25 de enero de 2020


LA HUMANIDAD HA VISTO UNA LUZ GRANDE

Cuando hay un terremoto la gente sale a la calle gritando con desesperación.
Si un día no saliera el sol por la mañana y pasaran las horas, los gritos serían horrorosos porque con la luz se va el calor y la vida.
Solo cuando saliera de nuevo el sol la humanidad recobraría la paz.
  • Isaías
El pueblo que vivía en la esclavitud recobró la paz y la alegría cuando Dios rompió el yugo del enemigo y quebró la vara y el bastón de los opresores.
Entonces vio la luz.
Sintió tanta alegría como cuando las carretas vuelven cargadas de mieses o cuando, después de la guerra, los soldados regresan cargando el botín.
Es entonces cuando Isaías, con gran belleza y poesía canta:
“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande. Habitaban tierras de sombras y una luz les brilló”.
Les invito a profundizar este bellísimo párrafo que nos habla en el fondo de la luz que llegará con Jesús.
  • Salmo 26
Es precioso.
“El Señor es mi luz y mi salvación”.
Con Dios en la vida del Espíritu, como con la luz en la vida material, encontramos la salvación.
Por eso nos conviene no dejar nunca al Señor y repetir con el profeta:
“Una cosa pido al Señor y eso buscaré: habitar en la casa del Señor por todos los días de mi vida”.
Es decir, no alejarme jamás de la luz y “gozar de la dulzura del Señor en el país de la vida”.
  • San Pablo
Habla a los corintios en nombre de Jesús para pedirles que vivan “de acuerdo y no anden divididos. Estén bien unidos en un mismo pensar y sentir”.
Esto mismo es precisamente lo que Lucas decía de cómo vivía la primera comunidad cristiana.
No es fácil vivirlo más que cuando todos miramos con los ojos y el corazón al mismo Cristo que es nuestro verdadero Redentor.
Por tanto, ni Pablo, ni Pedro… son nuestros salvadores sino únicamente Jesús anunciado en el Evangelio con sencillez y verdad.
Que el Espíritu Santo nos ayude a vivir esta unidad en la Iglesia que es lo único que nos hará eficaces en el apostolado y en la alegría comunitaria.
  • Verso aleluyático
Este verso de hoy nos presenta a Jesucristo anunciando el Reino y aprovechando su divinidad para curar las dolencias físicas del pueblo llevándolo así de la sanación física a la santificación espiritual.
  • Evangelio
El Evangelio tiene dos partes.
La primera nos presenta cómo era la evangelización de Jesús en su primer anuncio.
Debemos tenerlo en cuenta a la hora de evangelizar también nosotros, que con frecuencia, parece que no sabemos de qué hablar, cuando se nos presenta un grupo de personas que quieren que les hablemos de Dios y la salvación.
Este es el mensaje de Jesús y debe ser el nuestro:
“Conviértanse porque está cerca el reino de los cielos”.
La segunda parte del Evangelio, al tratarse del comienzo del tiempo ordinario, nos presenta a Jesús llamando a los primeros apóstoles:
“Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres”.
Generosos y valientes, los hermanos Pedro y Andrés “inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”.
Poco después Jesús encuentra a otros dos hermanos, Santiago y Juan, que estaban repasando las redes con su padre Zebedeo.
Al llamado de Jesús, también “inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”.
¡Qué fuerte debía ser la mirada de Jesús llamando a sus apóstoles!
¿Habrá perdido Jesús la fuerza de sus ojos y el atractivo de su palabra en este tiempo?

José Ignacio Alemany Grau, obispo