26 de marzo de 2022

EL PADRE MISERICORDIOSO

Recordamos que este cuarto domingo de cuaresma es una invitación a la alegría. La antífona inicial nos recibe con estas palabras: «laetare»: «festejad a Jerusalén».

Advertencia:

Como el domingo anterior, y también el siguiente, la liturgia nos permite utilizar las lecturas del ciclo A, pero hoy no voy a caer en la tentación, porque en nuestro ciclo se medita el evangelio del padre misericordioso (del hijo pródigo).

De todas formas, es precioso el Evangelio que hoy podríamos meditar sobre el ciego de nacimiento porque, entre otras cosas, es uno de los pocos que defienden a Jesús durante su vida.

Era un joven y fue tan valiente que los fariseos lo excomulgaron. Pero Jesús le salió al encuentro y se le reveló: «¿Crees en el Hijo del hombre?... ¿Quién es para que yo crea?».

A lo que Jesús le responde: «Lo estás viendo, el que está hablando contigo, ése es».

El joven reconoce a quien le devolvió la vista y se postró ante él diciendo: «Creo, Señor».

  • Evangelio

Nos fijamos en la introducción de la parábola de hoy. Allí estaban los publicanos y los pecadores. Pero Jesús dirige la parábola a los fariseos y escribas que estaban murmurando: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos».

A los cuatro grupos dedica Jesús tres bellas parábolas. Hoy meditamos la del hijo pródigo que es una hermosa pieza literaria y, al mismo tiempo, una muestra de la misericordia de Dios.

+ Se va el hijo pequeño y el mayor queda feliz y dueño de todo.

El joven malgasta toda su fortuna creyendo encontrar la felicidad pero pronto se arrepiente y regresa a su hogar porque se muere de hambre y de miseria.

Al padre, viéndole llegar, «se le conmovieron las entrañas y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos».

Este es el momento cumbre de la parábola que debería llevar el nombre de «el padre misericordioso» en vez de «el hijo pródigo».

El hijo se esfuerza por repetir la oración de arrepentimiento que varias veces ensayó con emoción:

«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo…»

Pero el padre no le dejó terminar. Llamó a los criados y les mandó preparar todo para celebrar:

«Sacad enseguida el mejor traje y vestidlo. Ponedle un anillo en las manos y sandalias en los pies. Traed el ternero cebado y matadlo…».

Y se armó la gran fiesta.

+ Regresa del campo el mayor todo serio. Oye la música y la fiesta. Al enterarse del regreso de su hermano, no quiere entrar. En realidad es uno de esos fariseos que no pueden comer en la mesa de los pecadores aunque allí esté sentado Jesús.

El orgullo lo mató.

Aunque el padre salió a llamarlo con bondad, no aceptó.

Preciosa parábola que nos da a conocer que Jesús llama a todos pero los creídos prefieren condenarse.

¡Mejor es ser pecador arrepentido que «santo» orgulloso!

El primero siempre encuentra los brazos del padre, pero el segundo no encuentra ni los brazos, ni al padre.

  • Josué

Nos cuenta cómo los israelitas, al cosechar los primeros frutos de la tierra prometida, dejaron de recoger el maná:

«El día siguiente a la pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas. Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra cesó el maná».

  • Salmo 33

«Gustad y ved qué bueno es…» el maná de la Eucaristía y el corazón del Padre misericordioso.

  • San Pablo

«El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado». Todo esto viene de Dios que por medio de Cristo nos reconcilió consigo.

Por eso el buen consejo cuaresmal que nos da el apóstol:

«En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios».

Aprovechemos para recibir el sacramento de la reconciliación en esta cuaresma.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

19 de marzo de 2022

¿EL SEÑOR ESTÁ EN MEDIO DE NOSOTROS?

 


Advertencia importante
:

El calendario litúrgico de la Iglesia católica nos dice:

«En el presente ciclo C se pueden utilizar las lecturas del ciclo A».

Nosotros vamos a seguir esta licencia ya que nos trae el precioso capítulo cuatro de San Juan sobre Jesús y la samaritana. Léanlo por su parte y mediten con profundidad. Gozarán.

  • Éxodo

El texto de hoy nos presenta claramente la debilidad de la fe del pueblo de Israel que, ante las necesidades materiales, reclama a Dios con desesperación, olvidando su grandeza infinita y los portentos que hizo en favor de su pueblo. Como que la fe es opacada por la necesidad material… como nos pasa, sin duda, a nosotros que, como el pueblo torturado por la sed, se pregunta:

«¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»

Una vez más el Señor, complaciente, hace que Moisés «lleve también en su mano el cayado con que golpeaste el río y vete que yo estaré ante ti sobre la peña en Horeb; golpearás la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo».

Sabemos que las palabras Masá y Meribá significan prueba y riña, respectivamente.

Al ver el prodigio, otra vez el pueblo se arrepiente y sigue, a través del desierto, con la confianza puesta en el Señor.

A nosotros nos asegura Jesús: «Donde están dos o más reunidos en mi nombre, en medio de ellos estoy yo».

Que nunca nos falte esta fe.

  • Salmo 94

Corresponde a la oración que hacemos frecuentemente en el oficio divino en la primera oración del día. El salmo hace una referencia clara a lo sucedido en Ex 17.

Es una invitación a escuchar la voz de Dios y a vivir la fe:

«Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón».

  • San Pablo

El apóstol nos habla de la ternura y misericordia de Dios para con nosotros. Nos enseña que la justificación que Dios nos da por la fe se la debemos a Jesucristo.

Es por Jesús por quien obtenemos la fe que nos permite contar con la gracia y apoyarnos en la esperanza de alcanzar la gloria.

Esta esperanza es fuerte en la caridad «porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado».

Este don del Espíritu Santo es maravilloso y debemos saber aprovecharlo con mucha gratitud.

Finalmente, recalca San Pablo la bondad de Dios que, por Cristo, ha tenido a bien salvarnos a pesar de que éramos pecadores, cosa que no suele suceder entre nosotros, entre quienes «apenas  (se) encontrará uno que muera por un justo».

En cambio, Dios, cuando éramos pecadores murió por nosotros.

  • Evangelio

Entramos en el maravilloso capítulo cuatro de San Juan que es extenso y bello como ningún otro.

Meditemos por parrafitos para sacar mejor provecho:

+ El agua viva

Jesús comienza pidiendo agua a la samaritana y es la samaritana quien termina diciéndole a Jesús: «Señor, dame de esa agua: así no tendré más sed ni tendré que venir aquí a sacarla».

No olvidemos que el agua que da Jesús «se convertirá dentro de (nosotros) en un surtidor que salta hasta la vida eterna». Seguramente que por esto la samaritana olvida llevarse el cántaro.

+ «No tengo marido»

Jesús dice: «Llama a tu marido y vuelve». La mujer le responde que no tiene marido.

Jesús añade: «Tienes razón que no tienes marido: has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido».

La mujer, al verse descubierta, cambia de tema y habla del lugar del culto. Jesús le advierte que en adelante el culto que quiere el Padre es «en espíritu y verdad» más que en un templo físico.

Nosotros podríamos pensar que se trata de verdadera oración trinitaria al Padre, en el Hijo que es la verdad, y en el Espíritu que es la tercera Persona.

+ Llega el momento de la gran revelación

La mujer dice que cuando venga el Mesías «Él nos dirá todo». Jesús le contesta:

«Soy yo, el que habla contigo». No es fácil adivinar la explosión que habría en el corazón de esta inteligente mujer que se fue a llamar a sus paisanos.

+ Llegan los discípulos que, como siempre, no entienden cómo Jesús hablaba con esa mujer. Y, cuando insisten: «Maestro, come», Él dice: «Mi alimento es hacer la voluntad del Padre que me envió y llevar a término su obra».

+ La samaritana, verdadero apóstol

Para atraer a sus paisanos hacia Jesús, les dice: «Me ha dicho todo lo que he hecho».

Cuando los de Sicar ven a Jesús le piden que se quede con ellos.

Jesús los acompaña dos días y después ellos decían a la mujer:

«Ya no creemos por lo que tú dices. Nosotros mismos lo hemos visto y sabemos que Él es de verdad el Salvador del mundo».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

12 de marzo de 2022

«QUE NO TIENE OTRA»




La liturgia de hoy es profunda e interesante y les invito a meditar lo que nos enseña cuando nos advierte, con San Pablo, que «
somos ciudadanos del cielo de donde aguardamos un salvador: el Señor Jesucristo». ¿Por qué? Nos lo dirá hoy él mismo, en su carta a los filipenses.

  • Génesis

Es hermoso ver cómo Abraham habla con Dios respecto al heredero de todos sus bienes y se queja diciéndole que su servidor es el que lo va a heredar, puesto que no tiene hijos.

Dios le promete no solamente hijos sino también una descendencia abundantísima, «como las estrellas del cielo».

Hoy la lectura nos habla de cómo el Señor hace una alianza con el patriarca prometiéndole esta tierra en heredad.

Los que hacían una alianza en aquel tiempo, preparaban las víctimas como para un holocausto y pasaban entre ellas, antes de quemarlas. Esto significaba que si no cumplían lo que se comprometían a hacer en esa alianza, pedían que les suceda lo que a las víctimas sacrificadas.

Ahora, cuando Abraham pide a Dios una prueba de que sus descendientes habitarán la tierra prometida, Dios le ordena preparar las víctimas descuartizándolas para el sacrificio.

Al atardecer Dios le infunde un profundo sueño a Abraham y Él, representado por una antorcha encendida, pasa por el medio de las víctimas.

«Aquel día el Señor hizo alianza con Abraham: a tus descendientes daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río Éufrates».

El cumplimiento de esta promesa lo veremos a través de la historia de Israel.

  • Salmo 26

Exalta la majestad de Dios y la búsqueda del ser humano:

«El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar

El salmista oye en su corazón «buscad mi rostro» y, en oración, responde: «Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro». Qué bella oración para repetirla nosotros.

El salmo termina invitándonos a confiar en Dios:

«Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor».

  • San Pablo

Abundando en el pensamiento de Dios nos enseña el apóstol que Jesucristo «transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso con esa energía que posee para sometérselo todo».

¡Tú y yo resucitados a semejanza y por los méritos de Jesús resucitado!

El versículo nos lleva al corazón de la transfiguración recordándonos las palabras del Padre:

«Este es mi Hijo, el amado. Escuchadlo».

  • Evangelio

La reflexión de San Pablo nos ha hablado de la glorificación de Jesús.

Esta transfiguración nos la cuenta hoy San Lucas, diciendo que «mientras oraba el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos».

Esa transfiguración que permitió Jesús ver a sus predilectos es, sin duda, la que nos espera a nosotros, en virtud de la resurrección de Jesucristo.

Durante la visión se oye la voz del Padre, que dice:

«Este es mi Hijo, el escogido… ¡escuchadle!».

Qué importante es escuchar a Jesús que es la Palabra del Padre.

Encarnando a su Verbo el Padre nos ha dado el mensaje completo ya que Él no tiene otra Palabra más que ésta: su propio Hijo.

Escuchando al Hijo conocemos todos los secretos del Padre.

Por eso, con el mensaje que nos trajo Jesús, se acabó toda la Revelación.

Como Él es Dios, habla de Dios y nadie tiene nada más que decirnos de parte del Dios verdadero. Como dirá san Juan de la Cruz, el Padre nos da su Palabra «que no tiene otra».

Es interesante pensar que entre los humanos una persona que tiene muchas palabras y pensamientos es considerado un sabio. Los que tienen pocas palabras y pocos pensamientos son los ignorantes.

Lo más admirable es que el Infinito, Dios, solo tiene una Palabra, el Verbo que con el Espíritu Santo y el Padre son la Santísima Trinidad que se nos ha revelado.

Adoremos a la Trinidad Santa y escuchemos siempre el mensaje del Verbo encarnado, Jesucristo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

6 de marzo de 2022

NADIE QUE CREA QUEDARÁ DEFRAUDADO


 


Durante estos días de cuaresma, si somos dóciles a las orientaciones de la liturgia, podremos acrecentar la fe que nos llevará a un acercamiento más profundo con nuestro Redentor.

  •  Deuteronomio

Nos enseña el porqué de la ofrenda de las primicias que mandó Moisés a su pueblo.

En efecto, se trata de la gratitud de Israel a Dios que lo libró de la esclavitud de Egipto:

«El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios».

En ese momento es el mismo oferente quien tiene una oración bien preparada y profunda contando la historia de los israelitas, a quienes Dios rescató de la esclavitud de Egipto.

Reconoce toda la historia del pueblo que, bajo la providencia de Dios, pasó de pobre y pequeño número de personas a ser propietario y dueño de una tierra «que mana leche y miel».

Ellos rogaron a Dios y el Señor los escuchó.

La oración termina así:

«Por eso traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado».

  • Salmo 90

Recuerda los detalles de Dios misericordioso y cercano que promete la ayuda a su pueblo:

«No se te acercará la desgracia ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos».

Con estos detalles tan hermosos de cercanía: (los ángeles) «te llevarán en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra… Se puso junto a mí, lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé». Un eco de estas últimas palabras lo encontraremos en el Evangelio de hoy.

  • San Pablo

Nos pide una fe auténtica en la Palabra de Dios y nos asegura que «la Palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.

Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación».

Esto, según el mismo apóstol, se refiere a la palabra de la fe que él ha anunciado a los creyentes.

Para terminar advirtiéndoles que:

«Todo el que invoca el nombre del Señor se salvará… porque nadie que cree en él quedará defraudado».

  • Versículo

Pan y Palabra: el pan material para cada día y la Palabra, con el otro Pan (Evangelio y Eucaristía), como alimento de vida: «No solo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios».

  • Evangelio

¡Atrevido el diablo que de puro mentiroso, pide a Dios que lo adore!

Hay escrituristas que creen que estas tentaciones fueron porque el diablo no estaba seguro de que Jesús fuera el Dios encarnado y las preguntas eran para asegurarse de la realidad.

Haciéndose el dueño del mundo «llevó a lo alto» a Jesús y le mostró en un instante todos los reinos del mundo y, mintiendo descaradamente, le dijo:

«Te daré el poder y la gloria de todo esto porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo».

Es bueno que de este texto evangélico aprendamos por dónde van las tentaciones del diablo que nos fascina y después no nos da nada o solo algo muy superficial con que nos engaña.

A las tres tentaciones que le propone satanás, Jesús contesta con textos bíblicos para que aprendamos cómo, en la Palabra de Dios, está nuestra fortaleza.

El evangelista termina diciéndonos:

«Completadas las tentaciones el demonio se marchó hasta otra ocasión».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo