30 de septiembre de 2023

DECIR QUE SÍ, Y HACERLO

Domingo XXVI tiempo ordinario


Muchas veces en nuestra vida espiritual hemos oído y hemos repetido que debemos hacer la voluntad de Dios. El ejemplo primero es el de Jesucristo que se encarnó para hacer la voluntad del Padre. El siguiente ejemplo que admiramos es el de la Virgen María, Madre de Jesucristo, que se puso a disposición de Dios con las conocidas palabras: «Hágase en mí según tu palabra».

Por nuestra parte, repetimos diariamente, como nos enseñó Jesús: «Hágase tu voluntad».

El mensaje de este día quiere fortalecernos en el cumplimiento de la divina voluntad.

  • Ezequiel

El profeta nos anima a ser responsables de nuestras acciones delante de Dios:

«Cuando el justo se aparta de su justicia comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió.

Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida».

El profeta saca la conclusión de que cada uno es responsable de sus actos ante el Señor que juzga con justicia.

  • Salmo 24

«La misericordia del Señor es eterna». Pidamos que nos enseñe sus caminos:

«Señor, enséñame tus caminos, haz que camine con lealtad… Recuerda, Señor, que tu ternura y misericordia son eternas».

Apoyados en esa bondad, pedimos a nuestro Dios que perdone nuestros pecados y las maldades de nuestra juventud: «El Señor es bueno y es recto y enseña el camino a los pecadores».

Vivamos con humildad para que Dios nos enseñe sus caminos y tenga misericordia de nosotros.

  •  San Pablo

Pide a los filipenses, presionándolos por el afecto mutuo entre Pablo y ellos, que vivan la caridad fraterna, no buscando sus propios intereses, sino pensando en el interés de los demás.

Este es el cariño de Pablo con la comunidad de Filipos: «Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas dadme esta gran alegría». Y les pide que se mantengan concordes teniendo unos mismos sentimientos y un mismo amor.

A continuación, les pide que tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Y tenemos un párrafo precioso que nos hace pensar en la humillación de Jesucristo que, siendo Dios, se hace esclavo de todos. Y nos lo presenta así:

«Actuando como un hombre cualquiera se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz».

Por su parte, el Padre Dios, al ver su humillación, lo exaltó por encima de todos los seres humanos y de todo lo que existe, dándole «el nombre sobre todo nombre» es decir, el nombre de Señor, Kyrios: «Y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre!».

  • Verso aleluyático

Jesús nos invita a ser dóciles con Él como las ovejas con su pastor:

«Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen».

  • Evangelio

La parábola de Jesús se puede prestar a confusión y llevarnos a sacar la conclusión de los que escuchan, diciendo que el primero de los hijos cumplió la voluntad del padre. Veamos:

Un padre tiene dos hijos y los envía a trabajar a su viña. El primero, contesta a su padre: «No quiero». Pero después recapacitó y fue. El segundo, en cambio, contestó a su padre: «Voy, señor». Pero no fue.

Lo que nos presenta la parábola es cómo cumplimos la voluntad de Dios. Y aunque la gente, al preguntarle Jesús quién hizo la voluntad del Padre, contestó: «el primero», de hecho, tenemos que aceptar que ninguno la hizo bien, porque tenía que haberle dicho: «voy» e «ir» a la viña a trabajar.

Por nuestra parte, lo que tendríamos que hacer es lo que dijimos al principio de esta reflexión: escuchar la voluntad de Dios y poner todo nuestro empeño en cumplirla.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

23 de septiembre de 2023

VAYAMOS, AUNQUE SEA A ÚLTIMA HORA


Como hijos de Dios procuremos dar a conocer a Jesús para que los hombres se salven. Aunque sea a última hora, ya que Dios nos acoge siempre.

Por nuestra parte, vayamos a Jesús como buenos trabajadores que llegan a la viña felices, de sol a sol.

  • Isaías

El profeta nos invita a todos a buscar siempre al Señor:

«Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca.

Que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes.

Que regresen al Señor y Él tendrá piedad».

El Señor mismo advierte que sus caminos no son como los caminos de los hombres:

«Vuestros caminos no son mis caminos». 

Esto sin duda nos hace recordar lo que le dirá a su tiempo Jesús a Pedro: «Tú piensas como los hombres, no piensas como Dios».

Por eso, Isaías termina diciendo:

«Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes que vuestros planes».

  • Salmo 144

«El Señor está cerca de los que lo invocan». Invoquémosle con fe y adoración.

Y meditemos:

«El Señor es clemente y misericordioso… El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas… Cerca está el Señor de los que lo invocan sinceramente».

Al contemplar la obra de la Creación y oír que ya no hablan del «calentamiento global» sino de su «ebullición», nos damos cuenta de cómo los mismos seres humanos hemos estropeado las maravillas del Señor. A tal punto que, la tierra que es de Él, porque la modelaron sus manos para nuestro bien, se ha convertido en nuestra enemiga.

  • San Pablo

El apóstol nos habla de la lucha que vive en su corazón noble: desea irse ya con Cristo porque para él «mi vida es Cristo».

Morir para estar con Él es una ganancia. Pero su caridad es tanta al servicio del Evangelio que, si su vida en este mundo les aprovecha a los hombres, acepta quedarse.

Y termina diciendo: «Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo».

  • Verso aleluyático

Nos pide que escuchemos la Palabra de Dios con un corazón abierto y generoso para convertirnos y proclamarlo:

«Ábrenos el corazón, Señor, para que aceptemos las Palabras de tu Hijo».

  • Evangelio

Es una muy hermosa parábola que nos habla de la viña y del propietario de ella, que representa la misericordia de Dios para con todos.

El dueño, lleno de gran bondad, busca los obreros para darles trabajo en su viña y conseguir así el sueldo de un día de trabajo, que es un denario.

Va a la plaza temprano y contrata un grupo de ellos. Estos obreros están felices porque han asegurado el sueldo del día y, por tanto, el pan para su familia.

Pero el propietario es tan generoso que continúa llamando, durante todo el día, a los parados que no consiguen trabajo y también los envía a su viña.

La originalidad de este propietario es que al anochecer paga el denario a todos por igual. Y ante la incomprensión de los que trabajaron todo el día, les dice:

«¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti… ¿o vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?».

Así es la generosidad de nuestro Dios que siempre nos espera, aunque sea en la última hora de nuestra vida.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

16 de septiembre de 2023

PERDONA Y SERÁS PERDONADO


 Al rezar el padrenuestro piensa bien lo que Jesús te enseñó:

«Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos».

Este domingo de la semana XXIV del tiempo ordinario, la Iglesia nos pide que aprendamos a perdonar como Dios nos perdona. De una manera especial lo veremos en el Eclesiástico y en la parábola de San Mateo.

  • Eclesiástico

Nos advierte que si somos vengativos Dios se vengará de nuestros pecados.

Perdona la ofensa a tu prójimo y, cuando reces, Dios perdonará tus pecados. Si fomentas la ira contra otro no esperes que Dios te perdone.

Si no te compadeces del prójimo, ¿cómo quieres que Dios se compadezca de ti?

Tres consejos bien concretos, nos da hoy el Eclesiástico para tener valor y perdonar cuando se hace difícil:

+ Piensa en tu muerte.

+ Medita los mandamientos.

+ Recuerda la alianza que Dios hizo contigo a pesar de tus pecados.

  • Salmo 102

Es una especial oración a Dios para que aprendamos de Él a perdonar al prójimo y a tener de él misericordia:

«El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia… Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades.

No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas».

  • San Pablo

Nos invita a meditar en la trascendencia de nuestra vida:

«Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo... En la vida y en la muerte somos del Señor».

Todo esto se lo debemos a Jesucristo que «murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos».

Perdonemos como Él nos ha perdonado.

  • Verso aleluyático

Este verso recoge el mandamiento nuevo de Jesús, que es una invitación para querernos y perdonarnos entre nosotros:

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado».

  • Evangelio

¡Ya me cansé de perdonar!

Algo así fue la pregunta que hizo Pedro a Jesús, como quien dice: - ¿Con que perdone siete veces ya he cumplido?

Pensó que perdonar siete veces era suficiente. La respuesta de Jesús es muy fuerte:

«Setenta veces siete», que no equivale a 490, sino a siempre.

Para que aprendamos a perdonar nos cuenta una parábola, así, cuando sea preciso perdonar, se nos hará más sencillo si recordamos las veces que el Señor nos perdonó:

Un hombre debe una cantidad muy grande, «diez mil talentos». Su señor le exige que le pague. El siervo se echa a sus pies diciendo: «Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo».

Su señor tuvo compasión y lo perdonó.

(Según la Biblia de la Conferencia Episcopal Española, diez mil talentos equivalen a cien millones de denarios).

Este siervo perdonado se encuentra con un compañero que le debe apenas «cien denarios» y «lo estrangulaba diciéndole: “págame lo que me debes”».

El consiervo repite lo que hizo el de la gran deuda a su señor «arrojándose a sus pies: ten paciencia conmigo y te lo pagaré».

Jesús resalta la cantidad tan miserable frente a la gran deuda perdonada por el señor y destaca también las mismas palabras de los siervos pidiendo perdón.

La parábola continúa narrando cómo los compañeros le explican al señor la escena que han visto: el señor manda llamar al siervo miserable y le dice: «Siervo malvado, toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú tener compasión con tu compañero como yo la tuve contigo?»

Esto mismo debemos pensar todos cuando se trate de perdonar comparando las deudas que tenemos entre nosotros con el perdón de Dios.

De todas maneras, la parábola de Jesús termina con estas poderosas palabras:

«Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

9 de septiembre de 2023

CORREGIR ES UNA MANERA DE AMAR AL PRÓJIMO

En este Domingo XXIII del tiempo ordinario, la liturgia nos invita a evitar el peligro que tenemos con mucha frecuencia y es imitar a Caín que, cuando Dios le preguntó: «¿Dónde está tu hermano Abel?», le contestó: «¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?».

Normalmente preferimos no corregir para evitar problemas.


  • Ezequiel

Nos da una enseñanza práctica para que veamos la importancia que tiene corregir al descarriado para evitar el pecado; y así nos dice que Dios le pide al profeta que cuando escuches «palabra de mi boca les darás la alarma de mi parte». Y lo explica de esta manera:

«Si yo digo al malvado: “malvado eres reo de muerte” y si tú no hablas poniéndolo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá en su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre».

En cambio, dice el Señor que, si se le advierte del peligro y no quiere hacer caso, la responsabilidad será solo del malvado.

  • Salmo 94

Muchas veces en la liturgia de la Iglesia aparecen las palabras de este salmo:

«Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: no endurezcáis vuestro corazón».

El salmo es una invitación continua a escuchar la voz del Señor evitando la postura de Caín que no quiso reconocer la verdad de su pecado porque tenía el corazón aún más endurecido después del crimen. 

  • San Pablo

«A nadie le debáis nada más que amor».

Estas palabras dirigidas a los romanos son muy importantes para nuestra vida cristiana.

El apóstol lo explica haciéndonos ver el resumen de los mandamientos que se refieren al prójimo con esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Por eso, así concluye san Pablo nuestro párrafo: «Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera».

Como decía el Catecismo: «los diez mandamientos se encierran en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».

  • Verso aleluyático

El servicio de Jesús, Dios y hombre es reconciliar a los hombres con Él. Con ese fin se encarnó, murió y resucitó.

Este don que le corresponde a Él por su divinidad lo ha confiado a los hombres: «A nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación».

  •   Evangelio

Jesús nos enseña una manera concreta de corregirnos entre nosotros:

«Si tu hermano peca repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano».

Esto es importante que lo tengamos en cuenta para ayudar al prójimo a conseguir la misericordia de Dios.

«Si no te hace caso llama a otro, o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos».

Advertimos la caridad de Jesucristo que quiere evitar que la falta del hermano se vaya «ventilando» entre los demás.

Pero todavía continúa Jesús aclarando la forma de tocar el corazón del hermano y añade:

«Si no les hace caso, díselo a la comunidad y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano».

Esto es duro, pero es una manera de poner todos los medios posibles y respetar la libertad del que ha cometido una falta grave.

A continuación, Jesús habla del perdón de los pecados que da a los apóstoles y a sus sucesores.

Finalmente, Jesús nos habla del poder de la oración comunitaria:

«Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Por eso, promete el Señor que, si somos capaces de unirnos para pedir, no faltará la respuesta de Dios a la petición comunitaria.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

2 de septiembre de 2023

EL CAMINO DE JESÚS

Cuando pensamos en el camino que Jesús ofrece a los suyos suponemos que ofrecerá victorias y felicidad para conseguir seguidores.

Pero no es así. Él va por delante, y ofrece a todos los suyos un camino muy difícil que no podemos entender. Para entender a Jesús hay que esperar, con fe, el final. Es el mensaje de este Domingo XXII del tiempo ordinario.

  • Jeremías

Se presenta fascinado por Dios:

«Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir. Me forzaste y me pudiste».

Luego nos cuenta cuál fue el camino que, de hecho, tuvo que recorrer:

«Yo era el hazmerreír todo el día. Todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: ¡violencia, destrucción!».

Esto le cuesta tanto al profeta que decide no hablar más en el nombre de Dios, pero llega a exclamar que la Palabra del Señor «era en mis entrañas fuego ardiente… intentaba contenerlo y no podía».

  • Salmo 62

El alma sedienta de Dios, en este bello salmo, lo busca con ansiedad y es bueno que nosotros lo meditemos y repitamos con frecuencia:

«Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo. Mi alma está sedienta de ti».

Y en una bellísima comparación con el campo reseco, añade: «Mi carne tiene ansia de ti como tierra reseca, agostada, sin agua».

  • San Pablo

En una breve exhortación a los romanos les pide que presenten sus cuerpos ante Dios como «hostia viva, santa, agradable a Dios».

Por otra parte, les advierte que se alejen de la mundanidad, como suele repetir el Papa Francisco:

«No os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente».

De esta manera, según San Pablo, podremos «discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto».

  • Verso aleluyático

Pedimos a Dios la gracia especial que necesitamos para poder distinguir la verdad del espejismo, en este caminar con Jesús:

«El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama».

  • Evangelio

Jesús «empieza a explicar» a sus discípulos cuál es su futuro:

Ir a Jerusalén, padecer mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas.

Todo terminará en la ejecución… pero el fin será glorioso: la resurrección.

Esta será la clave para que entendamos, también nosotros, lo que nos espera después de caminar con Jesús y su cruz.

Pedro, el impetuoso, se revela y aprovechando que Jesús le ha nombrado «Roca» de su Iglesia, aconseja al Señor:

«No lo permita Dios. Eso no puede pasarte».

Jesús no admite medias tintas y le responde:

«Quítate de mi vista, Satanás.

Piensas como los hombres, no como Dios».

Ese es el plan de Dios sobre Jesús.

El Señor, aclarando su futuro y el de todo el que desee seguirlo, enseña:

El camino del discípulo, definitivamente, es como el del Maestro: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».

La respuesta de todo la encontramos en estas palabras:

«El Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles con la gloria de su Padre y entonces pagará a cada uno según su conducta».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo