25 de febrero de 2023

DE LLENO EN LA CUARESMA DOMINGO I DE CUARESMA

 En este día vamos a tener una reflexión especial que nos centre en la cuaresma

Hoy es el primer domingo de cuaresma, aunque propiamente empezamos este tiempo el pasado miércoles con la imposición de la ceniza.

 

¿Por qué la cuaresma dura cuarenta días?


Empezó por una semana, se prolongó luego hasta sesenta y un días y en 1970, después del Concilio, la liturgia lo redujo a cuarenta días.

Hay unos motivos especiales en el Antiguo Testamento y en la vida de Jesús para introducirnos en la cuaresma. Veamos:

+ Ante todo recordamos los cuarenta años que el pueblo de Israel estuvo por el desierto sufriendo antes de entrar en la tierra prometida.

+ Otro motivo es recordar los cuarenta días que Moisés estuvo en el Sinaí sin comer ni beber para recibir la ley del Señor.

+ Recordamos también a Elías que tuvo que huir de los reyes de Israel, sobre todo de la reina Jezabel, esposa de Ajab, que lo buscaban para matarlo y él huyó hacia el monte Horeb para pedir a Dios el fin de su ministerio profético.

Es interesante el hecho de que cuando Elías se echó al suelo con desaliento Dios le envió un ángel que le dio agua y pan caliente y con la fuerza de ese alimento (símbolo de la Eucaristía) tuvo fuerzas para caminar cuarenta días y noches hasta la cumbre del Horeb.

+ Pero, sobre todo, tenemos los cuarenta días que, según el Evangelio, estuvo Jesús en el desierto en oración y profundo sacrificio y, «después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre».

Es entonces cuando Satanás le presenta las tres famosas tentaciones que astutamente apoya con la Biblia:

La primera es una invitación a la gula, que es el apetito desordenado de comer y beber:

«Si eres el hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en panes».

La respuesta valiente de Jesús es también un texto bíblico, pero bien orientado:

«No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

La segunda tentación es la del «poder» y «tener» que son las ansias frecuentes de la humanidad:

«Lo llevó a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: “Si eres el Hijo de Dios tírate abajo porque está escrito: ‘Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tus pies no tropiecen con las piedras’”».

Como ya nos vamos dando cuenta, las tentaciones no son pecado. El pecado es dejarse llevar por ellas.

A esta segunda tentación Jesús contesta:

«No tentarás al Señor, tu Dios».

Finalmente, el mentiroso Satanás lleva a Jesús a una montaña altísima y mostrándole los reinos del mundo y su gloria le dijo:

«Todo esto te daré si te postras y me adoras».

Jesús termina diciéndole:

«Vete Satanás porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto”»

De esta manera termina todo y los ángeles de Dios se acercan a servir a Jesús.

Por nuestra parte, amigos, tengamos en cuenta que no es prudente buscar las tentaciones, pero sí aceptarlas con paz y en oración cuando se presenten.

Con la fe mantengámonos siempre en la serenidad que nos enseña Jesús en este momento de preparación a su vida apostólica.

Tengamos en cuenta que la Palabra de Dios hay que leerla y vivirla con la serenidad de Jesús y no como pueden hacer otras personas adaptando la Biblia a sus intereses personales, algo así como hizo en las tentaciones Satanás en el desierto con Jesús.

 

Terminamos con estas palabras del Papa Francisco en su mensaje para la cuaresma de este año. Emprendamos el camino por la cuaresma a la Pascua de Jesús:

«En la noche de Pascua reviviremos el sugestivo rito de encender el cirio pascual: la luz que proviene del fuego nuevo, poco a poco, disipará la oscuridad e iluminará la asamblea litúrgica. “Que la luz de Cristo resucitado y glorioso disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu” para que todos podamos vivir la misma experiencia de los discípulos de Emaús: Después de escuchar la Palabra del Señor y de alimentarnos con el pan eucarístico nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y caridad».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

19 de febrero de 2023

¿SER SANTO ESTÁ PASADO DE MODA?


Hablar de la santidad en la vida diaria –entre católicos- para unos es maravilloso, a otros, en cambio, les parece ridículo.

¿Quién tiene la razón?

  • Levítico

Tres cosas importantes, pide Dios a Moisés en la asamblea de los hijos de Israel:

+ Mandato de Dios bien claro:

«Seréis santos porque yo, el Señor, soy santo».

El motivo es maravilloso: nuestro Creador quiere que seamos como Él. Por esto nos quiere santos.

En las cosas de la vida ordinaria procuremos parecernos a Dios. Esto no solo es posible, sino que es una gozosa realidad.

Dios no nos quiere lejos, nos quiere con Él.

+ Reprenderás al otro y no lo odies porque te cae mal lo que hace, porque no te gusta o porque ves que va contra Dios.

+ No guardes rencor sino más bien «amarás a tu prójimo como a ti mismo».

 Todo esto lo confirma el mismo Dios con estas palabras:

«Yo soy el Señor».

  •  Salmo 102

El salmista nos invita a alabar a Dios que es compasivo y misericordioso.

Podemos contar siempre con Él.

Él nos perdona y aleja nuestros delitos con su bondad.

Dios tiene ternura por sus fieles como un buen Padre tiene ternura con sus hijos.

De esta manera Dios tiene que ser modelo de todos los humanos, porque Él es nuestro Creador y nos asegura su cariño de Padre.

  • San Pablo

Según el apóstol somos templo de Dios.

El Espíritu, que es Dios como el Padre y el Hijo, habita en nuestro interior como en un templo.

Meditemos:

«¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?»

«Yo soy yo, pero no soy mío» (Papa Benedicto).

Qué maravillosa realidad. Si yo soy templo de Dios es que soy suyo y no me pertenezco. Esa es mi grandeza.

San Pablo nos asegura que tenemos un regalo inesperado: somos de Dios y esa es nuestra grandeza:

«Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios».

  • Verso aleluyático

En guardar la Palabra de Cristo consiste la perfección, ya que esa Palabra es Cristo mismo y Él es Dios como el Padre y el Espíritu Santo.

Por eso gocemos pensando:

«Quien guarda la Palabra de Cristo, ciertamente el amor de Dios ha llegado en Él a su plenitud».

  • Evangelio

Continuamos hoy el «sermón de la montaña» y en él leemos unas palabras que nos permiten entender mejor el pedido de Dios a Moisés, de la primera lectura:

¿Cómo ser santo?

Jesús nos lo explica de una manera sencilla: Dios es bueno con todos y hace salir el sol sin diferencias para buenos y malos.

También envía la lluvia al justo y al pecador.

Aprende: tú serás un poco como Él si amas a tus enemigos y rezas por los que te persiguen y maltratan.

No tenemos que hacer cosas muy grandes o imposibles; en lo sencillo de cada día has de encontrar la santidad.

Por eso la conclusión del Evangelio es maravillosa y posible:

Tú puedes ser perfecto como el Padre que está en los cielos.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

11 de febrero de 2023

JESÚS ENCAUZA LA FE HACIA EL AMOR

Hablamos de las exigencias de la ley que nos ha dado Dios como fruto de su amor y para felicidad del hombre. Esta ley llega a su plenitud con Jesús en el Nuevo Testamento.

  • Eclesiástico

Los versículos 14 y 15 del capítulo 15 (que no recoge la lectura de hoy) son muy importantes.

El Eclesiástico enseña que «al principio Él creó al hombre y lo dejó en poder de su propio albedrío». Es decir, le dio a escoger libremente… y lo aclara en el versículo 15:

«Si quieres guardarás los mandamientos del Señor y permanecerás fiel a su voluntad».

A continuación, en los versículos de hoy, aclara todas las posibilidades que tenemos para escoger entre el bien, la vida y la muerte:

«Delante del hombre están muerte y vida, le darán lo que él escoja».

Termina aclarando que en el plan de Dios «a nadie se le obligó a ser impío, a nadie dio permiso para pecar».

  • Salmo 118

En este salmo, el más extenso de todos que trata de la bondad de la Ley del Señor, nos habla de la felicidad de quien hace la voluntad de Dios:

«Dichoso el que con vida intachable camina en la voluntad del Señor. Dichoso el que guardando sus preceptos lo busca de todo corazón...

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes y lo seguiré puntualmente. Enséñame a cumplir tu voluntad».

  • San Pablo

El apóstol nos asegura que sus enseñanzas no se apoyan en la sabiduría humana, sino en la que viene del Espíritu Santo para que la fe de los Corintios no tenga su apoyo en la sabiduría de hombres, sino en la sabiduría de Dios.

Se trata de una «sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos».

Según San Pablo, no la conocieron los hombres y por eso no pudieron descubrir a Jesús y lo mataron.

Nosotros conocemos esta sabiduría por revelación del Espíritu que la concedió al hombre para que participara en la gloria de Dios.

  • Verso aleluyático

Alabemos, con Jesús, la sabiduría de Dios que Él ha revelado a los sencillos:

«Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra porque has revelado los secretos del reino a la gente sencilla».

  • Evangelio

Continuando lo que llamamos el «Sermón de la montaña», San Mateo nos va a ir presentando la diferencia de la ley del Antiguo Testamento con la ley del Nuevo Testamento, es decir, la «Ley del amor».

Les invito a leer con tranquilidad el largo capítulo de hoy (Mt 5,17-37) y a sacar, ustedes mismos, las conclusiones y verán cómo Jesús lleva a la perfección los mandamientos antiguos.

El mismo Jesús recalca varias veces:

«Oyeron que se dijo… pero yo les digo».

Es su autoridad divina sobre la ley de Moisés.

Tenemos, entre otros, el ejemplo siguiente:

«Habéis oído que se dijo a los antiguos: “no matarás y el que mate será procesado” …, pero yo os digo».

Y a continuación nos explica que no solo es pecado el aborto, la eutanasia, matarse unos a otros en la guerra… sino que, además, el tratar mal al hermano se convierte en pecado grave. En este sentido, nos dice Jesús:

«Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano y entonces vuelve a presentar tu ofrenda».

De esta manera queda claro que la caridad regula, según Jesús, todos los mandamientos.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

4 de febrero de 2023

LA VIDA DE DIOS ES LA LUZ DE LOS HOMBRES

 


Quizá una de las cosas que más amamos todos es la luz.

El verla y gozarla nos mantiene, incluso, la vida en este mundo ya que sin ella solo habría soledad y muerte.

Por esto mismo, de distintas formas, la revelación nos repite las grandes manifestaciones de la luz en las que vemos reflejada la divinidad y también la vida humana y cuanto la hace posible.

  •  Isaías

Nos invita a compartir con los necesitados. El que comparte con los demás será como una luz en el mundo:

«Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que ves desnudo… Entonces romperá tu luz como la aurora».

Y un poco más adelante, añade el mismo profeta: «Cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía».

Nuestra conclusión es clara: quien vive las obras de misericordia se convierte en luz para sí mismo y para los demás.

  • Salmo 111

El justo es como una luz entre las tinieblas del mundo: «En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo».

A continuación, el salmo va definiendo la vida de claridad del justo y cómo, ante los demás, se convierte en bienestar y paz para todos.

  • San Pablo

Quiere el apóstol que quede claro que el Evangelio que anuncia no es sabiduría humana. Se trata más bien de la sabiduría de Dios porque anuncia a Jesucristo y este crucificado, humillado por los hombres.

Por esto mismo, Pablo al anunciar el Evangelio lo hace presentándose «débil y temblando de miedo» porque lo que anuncia él no es sabiduría humana, sino el poder del Espíritu. De esta manera los oyentes no se apoyan en sabiduría de hombres sino en el poder de Dios.

Esta es la forma de evangelizar para todo apóstol que quiera imitar a Jesucristo y a sus apóstoles, entre los cuales destaca San Pablo.

  • Verso aleluyático

Es Jesús mismo quien nos hace su propia definición, presentándose como luz para que podamos seguirlo también nosotros:

«Yo soy la luz del mundo. El que me sigue tendrá la luz de la vida».

Esto será, precisamente, lo que nos pida el Evangelio de hoy: siguiendo a Jesús podremos compartir la luz y la vida.

  • Evangelio

Dos cosas pide Jesús, hoy a sus discípulos:

+ Primero, que sea sal. La sal tiene la propiedad de dar sabor a la comida y de no permitir que se corrompan los alimentos.

Jesús advierte que, si esta sal pierde lo esencial de ella, no sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

+ A continuación, Jesús les habla de esta comparación que venimos comentando: la luz y el apostolado: «Vosotros sois la luz del mundo».

Jesús compara al apóstol con una ciudad colocada sobre el monte, que no puede dejar de ser vista por todos. Si los apóstoles tienen que ser luz para el mundo han de tener también en cuenta que, cuando se enciende una lámpara, no es para ocultarla debajo de la cama, sino para ponerla en el candelero a fin de que ilumine toda la estancia.

Finalmente, Jesucristo nos hace una advertencia importante:

El alumbrar, el dar luz, no es para que la gente nos admire a nosotros, sino que al ver nuestras obras y oír nuestras palabras se vuelvan hacia el Padre que está en los cielos y lo glorifiquen.

No se trata, pues, de orgullo o «autobombo», sino de poner en alto la Palabra de Dios para que Él sea conocido y glorificado.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo