PERMANECER EN LA VID
La viña, la vid, la uva, el vino… todo esto
tiene una gran tradición en el pueblo de Israel, por eso Jesús la tomará
también repetidas veces en el Evangelio para dar a entender al pueblo lo que es
el Reino de Dios y cómo se entra y permanece en él.
Es lógico en este momento citar al profeta
Isaías en su delicioso capítulo cinco, que empieza así:
“Voy a cantar a mi
amigo el canto de mi amado por su viña:
Mi amigo tenía una
viña en un fértil collado.
La entrecavó, quitó
las piedras y plantó buenas cepas; construyó en medio una torre y cavó un
lagar.
Esperaba que diese
uvas pero dio agrazones”.
Sabemos que el cantor es Isaías, su amigo
es el Señor y la viña representa a Israel.
Así se resume toda la historia del pueblo
de Dios.
Podremos encontrar citas bíblicas sobre la
viña en Jeremías, Ezequiel y también en el salmo 80,9-19 y sobre todo en el
evangelio de Jesús que presenta varias parábolas sobre la viña y de manera especial
la alegoría que encontraremos hoy en el evangelio de Juan.
Aparte del encanto poético de la
comparación aparece la profundidad de las relaciones de la comunidad (Israel,
la Iglesia) y cada uno de nosotros que conocemos nuestra personal respuesta a
tantas delicadezas como Dios ha tenido con cada uno a lo largo de la vida.
Pero vayamos a las lecturas de este día.
- Hechos
Los Hechos de los apóstoles nos presentan
los primeros días de Pablo, convertido en predicador y “al que todos tenían miedo porque no se fiaban de que fuera realmente
discípulo”, ya que había perseguido tanto a la Iglesia.
Como siempre el Señor vela y Bernabé salió
fiador de Pablo quien pudo explicar su conversión. Finalmente San Lucas en este
párrafo nos explica cómo se iba estableciendo la Iglesia en la fidelidad al
Señor y se iba multiplicando animada por el Espíritu Santo.
Esto mismo tenemos que hacer hoy, cuando
parece que la Iglesia se va desintegrando a los ojos de muchas personas.
La fidelidad a Dios y la confianza en el
Espíritu de Jesús tienen que mantenernos en la paz y crecimiento del Reino. Que
esta es la voluntad de Dios.
- Salmo responsorial
El salmo propuesto en este domingo es un
fragmento del 21 que nos habla de la fidelidad a Dios y de cómo la Iglesia debe
ir creciendo y hablando de Dios de una a otra generación para que todos lo
conozcan y sirvan.
- San Juan
El apóstol nos habla de cómo el guardar los
mandamientos es una de las pruebas del amor que tenemos a nuestro Dios.
Dicho de otra forma: los mandamientos hay
que guardarlos (no cumplir por cumplir). Y se “guarda” lo que se ama.
Cuando guardamos los mandamientos se da
este dulce intercambio: nosotros permaneceremos en Dios y Dios en nosotros.
Este amor supone la presencia del Espíritu
Santo en nuestra vida:
“En esto conocemos
que permanece Dios en nosotros: por el Espíritu que nos dio”.
- Verso aleluyático
Nos repite un verbo muy querido por San Juan, sobre todo al tratar la vid y los sarmientos, como veremos en el Evangelio.
Precisamente de allí está tomado este
versículo:
“Permaneced en mí y
yo en vosotros.
El que permanece en
mí da un fruto abundante”.
- Evangelio
Comienza con la gran afirmación con que
Jesús define, de otra forma asequible a nosotros, el “yo soy”.
En la parábola tenemos también una
aplicación muy concreta y más profunda que la que nos daba Isaías:
En ella el dueño de la viña es el Padre,
Jesús es la viña misma y podríamos decir que el Espíritu Santo es la savia, la
vida que va desde el tronco a cada una de las ramas que somos nosotros.
En el plan de Dios todos estamos llamados a
formar parte de esta vid, que es la humanidad participando de la divinidad. De
ahí que Jesús recalque de muchas maneras que hay que “permanecer” unidos en la vid.
Quien permanece, da fruto y fruto abundante
para la vida eterna.
Quien no permanece se seca, lejos de Dios,
y se queda fuera de la salvación.
Amigos, tengamos en cuenta la conclusión
del parrafito de hoy:
Nuestra vida es para glorificar a nuestro
Dios y Creador y Jesús nos advierte que la forma que tenemos de glorificar al
Padre es dar fruto abundante, cosa que solo es posible si estamos unidos al
Hijo y dentro de nosotros abunda la savia del Espíritu Santo: el amor.
José Ignacio Alemany Grau, obispo