30 de octubre de 2021

EL PRIMERO SIEMPRE ES DIOS


Se ha echado a Dios de la sociedad. En algunos lugares se prohíbe hasta nombrarlo.

Sin embargo, los católicos debemos hablar a Dios y de Dios más que nunca.

Él tiene que ser nuestra primera devoción. Y, si no nos permiten sacar en procesión la imagen del Señor de los Milagros, llevémoslo bien alto en nuestro corazón y en nuestros labios, imitándolo, invocándolo y poniendo en práctica lo que Él nos ha pedido.

1.         Deuteronomio

Hoy nos recuerda las palabras tan famosas y repetidas:

«Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.

Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria».

Ese viene a ser el resumen de la primera parte y más importante de la ley.

Debemos examinar cada uno de nosotros hasta qué punto cumplimos este gran mandamiento que no ha quedado en el olvido, ni debe olvidarse jamás.

2.         Salmo 17

Se trata de un precioso himno de alabanza al Señor y hoy sí quisiera que todos lo meditáramos y lo tuviéramos siempre en nuestra mente y en nuestros labios:

«Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador».

Y sigue dándole a Dios otros nombres más, cada uno de los cuales supone profundidad en el amor:

«Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte… Viva el Señor, bendita sea mi roca».

Qué bonitos piropos que han brotado de un salmista que realmente amaba al Señor.

3.         Carta a los hebreos

El autor de la carta nos explica cómo ha habido multitud de sacerdotes en el Antiguo Testamento porque todos tenían que morir. En cambio, como Jesús permanece para siempre, tiene un sacerdocio que no pasa y por eso nos puede salvar definitivamente a todos, ya que Él intercede siempre por cada uno de nosotros sin necesidad de ofrecer sacrificios por sí mismo porque es eterno y santo:

«Él no necesita ofrecer sacrificios cada día (como los sumos sacerdotes que ofrecían primero por los propios pecados y después por los del pueblo) porque lo hizo de una vez para siempre ofreciéndose a sí mismo».

Esa es la grandeza de nuestro Sumo Sacerdote, Jesús, y confiando en Él, podemos presentarnos seguros y purificados ante Dios.

4.         Verso aleluyático

Publica la maravilla más grande que tenemos los cristianos: si de verdad amamos a Dios, haremos lo que a Él le gusta: cumplir sus mandatos.

Hay que tener en cuenta que estos son pedidos de Dios para nuestra felicidad y no un estorbo para ella, como piensan algunos.

El fruto de un amor así es lo más maravilloso que podríamos imaginar: «Mi Padre lo amará y vendremos a Él»; es decir, Dios presente en nuestra alma. Dios con nosotros.

5.         Evangelio

Como estamos al final del año y del tiempo ordinario la Iglesia insiste hoy, una vez más, en el mandato principal: amar a Dios.

A este amor sincero debe ir unido el del prójimo por una razón muy importante porque  Jesús dio la vida tanto por ti como por él,  ofreciéndonos por igual la vida eterna.

Esto es lo que una vez más contesta Jesús al fariseo experto en la ley que le preguntó para ponerlo a prueba:

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Y el segundo es semejante a él: Amarás al prójimo como a ti mismo».

De esta manera San Marcos repite lo que hemos leído en el libro del Deuteronomio.

Hoy se nos escapó el mes de octubre, pero que quede grabada la imagen del Señor de los Milagros en nuestro corazón recordando su preciosa imagen que nos habla del misterio trinitario y del amor más grande en Cristo crucificado.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

23 de octubre de 2021

LA ALEGRÍA DE LA ACOGIDA DE DIOS

El fin del ser humano es prepararse en la tierra, en el tiempo que Dios le conceda, para llegar a su Creador y encontrar en Él el gozo en plenitud.

En fin de cuentas Dios nos ha creado para que podamos gozar de Él en una eternidad feliz.

  • Jeremías

Nos muestra la alegría del pueblo de Dios purificado en el destierro e invita a todos los que regresan a manifestar el gozo que les ha causado el amor de Dios al permitirles regresar a su tierra: “Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos. Proclamad, alabad y decid el Señor ha salvado a su pueblo”.

Así volvía el resto de Israel después de tantos sufrimientos:

“Ellos se marcharon llorando” y Dios les promete: “los guiaré entre consuelos, los llevaré a torrentes de agua”.

Termina con la gran promesa del Señor:

“Seré un padre para Israel”.

  • Salmo 125

Es un salmo de aclamación y agradecimiento a la misericordia de Dios en el que se repite:

“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres… Nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares… Hasta los gentiles decían: el Señor ha estado grande con ellos. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.

Los versículos del salmo que hoy nos presenta la liturgia coinciden con el profeta Jeremías:

“Al ir iba llorando llevando la semilla, al volver vuelve cantando”.

Dios quiera que la Iglesia tan rechazada por los poderosos hoy, llegue a sentir el gozo y la alegría de la acogida de Dios.

  • Carta a los hebreos

Nos habla de la diferencia entre los sacerdotes, que normalmente son limitados y pecadores y tienen que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, y Jesucristo que ha sido nombrado sacerdote por el mismo Dios por su naturaleza divina.

Él como Dios que es, ofreció un sacrificio de una vez para siempre, purificando a todos los hombres:

“Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec”.

  • Verso aleluyático

En medio del gozo y la alegría aleluyática nos invita a meditar cómo a Jesucristo le debemos la luz de la vida que nos trajo con el Evangelio y el sacrificio de su vida en la cruz: “destruyó la muerte y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio”.

  • Evangelio

Nos cuenta San Marcos que al salir Jesús con los discípulos de Jericó y, acompañados de mucha gente, el ciego Bartimeo que estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna, empezó a gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí”.

Muchos lo regañaban para que callara, pero el gritaba más fuerte. Jesús se detiene y lo mandó llamar: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Él contestó: “Maestro, que pueda ver”.

Jesús le devuelve la vista y Bartimeo se junta a la multitud para acompañar al Maestro, y seguro que por todas partes iba proclamando: yo era el ciego, pero ya veo.

Qué hermoso ejemplo para todos nosotros en estos momentos en que la prensa y los grupos de poder quieren acallar la voz de Jesús y de su Iglesia.

Pedimos al Señor que amanezca la luz para este mundo y que todos podamos volver a distinguir la luz y las tinieblas y así podamos caminar con Él.

Quiero invitarles, al final de esta reflexión, a recordar nuestro amor al Señor de los Milagros.

Estamos en los días más importantes del mes de octubre y, si no nos dejan caminar junto a la imagen del Señor, caminemos en espíritu y gritemos:

¡Señor de los Milagros ven con nosotros para que contigo lleguemos a la luz!

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

16 de octubre de 2021

EL SUFRIMIENTO ES FECUNDO

 Sabemos, y de una manera muy especial en los últimos tiempos, cómo la humanidad está sometida al sufrimiento.

Tenemos que ser conscientes de ello, pero no olvidemos nunca que lo importante es que ningún sufrimiento se pierda.

Si es posible, antes de padecer o mientras se sufre, ofrezcámoslo inmediatamente al Señor por nosotros mismos, por los seres queridos o por la Iglesia de Dios para que sea fiel.

Nos ayudará un poco pensar las palabras que ha dicho últimamente el Papa Francisco:

«El cristianismo sin cruz es mundano y estéril».

  • Isaías

Nos habla del siervo, que la tradición ha entendido que representa al Mesías redentor, que «soportó los trabajos y pecados… fue tomado entre los pecadores y Él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores».

Todos reconocen la fuerza que tiene el profeta Isaías en lo que se llaman los cánticos del siervo. Sus sufrimientos son eficaces para toda la humanidad:

«Mi siervo justificará a muchos porque cargó con los crímenes de ellos».

  • Salmo 32

Nos invita a repetir: «Que tu misericordia venga sobre nosotros como lo esperamos de ti».

A continuación nos recuerda que la Palabra del Señor y sus acciones son eficaces y que Él actúa con amor en la justicia y en el derecho y de esta manera «la misericordia de Dios llena la tierra».

Con el salmista también repitamos nosotros:

«Aguardamos al Señor: Él es nuestro auxilio y escudo»

  • Hebreos

La carta nos invita a acercarnos al trono de la gracia sin temor, para conseguir la gracia que nos ayude siempre que lo necesitemos.

Podemos acudir a conseguir la gracia del Señor, no apoyados en nuestros méritos sino porque tenemos un sumo sacerdote que ya ha sido probado como nosotros, en todo menos en el pecado.

Pero nuestra seguridad en Dios se apoya en nuestro sumo sacerdote.

Conviene que tengamos siempre en cuenta este pensamiento: que le debemos a Jesucristo la salvación porque  Él cargó con nuestros pecados y nos hizo libres ante Dios.

  • Verso aleluyático

Nos hace pensar en las últimas palabras del evangelio de hoy:

«El hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida en rescate por todos».

Quede claro que la salvación se la debemos a Jesús y que si no la obtenemos es por nuestra culpa e ingratitud.

  • Evangelio

San Marcos, el compañero de nuestro ciclo B que ya pronto termina, nos refiere de una manera un poco distinta a como lo hace San Lucas, que un buen día se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo y le dijeron:

«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir… Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».

Jesús advierte que cuando se trata de la gloria todo depende de la divinidad, o sea, que Él como hombre tiene que ver las cosas como criatura de Dios y entonces distingue y aclara: Cuando se trata de la cruz y el sufrimiento en este mundo sabe que ese el camino normal para toda criatura y la recompensa será después de esta vida y, por tanto, depende del Padre.

La conversación termina preguntándoles Jesús si serán valientes para beber el cáliz que Él ha de beber.

Ellos, sin saber de qué se trata, les contentan que sí. Los otros discípulos «se indignaron contra Santiago y Juan».

Jesús aprovecha una vez más la oportunidad para explicarles a todos que, tratándose del Reino, el que quiera ser grande tiene que hacerse servidor de todos «porque el hijo del hombre no ha venido para que le sirvan sino para servir y dar su vida en rescate por todos».

Esta es la novedad del Evangelio: amar a Dios y servir al prójimo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

9 de octubre de 2021

SI BUSCAS LA VERDADERA ALEGRÍA

Que todos necesitamos la felicidad y la alegría y que la buscamos es una realidad que no se puede negar. Pero muchas veces la buscamos donde no está y, lógicamente, no la encontramos.

Hoy nos enseña la liturgia dónde podemos encontrar la verdadera alegría:

En la Palabra de Dios, en la súplica y en el desprendimiento.

Ojalá que la busquemos donde está y ciertamente tendremos un encuentro que nos hará felices con la verdadera alegría que está en el corazón de Dios.

  • Libro de la Sabiduría

¿Cómo encontró Salomón la felicidad verdadera?

Ante todo nos dice que fue fruto de su oración:

“Supliqué y se me concedió la prudencia; invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría”.

Y nos ofrece una serie de comparaciones para decirnos que la verdadera felicidad, es decir, la satisfacción de sus deseos más nobles, la encontró en la sabiduría: Preferible a todos los tronos y la piedra más preciosa.

Nos cuenta a continuación cómo ni la salud ni la belleza ni todos los bienes de la tierra son comparables con esa sabiduría que viene de Dios.

  • Salmo 89

El salmo que la liturgia nos invita a rezar hoy abunda en la misma idea:

“Sácianos de tu misericordia, Señor, y toda nuestra vida será alegría. Por la mañana sácianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Danos alegría por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas…”.

De esta manera la alegría sucede a los momentos difíciles y será eterna en el Señor.

  • Carta a los hebreos

Comienza diciéndonos que “la Palabra de Dios es viva y eficaz” y que penetra todo nuestro ser.

Y, en fin de cuentas, será ella la que nos juzgue al final de la vida.

Viviendo en la Palabra de Dios conseguiremos los deseos más profundos de nuestro ser entre los cuales está el ansia de felicidad.

  • Verso aleluyático

Nos enseña que teniendo un espíritu de pobres tendremos la recompensa más codiciable: gozar de la alegría del Señor:

“Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”.

  • Evangelio

San Marcos hoy recoge puntos distintos e interesantes.

El primero nos habla de un hombre que, arrodillado ante Jesús, le preguntó:

“¿Qué haré para heredar la vida eterna?”

La respuesta que Jesús le da debe ser nuestra alegría porque le dice que la vida eterna depende únicamente del cumplimiento de los mandamientos, es decir, de hacer la voluntad de Dios.

El hombre, interesado, le dice al Señor:

“Ya lo he cumplido desde mi juventud. ¿Qué me falta?”

Jesús le ofreció un camino de perfección: Desprenderse de todo y seguirlo a Él.

Como poseía muchos bienes “frunció el ceño y se marchó pesaroso porque era muy rico”.

La conclusión que saca Jesús es ésta:

“Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios”.

Los discípulos se extrañaron porque todo el Antiguo Testamento afirma que las riquezas son el don de Dios para los que le siguen.

Añade San Marcos que se espantaron y comentaban:

“¿Entonces quién puede salvarse?”.

Jesús se les quedó mirando y les dijo:

“Es imposible para los hombres, no para Dios que lo puede todo”.

El último párrafo del Evangelio nos cuenta una reacción de Pedro que, como todos los demás apóstoles, esperaban un puesto en el reino de los cielos:

“Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”.

Jesús, una vez más, les aclara el tipo de recompensa que van a tener:

“Os aseguro que quien deje casa o hermanos o hermanas… por mí y por el Evangelio recibirá cien veces más… con persecuciones”.

Hay que tener en cuenta que con frecuencia se suprime “con persecuciones” cuando se comenta este pasaje del evangelio.

“… Y en la vida futura, vida eterna”.

En esta forma de vida la Iglesia ha entendido siempre la vida consagrada a Dios (sacerdocio, vida religiosa…). En esta vida, llevada con compromiso, se encuentra la felicidad y el gozo con la promesa en la vida futura, en la vida eterna.

Esa es la alegría verdadera y para siempre.

 José Ignacio Alemany Grau, obispo

3 de octubre de 2021

BELLEZA DE LA CREACIÓN DEL PRIMER MATRIMONIO

Nuestra sociedad va buscando la solución a todos los problemas de la naturaleza física.

Vemos cómo protege la creación, mientras tanto se actúa contra la naturaleza misma del ser humano con leyes que obligan a desproteger lo que es fruto de la naturaleza misma del hombre.

Hoy la liturgia nos recuerda la belleza de la primera creación, bajo imágenes importantes.

  • Libro del Génesis

Nos habla de cómo Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y los pájaros del cielo. Se los presentó a Adán para que les pusiera nombre con lo cual tomaba posesión de ellos.

Pero Adán no encontró ninguno como él que le ayudase.

Entonces Dios lo durmió y de su costilla formó a una mujer.

Esta sí agradó al primer hombre que se alegró diciendo: “Ésta sí es carne de mi carne y hueso de mis huesos”.

En aquel momento Adán consagró el primer matrimonio con estas palabras:

“Por eso abandonará el varón a su padre y a su  madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”.

Así nació el primer matrimonio que, como ha repetido hace unos días el Papa Francisco,  solo se da en la unión de un hombre con una mujer.

  •  Salmo 127

Describe la belleza de la familia creada por Dios con estas palabras:

“Tu mujer, como parra fecunda en medio de tu casa, tus hijos como renuevos de olivo alrededor de tu mesa”.

Y el marido descrito como el hombre que teme al Señor y sigue sus caminos.

  • Carta a los hebreos

La carta fundamentalmente nos habla del sacerdocio de Jesús y hoy nos recuerda cómo Él ha dado la vida en la cruz por nosotros y con su sangre nos ha hermanado a los hombres, entre nosotros y con Dios.

De esta manera “el Santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso (Jesucristo) no se avergüenza de llamarlos hermanos”.

  • Verso aleluyático

Si nos amamos entre nosotros, Dios y su amor permanecen en nosotros.

  • Evangelio

Jesús, refiriéndose a su Evangelio, defiende con claridad que el divorcio es pecado tanto cuando el hombre se casa con otra mujer o la mujer se casa con otro hombre.

Los judíos le dicen a Jesús: “Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio”.

Jesús aclara que “por vuestra terquedad dejó Moisés escrito este precepto. Pero al principio no fue así”.

Y citando el Génesis que ha sido la primera lectura de hoy, dice que “Dios los creó hombre y mujer. Por eso, abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”.

Refiriéndose al sacramento del matrimonio que trae el Evangelio, concluye:

“Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

La segunda parte de este párrafo evangélico nos cuenta cómo se acercaban los niños a Jesús para que los tocara. Al ver que los discípulos los regañaban Jesús se enfadó y les dijo:

“Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, de los que son como ellos es el Reino de Dios”.

Como una prueba de cariño especial que tenía a los pequeños, “los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos”.

Será bueno meditar cómo necesita nuestra sociedad reconocer a los niños como los preferidos de Jesús y precisamente en ellos está el futuro de la humanidad y su estabilidad en la tierra.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo