • Verso aleluyático

Qué sencilla y qué profunda manera de educarnos la Iglesia y enseñarnos a rezar a la Santísima Trinidad, en el misterio más maravilloso de tres Personas en un solo Dios:

«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo».

Así la Iglesia nos invita a repetir estas palabras al santiguarnos, y también en distintos momentos del día, para honrar al Dios santo «que es, que era y que viene».

  • Evangelio

En el Evangelio San Juan nos habla del don maravilloso que ha hecho Dios a la humanidad entregándonos a su propio Hijo como Salvador, no para juzgar sino para salvar al mundo; por eso, la luz del Espíritu Santo nos enseñará a aceptar que «el que cree en Jesús no será juzgado, en cambio, el que no cree no hará falta que se le juzgue porque él mismo se condena al no aceptar el nombre del Hijo único de Dios».

Por eso es una maldad echar las culpas a Dios diciendo que es malo porque condena. Ahí tenemos la respuesta: Dios es amor y quiere que todos nos salvemos, pero si nosotros no queremos aceptar a Jesucristo que es el don, nosotros mismos nos condenamos.

Terminemos agradeciendo a la Santísima Trinidad la salvación que nos ha dado en Cristo Jesús.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo