27 de noviembre de 2021

HE AQUÍ QUE VENGO PRESTO

 Hoy empieza el Adviento.

Es interesante fijarse en que los tres ciclos comienzan presentando el nuevo año con el mismo pensamiento con el que terminaron el anterior.

Lucas, que es nuestro compañero para el ciclo C, comienza incluso con parte del mismo capítulo con que terminó el año litúrgico.

Sin duda, quiere enseñarnos la liturgia que se trata de la misma verdad y del mismo Señor y que siempre debemos pensar que el Señor vendrá y que nadie sabrá cuándo será eso.

Es preciso estar preparados.

Estos domingos de adviento nos hablarán de las distintas venidas del Señor Jesús, especialmente la Navidad.


Debemos concluir que Dios viene siempre y que la salvación se hace de venidas y encuentros, hasta que llegue el definitivo:

Él viene en el bautismo, en la eucaristía, en cada pobre, en la comunidad que ora. En todo el que nos necesita se esconde Jesús… hasta que al fin lo veamos.

Pronto meditaremos en la primera venida de Jesús, la Navidad.

  • Jeremías

El profeta anuncia claramente que llegará el Salvador:

“Suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra”.

Con el enviado de Dios llegará la paz y la tranquilidad por las que siempre suspiramos.

¡Paz y justicia!

Es el grito de los hombres y mujeres de todos los tiempos.

  • Salmo 24

Se trata de un largo salmo con veintidós versículos, en los que el salmista canta a Dios expresando su petición y su confianza. Es un salmo de uso litúrgico que empieza y termina de una manera similar:

“A ti, Señor, levanto mi alma. Dios mío, en ti confío. No quedaré yo defraudado… Los que esperan en ti no quedan defraudados”.

El salmo termina de esta manera:

“Salva, oh Dios a Israel, de todos sus peligros”.

El resto del salmo es una oración como la que nos presenta hoy la liturgia.

  • San Pablo

El apóstol invita a los tesalonicenses a llenarse “del amor mutuo y del amor a todos”, como han aprendido de él.

Refiriéndose al Señor que vendrá, dice que “cuando Jesús vuelva acompañado de todos los santos”, estén preparados, “santos e irreprensibles ante Dios”.

Esta es, posiblemente, la parte central de la enseñanza litúrgica de este primer domingo de adviento:

“El Señor vendrá. Estemos preparados y santos”.

¿Y cómo podemos prepararnos?

Siguiendo el ejemplo y las enseñanzas que pide Pablo a los tesalonicenses y que nosotros tenemos en las cartas del apóstol:

“Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús”.

  • Verso aleluyático

Pedimos en él al Señor que nos muestre su misericordia y nos dé la salvación que necesitamos para cada día y, en especial, para este tiempo de adviento:

“Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”.

  • Evangelio

Es parte del último capítulo que nos presentó San Lucas al despedirse del año anterior.

Lo importante es que se trata del mismo Señor que vino y vendrá; y del pedido que nos repite el evangelista:

“Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre”.

Esperemos a Dios con un corazón puro, que le agrade, y nos ayude a continuar en el camino del reino que vamos a meditar pronto con este adviento de Jesús en Belén.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

20 de noviembre de 2021

VIVA CRISTO REY

  • Yo soy rey

Pilato representa todo el poder de Roma en Israel y hoy los responsables del pueblo de Israel le llevan a Jesús para que le condene a muerte.

Pilato, después de oír a sus acusadores, hace esta pregunta a Jesús:

“¿Entonces tú eres rey?”.

Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy rey”.

Si lo hubiera tomado en serio, Pilato debía condenarlo por hacerse rey sin el apoyo de Roma. Sin embargo, continúa dialogando con Jesús y con los que lo habían traído para que lo condenara a muerte.

San Juan hace ver en su evangelio la tensión que vive Pilato porque se da cuenta de la inocencia de Jesús y de la envidia de los sumos sacerdotes que quieren acabar con Él porque les hace sombra.

Al final, mientras se lava las manos, Pilato condena a muerte a Jesús.

Esa tensión continuará porque sobre la cruz de Cristo se lee la sentencia de muerte: “Jesús nazareno rey de los judíos”.

Los judíos protestan y le dicen a Pilato: “No escribas ‘rey de los judíos’ sino  ‘éste ha dicho soy el rey de los judíos’”.

Pero Pilato reafirma la sentencia con su autoridad imperial:

“Lo escrito, escrito está”.

  • Viva Cristo Rey

En estos días estamos recordando, de una manera especial, a los mártires de Paracuellos (un pueblecito cerca de Madrid, España).

Unas cinco mil personas martirizadas por odio a la fe.

Las llevaron de distintos puntos de la ciudad, por temor de que fueran liberadas, con el fin de matarlos a todos, como así lo hicieron.

Todos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!” y perdonando a los asesinos.

Era el eco del Calvario:

“¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!”.

Ya son 143 de este grupo los que han sido declarados beatos por la Iglesia y hay una larga lista en espera porque cada uno de ellos tiene que obtener la certificación  debida.

Así ha sucedido miles de veces a través de la historia humana.

En España, en concreto, ya se han beatificado o canonizado dos mil cuarenta y cinco de los años 1936 a 1939.

Los que quisieron acabar con Cristo han terminado humillados y volverán a serlo porque vienen con todo el ímpetu de su orgullo.

Los mártires, en cambio, han vencido por la fuerza de la resurrección de Jesús. Su triunfo nos asegura el nuestro.

La imponente cruz de Paracuellos que se ve desde kilómetros de distancia, nos recuerda el monte Calvario con el letrero que Pilato hizo colocar sobre la cruz, porque de la muerte ha surgido la resurrección y la esperanza:

¡Jesús es rey¡

La cruz divide a la humanidad. Jesús lo predijo: “O conmigo o contra mí”.

  •  Daniel

La lectura del profeta Daniel nos enseña esto:

“Muchos que duermen en el polvo despertarán, unos para vida eterna y otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento y los que enseñaron a muchos la justicia como las estrellas por toda la eternidad”.

Sobre el fin del mundo hemos venido hablando y seguiremos acompañados por la liturgia hasta que comience el nuevo año con el Adviento.

  • Apocalipsis

A este título de Cristo Rey el Apocalipsis añade hoy “Testigo fiel” y “Primogénito de entre los muertos”; más aún, “Príncipe de los reyes de la tierra”.

Gracias a Jesucristo “que nos ha librado de nuestros pecados con su sangre” y nos ha hecho también a nosotros un reino para Dios, su Padre.

Qué hermoso:

Jesucristo es el Príncipe de todos los reyes y, con su muerte y resurrección, nos hace también a nosotros reyes para Dios en la eternidad.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

13 de noviembre de 2021

PERO… VENDRÁ CON GLORIA

Ahora sí, amigos todos, estamos al final del año litúrgico, domingo XXXIII del tiempo ordinario.

Nos queda la fiesta de Cristo Rey y después empieza el Adviento que la Iglesia empleará para poner a nuestra reflexión la vida de Cristo que cada año nos lleva de la espera del Mesías hasta la Parusía, venida de Cristo glorioso.

Cada año lo emplea la Iglesia para ayudarnos a imitar a Jesús, caminando a la perfección. Cada año más cerca de Él.

Hoy, en el verso aleluyático, la liturgia nos pide tomar en serio el juicio final y pedir a Dios la gracia de permanecer “en pie”, durante el juicio de Dios a toda la humanidad.

  • Daniel

Empleando un estilo apocalíptico, propio del profeta Daniel, nos habla del final de los tiempos y cómo los fieles al Señor “despertarán para la vida eterna” y los impíos, en cambio, “para ignominia perpetua”.

Que nuestra fe sincera recuerde siempre las palabras que repetimos en el Credo:

“Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos”.

Tomemos en serio nuestra fe, fiándonos de Dios.

  • Salmo 15

Nos invita a gozar en el Señor que es nuestro tesoro y nuestra herencia eterna.

Meditemos el regalo que Dios tiene para nosotros, que es Él mismo, que se ha hecho nuestro regalo eterno y nuestra heredad:

“El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad… Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.

Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas y mi carne descansa esperanzada”.

  • Carta a los hebreos

La carta vuelve a expresar la grandeza del sacerdocio de Jesucristo.

El hombre siempre se ha sentido pecador y busca toda clase de cosas para aplacar la “cólera de Dios”.

En realidad ninguna ofrenda valía para nada, porque no hay nada en este mundo limitado que pueda aplacar a Dios infinito.

Por puro amor el Verbo se hizo carne y ofreció esa “carne”, su cuerpo, como un sacrificio de valor infinito:

“Con esta sola ofrenda ha perfeccionado para siempre” a la humanidad.

Agradezcamos y participemos en lo posible en la santa misa donde encontramos esta purificación.

  • Verso aleluyático

Ya hemos aludido a él al comienzo de esta reflexión, pero es bueno que lo tengamos presente como la idea central de este domingo que, refiriéndose al fin del año litúrgico, nos invita a pensar seriamente si estamos bien preparados y “tener la fuerza para mantenernos en pie ante el Hijo del hombre”, en lo que solemos llamar el juicio final.

  • Evangelio

San Marcos nos habla en este párrafo utilizando el género apocalíptico que se nos hace
difícil entender.

Por una parte nos habla de la gran concentración de la humanidad al fin de los tiempos, como se nos enseña varias veces en distintos textos bíblicos.

Hoy se nos dice que habrá una reunión de los “elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte”.

A esta reunión le precederán grandes acontecimientos tanto en la tierra como en los astros y el sol y la luna.

De este tema nos ha hablado repetidas veces Jesús, pero nunca podremos concretar el momento porque “nadie sabe el día ni la hora”.

Llama la atención esta advertencia de Jesús que nos dice: “En cuanto al día y la hora nadie los sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo sino solo el Padre”.

Es evidente que aquí Jesús habla de su conocimiento como verdadera criatura ya que, como Dios, conoce lo mismo que el Padre y el Espíritu Santo.

En medio de este género literario nos encontramos con que Jesús parece hablar también de la destrucción de Jerusalén que San Marcos ha unido al fin del mundo:

“Os aseguro que no pasará este generación antes de que todo esto se cumpla”.

De todas maneras debemos profundizar ya que “el cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

6 de noviembre de 2021

DOS VIUDAS Y UN TESORO


Es el regalo de la liturgia para este domingo:

Una viuda de fuera de Israel y la otra en el mismísimo templo de Jerusalén.

En cuanto al tesoro, la carta a los hebreos nos habla de nuevo, en este domingo, del único y sumo sacerdote que se hizo eucaristía para enriquecernos a todos.

  • 1Reyes

Una mujer, resignada a morir de hambre, recibe el regalo del gran profeta Elías, que le dice de parte de Dios:

“La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”.

Jesús en la sinagoga de Nazaret explicará la importancia de este hecho:

“En Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón”.

Dios no tiene acepción de personas y regaló el milagro a una viuda que no pertenecía al pueblo de Dios.

  • Salmo 145

El salmista alaba a Dios porque “mantiene su fidelidad perpetuamente y hace justicia a los oprimidos…” y “sustenta al huérfano y a la viuda”.

¿Por ejemplo, la viuda de Sarepta y su hijo.

  • Carta a los hebreos

Nos invita hoy a recordar y agradecer el gran regalo de Dios entregándonos a su Hijo como sacerdote que se ofreció en sacrificio para nuestra salvación.

Como era Dios fue suficiente un único sacrificio para destruir el pecado desde el comienzo hasta el final de la historia humana.

No necesitó repetirlo por el valor infinito de su ofrenda.

La carta termina dejándonos un pensamiento profundo para nuestra meditación:

“El destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte el juicio”.

Una verdad de fe que nos explica la Iglesia a todos y que llamamos postrimerías sobre la que meditamos poco y, lo que es peor, tampoco anunciamos al evangelizar en estos días.

  • Verso aleluyático

Los que tienen espíritu de pobres, generosos y desprendidos, tendrán por recompensa el reino de Dios:

“Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”.

  • Evangelio

Mientras los ricos echaban en la alcancía del templo el dinero que les sobraba, y se quedaban pensando que Dios les debía estar muy agradecido, una pobre viuda los gana a todos entregando dos moneditas que, según Jesús, representaba lo que tenía para sobrevivir en medio de su pobreza.

Por esto dirá el Maestro como conclusión:

“Os digo que esta pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie.

Porque los demás han echado de lo que les sobra pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

De esta manera Jesús nos enseña a evangelizar observando y aplicando los hechos de la vida, como hizo en tantas ocasiones y en esta, sobre las distintas formas de dar limosna.

En este domingo treinta y dos del tiempo ordinario la liturgia nos transmite por última vez la carta a los hebreos. Los invito a meditar profundamente en la grandeza del sacerdocio de Cristo y el amor que nos ha tenido al hacerse víctima de salvación para todos nosotros.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo