5 de abril de 2025

¿PECADORES?, SÍ, PERO ARREPENTIDOS

Jesucristo ha muerto por todos, pero nunca debemos olvidar que para personalizar sus méritos debemos poner los medios que Él nos alcanzó. Entre estos medios, el más importante para poder entrar en la Iglesia de Jesús, tenemos el sacramento del Bautismo y la reconciliación (confesión).

  • Isaías

El profeta recuerda al pueblo de Israel el pasado maravilloso cuando Dios lo liberó de la esclavitud de Egipto y, encontrando la libertad a través del desierto, llegaron a la tierra prometida.

Estos momentos de «la memoria de Israel» nos hablan de la necesidad que tenemos todos los pueblos para recordar los grandes momentos de nuestra historia, no con imaginación y mentira, sino según la verdad histórica.

De esta manera, Israel se gozará siempre en la salida de Egipto como un regalo que Dios les hizo para que pudieran llegar a la tierra prometida.

  • Salmo 125

El salmista reconoce la grandeza y predilección de Dios para con el pueblo de Israel. Quizá todo se resume en estas palabras de la respuesta:

«El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres».

En el resto del salmo, nos cuenta el salmista, el paso del pueblo de Dios de la opresión y persecución en tierra extranjera al regreso cantando, trayendo la felicidad de las gavillas maduras.

  • San Pablo

El apóstol, en su carta a los filipenses, nos cuenta su conversión para pasar del Antiguo Testamento a la experiencia personal con Jesús, hasta tal punto que llega a decir:
«Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor».

Pablo reconoce que no ha llegado a la perfección y que toda la vida seguirá corriendo a ver si la obtiene, pues, está seguro de que Jesús obtuvo la misericordia para él personalmente y nos propone su propio camino para hacerlo nuestro:

«Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome a lo que está por delante, corro hacia la meta para ganar el premio al que Dios, desde arriba, llama en Cristo Jesús».

  • Versículo antes del Evangelio

Escuchemos y meditemos el oráculo del profeta Joel que nos dice:

«Convertíos a mí de todo corazón porque soy compasivo y misericordioso».

Esto lo va a demostrar sobre todo el Evangelio de la acogida de Jesús a la gran pecadora.

  • Evangelio

Jesús se presenta en el templo y todos acudían a Él para escuchar sus enseñanzas.

En uno de estos momentos, los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio. La colocan en medio y le dicen:

«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras. Tú, ¿qué dices?».

Había mucha maldad en aquellos corazones que lo que buscaban era motivos para condenar a Jesús. Como insisten en la pregunta, Jesús los mira, uno por uno, y añade:

«El que esté sin pecado que le tire la primera piedra».

Y como desentendiéndose del todo, escribía en la arena.

Viéndolo inclinado sobre el suelo, «se fueron escabullendo, uno a uno, empezando por los más viejos».

Jesús, al ver que todos se van, pregunta a la mujer:

«Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Ninguno te ha condenado?».

La mujer, avergonzada, contestó:

«Ninguno, Señor».

La misericordia de Jesús no pudo ser más grande para con esta pecadora:

«Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más».

Así es de maravillosa la misericordia. Siempre perdona, sí, pero advierte que es preciso esforzarse para no volver a caer en el pecado.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

 

30 de marzo de 2025

LA ALEGRÍA QUE TRAE LA MISERICORDIA



Este domingo IV de cuaresma se llama
«laetare»; es decir, «alégrense».

En este día el celebrante puede utilizar ornamentos de color rosado, porque como verá el lector, estamos con lecturas que invitan a la alegría.

  • Josué

Narra la alegría de Israel porque ha salido de Egipto, es decir, de la esclavitud y opresión. Y por primera vez celebran con extrema alegría la fiesta de la Pascua.

Lo maravilloso fue que, «al día siguiente de la Pascua, ese mismo día, comieron el fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas».

A continuación, explica Josué que ese mismo día que pudieron comer los frutos de la tierra, dejó de caer el maná con que Dios los alimentaba.

El pueblo vivía la alegría de la libertad y comía los alimentos que podían cosechar ellos mismos.

  • Salmo 33

El salmista canta la alegría que le viene de Dios y que cada uno de nosotros debemos mantener, aprovechando su divina misericordia:

«Gustad y ved qué bueno es el Señor… Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca…

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre».

  • San Pablo

El apóstol se dirige a los corintios y hace una invitación, que en esta cuaresma debemos tener en cuenta todos nosotros:

«En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios».

De esta manera la liturgia quiere que, en este día especial, IV domingo de cuaresma, meditemos por qué debemos reconciliarnos con Dios.

El Padre sacrificó a su Hijo y nos lo dice San Pablo con estas palabras que invitan a reflexionar en profundidad:

«Al que no había pecado, Dios lo hizo expiación por nuestro pecado para que nosotros, unidos a Él, recibamos la justificación de Dios».

  • Versículo evangélico

Exalta el momento de conversión del hijo pródigo recordando la ternura del padre:

«Me pondré en camino a donde está mi padre y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”».

Con estas palabras quiere la liturgia que nosotros nos movamos a pedir misericordia al Padre Dios que es pura bondad.

  • Evangelio

El evangelio de San Lucas se presta a una profunda y larga meditación que les invito a hacer a cada uno de ustedes de una manera personal:

El hijo menor, de los dos que tenía el padre, pide su herencia y recoge todo lo suyo y se va a un país lejano, que el evangelista nos da a conocer con el detalle de que ahí había abundancia de puercos, cosa prohibida en Israel.

Malgasta su dinero y pronto se le acaba. Coincide con un hambre grande que azota aquella región y este hijo, de un señor importante, se ve obligado a buscar un trabajo para subsistir: el más humillante para un israelita, cuidar cerdos.

Es entonces cuando le viene la imagen de lo felices que viven su padre, hermano y trabajadores en su casa. Y en su corazón surgen esas palabras conocidas por todos. Con profunda humildad reconoce:

«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan mientras yo aquí me muero de hambre».

Esta miseria en la que vive le hace retomar el camino de vuelta a su casa.

Él tiene su discurso preparado, pero su anciano padre, cuando lo ve venir, sale corriendo a su encuentro y «se le echó al cuello y se puso a besarlo».

El pródigo pide perdón a su manera y el padre empieza una fiesta.

La parábola habla también del hermano mayor que no acepta el regreso de su hermano y al que su padre tiene que salir a buscar y convencerlo:

«Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo; debieras alegrarte porque este hermano tuyo estaba muerto y lo hemos encontrado…».

Hasta ahí llega la misericordia de Dios que no solamente acoge al pecador, sino que también acoge al envidioso que no comprende el corazón misericordioso de su Padre.

Que este domingo nos ayude a todos a reconocer y agradecer la misericordia del Señor que siempre está pronto a acogernos si volvemos a Él arrepentidos.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista.

22 de marzo de 2025

CUIDEN LA HIGUERA - Tercer domingo de cuaresma

La idea centra que la liturgia nos ofrece en este domingo la encontramos en el Evangelio, según el cual el dueño de un gran viñedo sembró en medio una higuera para gozar de su fruto.

  • Éxodo

Un día que Moisés salió más animado fuera del territorio en el que podían pastar sus ovejas, ingresó en un terreno nuevo, más allá del desierto, y oyó una voz del Señor que decía:

«Quítate las sandalias de los pies pues el sitio que pisas es terreno sagrado».

Entonces Dios se presentó a él con estas palabras:

«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob».

Moisés tuvo miedo de ver a Dios, pero el Señor prosiguió:

«He visto la opresión de mi pueblo… He oído sus quejas… Voy a bajar a librarlos de los egipcios y llevarlos a una tierra fértil que mana leche y miel…».

Comprendiendo que se refería a él, Moisés pregunta:

«Yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les responderé?».

Esta es la maravillosa respuesta del Señor:

«”Soy el que soy”. Esto dirás a los israelitas: “Yo soy me envía a vosotros… Este es mi nombre para siempre. Así me llamaréis de generación en generación”».

De esta manera, a través de Moisés, el pueblo aprendió el nombre y el respeto profundo a su Creador.

  • Salmo 102

El salmista nos habla de la compasión y misericordia de Dios, tan importante siempre y especialmente en este tiempo de cuaresma:

«El Señor es compasivo y misericordioso».

A continuación, invita a bendecir al Señor y alabarlo, afirmando:

«Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades. Él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y ternura.

El Señor es lento a la ira y rico en clemencia».

  • San Pablo

Habla a los corintios de cómo todos los israelitas se beneficiaron de los dones de Dios, pero «la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto».

Y luego, añade: «Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquellos».

«Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro».

  • Versículo evangélico

Es una invitación de la liturgia para que aprovechemos el tiempo cuaresmal a fin de alcanzar la verdadera conversión:

«Convertíos porque está cerca el reino de los cielos».

Esto que debemos tener siempre presente a fin de convertirnos, lo va a repetir de una manera muy especial la liturgia en este tiempo de cuaresma.

  • Evangelio

Después de recalcar a sus oyentes que los muertos por accidente no eran más pecadores que los que quedaron sanos, Jesús termina con una parábola importante:

«Uno tenía una higuera plantada en su viña y fue a buscar fruto en ella, pero no lo encontró.

Dijo al viñador: “Llevo tres años viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala, ¿para qué va a ocupar terreno en balde?”».

Pero el viñador, que se había sacrificado y tomó cariño a la higuera, pidió al dueño:

«Déjala todavía este año. Yo cabaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto, si no la cortas».

Creo que todos entendemos la lección de la liturgia cuaresmal:

Dios nos da un tiempo para la conversión y tenemos que aprovecharlo para llegar, al fin de la cuaresma, al encuentro del Resucitado, con un corazón sin mancha y frutos abundantes.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

15 de marzo de 2025

¡ESCÚCHENLO!

Yo no sé porqué en las grandes oportunidades del encuentro de Jesús con los apóstoles, en el Tabor y en Getsemaní, estaban ellos muertos de sueño:

+ «Pedro y sus compañeros se caían de sueño» (Lc 9,32).

+ «Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. De nuevo se apartó por segunda vez… Y viniendo otra vez los encontró dormidos porque sus ojos se cerraban de sueño» (Mt 26,40.43).


  • Génesis

Nos narra el momento en que Dios hace alianza con Abraham:

«Mira el cielo. Cuenta las estrellas si puedes… Así será tu descendencia».

Luego vemos cómo «cuando iba a ponerse el sol un sueño profundo invadió a Abraham… Cuando llegó la oscuridad… una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Y dijo Dios: “A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al gran río Eufrates”».

Frecuentemente en la Escritura vemos que Dios se autodenomina «luz»

  • Salmo 26

Precisamente este salmo nos dice: «El Señor es mi luz y mi salvación…

Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro… Y siento en mi corazón la voz de Dios que me repite: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro».

  • San Pablo

Enseña, en la carta a los filipenses, que «somos ciudadanos del cielo de donde aguardamos un Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde según el modelo de su cuerpo glorioso».

De esta manera el gran apóstol San Pablo nos recuerda la transfiguración del Señor que reflejaremos en nuestro cuerpo humilde, cuando sea glorificado.

  • Versículo evangélico

En el versículo que sigue a la carta de Pablo tenemos el resumen del Evangelio de este día:

«En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: “Este es mi Hijo, el amado, escuchadlo”».

Tengamos siempre presentes las palabras de Jesús en el Evangelio, según pide el Padre Dios.

  •  Evangelio

Nos cuenta San Lucas la Transfiguración del Señor.

Jesús, con Pedro, Juan y Santiago, sube a lo alto de la montaña para orar. «Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos».

«Pedro y sus compañeros se caían de sueño y espabilándose vieron su gloria…

Moisés y Elías hablaban con Él de su partida».

Y lo más importante para nosotros lo cuenta San Lucas a continuación:

«Se asustaron al entrar en la nube y una voz de la nube decía: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle».

Esas fueron las palabras más importantes que nunca habían oído los apóstoles: El Padre Dios pidiendo que tengamos en cuenta las palabras de su Hijo, el Verbo encarnado.

Es para nosotros también el mensaje de este domingo: escuchar y llevar a nuestra vida todas las palabras de Jesús que nos repiten los evangelistas.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

8 de marzo de 2025

CON LA «PALABRA» VENCEREMOS AL MALIGNO

En este primer domingo de cuaresma, la liturgia nos invita a meditar en la historia de amor de Dios con cada uno de nosotros. Algo así como lo que le sucedió al pueblo de Israel.

  • Deuteronomio

Dios enseñó a Moisés cómo debía ser la actitud de quienes llevaban las ofrendas de sus primicias al templo, para ofrecerlas a Dios:

«El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor».

A continuación, Moisés motiva la entrega con la historia del pueblo de Dios, desde el principio:

«Mi padre fue un arameo errante que bajó a Egipto…».

Después de recordar las misericordias de Dios, el sacerdote dirá al que trajo sus primicias:

«” Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”. Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios».

Procuremos aprender de la generosidad del pueblo de Israel ofreciéndole al Señor los dones y primicias que nos enseñan los «Mandamientos de la santa madre Iglesia».

  • Salmo 90

Ante todo, es importante que recalquemos en nuestra oración estas palabras:

«Quédate conmigo, Señor, en la tribulación…

Tú que habitas al amparo del Altísimo,

que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor:

Refugio mío, alcázar mío, Dios mío confío en ti….

El Señor es bueno y recto…

enseña su camino a los humildes».

  • San Pablo

En la carta a los romanos afirma que «la Palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón».

Según San Pablo estas palabras se refieren al anuncio del Evangelio porque «si tus labios confiesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás».

Importante anuncio para nuestra fe que siempre tiene que apoyarse en Cristo Jesús, enviado del Padre.

  • Versículo antes del Evangelio

Este versículo es muy importante para todos nosotros. Si bien es indispensable el pan para el hombre, más importante es la Palabra de Dios:

«No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»

  • Evangelio

Nos cuenta San Lucas la actividad del diablo pretendiendo tentar a Jesucristo con diversas tentaciones que fácilmente encontramos en nuestra vida:

+ «Si eres hijo de Dios dile a esta piedra que se convierta en pan».

Tentación sobre la gula que Jesús deshecha diciendo: «No solo de pan vive el hombre».

+ Mostrándole todos los reinos del mundo le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí todo será tuyo». Jesús contestó: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto”».

Tentación sobre el ansia de poder que el mundo desea meter en nuestro corazón y Jesús la venció con estas palabras que debemos recordar siempre.

+ Llevándolo sobre el alero del templo: «Si eres hijo de Dios tírate de aquí abajo porque está escrito: “Encargaré a los ángeles que cuiden de ti”».

Jesús termina con esta última tentación con estas palabras: «No tentarás al Señor, tu Dios»

No debemos adorar las cosas que nos rodean ni a nosotros mismos, porque solo Dios es nuestro Señor y Creador.

Frente a la tentación tengamos siempre presente la Palabra de Dios (que la tienes en ti, como dijo San Pablo) como la tuvo Jesús, nuestro modelo, cuando fue tentado por el diablo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

1 de marzo de 2025

SEMILLAS DE LA REVELACIÓN

En este domingo VIII del tiempo ordinario, y ya en vísperas de la cuaresma, la liturgia nos habla, sin usar esta expresión, de «las semillas del Verbo».

La gran verdad es que la fe revelada en su totalidad está solamente en la Iglesia fundada por Jesús, pero en su misericordia y bondad infinita Dios ha querido que haya parte de esta verdad en algunas religiones. A estas verdades llamamos semillas del Verbo que Dios ha esparcido entre todos los hombres para que les sea más fácil llegar a la Iglesia de Jesús.

Como veremos, no quiere decir que porque hay algunas de estas verdades de nuestra fe pueda concluirse que todas las religiones son iguales.

En este sentido, son ejemplares la primera y última lectura de hoy.

  • 1Reyes

Nos cuenta la oración que hizo el rey Salomón al terminar la construcción del templo:

«Los extranjeros oirán hablar de tu nombre famoso. De tu mano poderosa, de tu brazo extendido. Cuando uno de ellos, no israelita, venga de un país extranjero atraído por tu nombre, para rezar en este templo, escúchalo tú desde el cielo…».

  • Salmo 116

El estribillo nos recuerda a todos que por el bautismo somos misioneros:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio».

El salmista pide que la alabanza de todas las naciones glorifique al único Señor:

«Aclamad al Señor todas las naciones».

  • San Pablo

Nos previene que solo hay un Evangelio, es decir, la verdad proclamada por Jesucristo en su vida mortal. Y advirtiendo el peligro de que alguno pueda seguir a personas que han pasado a «otro evangelio», San Pablo, con toda fortaleza, advierte a los gálatas:

«No es que haya otro evangelio, lo que pasa es que algunos os turban para volver del revés el Evangelio de Cristo. Pues bien, si alguien os predica un evangelio distinto del que os hemos predicado (seamos nosotros mismos o un ángel del cielo) sea maldito».

  • Verso aleluyático

Es el amor del Padre que desde la Santísima Trinidad nos envió la salvación por puro amor: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Todo el que cree en Él tiene vida eterna».

  • Evangelio

Nos relata San Lucas que un buen día Jesús entró en Cafarnaúm y llegó a buscarlo un centurión que tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho.

Los motivos del centurión emocionaron a Jesús mucho más que las recomendaciones de los ancianos judíos.

En efecto, el centurión dijo a Jesús:

«Señor, no te molestes pues no soy yo quién para que entres bajo mi techo. Por eso, tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano».

Al oír estas palabras «Jesús se admiró de él y volviéndose a la gente que lo seguía dijo: «os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».

Un centurión que no era israelita ni tenía la fe del pueblo de Dios se convierte en modelo de fe para todos nosotros y la liturgia ha querido recordárnoslo antes de recibir la Eucaristía, cuando decimos: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme».

Que las pequeñas verdades que podamos encontrar por el camino no nos alejen, más bien nos acerquen a la verdad plena que es Cristo, que dijo de sí mismo:

«Yo soy la Verdad».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

23 de febrero de 2025

¿UN AMOR DIFÍCIL?

Jesús propone cosas muy sencillas, pero a la hora de la verdad nos resultan muy difíciles. Casi imposibles a nuestra manera de ser.

  • Libro 1 de Samuel

Empieza con el ejemplo de un amor muy grande de David a Saúl. En efecto, el hagiógrafo cuenta cómo un día Saúl salió persiguiendo a David con tres mil soldados israelitas.

No sabemos cómo David y Abisay fueron de noche al campamento cuando Saúl dormía. No fueron vistos por nadie.

Saúl tenía a la cabecera la lanza, y estaba profundamente dormido.

Abisay dice a David: «Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada. No hará falta repetir el golpe».

David replicó: «No lo mates. No se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor».

Tomando la lanza, David cortó el vestido del rey, tomó el jarro de agua que había a la cabecera de Saúl y se marcharon sin ser vistos.

Nos cuenta la Escritura cómo David cruzó a la otra parte. Se plantó en la cima del monte y gritó a Saúl: «Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla…».

Saúl perdonó a David, abrumado por su gran caridad.

Un ejemplo extraordinario de fidelidad al rey que, en hasta ese momento, era su enemigo.

  • Salmo 102

Habla de la misericordia del Señor que es «compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos paga como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas… Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los fieles».

  • San Pablo

En la carta a los corintios San Pablo nos advierte la diferencia que hay entre el hombre natural «ser animado», Adán, y el hombre espiritual, Cristo, resucitado, «espíritu que da vida».

Ese hombre, criatura de Dios, llegará a ser imagen de Dios, cuando haya alcanzado su plenitud en la resurrección: «Nosotros que somos imagen del hombre terreno seremos también imagen del hombre celestial», de Cristo Jesús.

  • Verso aleluyático

Nos recuerda el mandamiento de Jesucristo en la última cena:

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». No es fácil para nuestra manera de ser, pero es el distintivo del cristiano según la exigencia de Jesús.

  • Evangelio

El evangelio de San Lucas nos habla del amor que Jesús quiere para sus discípulos.

No se trata precisamente de un amor puramente humano, sino «de tratar a los demás como queréis que ellos os traten. Pues si amáis solo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman».

El distintivo cristiano es este. Así hemos entendido el amor cristiano que no consiste en un simple cariño humano sino en cumplir este mandamiento:

«Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada. Tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo que es bueno con los malvados y desagradecidos».

Finalmente, Jesús nos invita a parecernos al Padre Dios que tiene compasión de todos y nos concreta este amor con estas palabras:

«No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: os verterán una medida generosa…

La medida que uséis la usarán con vosotros».

Por aquí va el amor cristiano, según el pedido de Jesucristo.

Amemos y seremos semejantes a Dios en cuanto puede una simple criatura.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

15 de febrero de 2025

BENDITOS SEAN LOS BUENOS

Durante miles de años la humanidad ha buscado el bien y ha bendecido a los que lo procuran. Veamos como la liturgia de hoy nos presenta a los buenos en sus distintas acciones.

  • Jeremías

En el breve párrafo define claramente a unos hombres como malditos y a otros como benditos.

El grupo de los primeros pone su confianza en el hombre y su valor en la fuerza, apartando el corazón de Dios.

A este hombre ruin lo compara con un cardo en el desierto.

Por otra parte, están las bendiciones especiales para los hombres «que ponen en el Señor su confianza». Estos son comparados a un árbol que entierra sus raíces en el agua y así permanece siempre fecundo.

  • Salmo 1

Presenta las alabanzas al hombre «que ha puesto su confianza en Dios». Este hombre será siempre feliz porque no sigue el consejo de los malvados «ni entra por la senda de los pecadores». Este hombre que cumple la voluntad de Dios se asemeja «a un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas».

Una vez más lo compara con el hombre malvado que «será paja que arrebata el viento».

El salmo termina hoy comparando el camino de los justos que protege el Señor, con el camino de los impíos que siempre acaba mal.

  • San Pablo

La segunda lectura está tomada de la Carta a los corintios. En ella afirma que la muerte de Cristo, resucitado de entre los muertos, es una verdad que nunca podremos negar.

Luego el apóstol confirma la resurrección de Cristo frente a algunos que niegan la resurrección y a los cuales no podemos seguir porque sin la resurrección de Cristo no tiene sentido ni es posible nuestra salvación.

La última afirmación de Pablo es muy importante en este día: «Cristo resucitó de entre los muertos el primero de todos».

  • Verso aleluyático

Jesucristo nos invita a alegrarnos y a saltar de gozo porque confiamos en la recompensa que dará a nuestras buenas obras: «Alegraos y saltad de gozo porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

  • Evangelio

San Lucas nos presenta a Jesucristo subido en el monte, con sus doce apóstoles, y dirigiéndose a una gran multitud proclamando las famosas bienaventuranzas:

«Dichosos los pobres porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre porque quedaréis saciados…».

Después de detallar unas bienaventuranzas positivas, pasa a resaltar su proclamación para que evitemos la posible condenación:

«Ay de vosotros los ricos porque ya tenéis vuestro consuelo. Ay de los que ahora reís porque haréis duelo y lloraréis. Ay si el mundo habla bien de vosotros. Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas».

La lección que nos da hoy San Lucas es más breve que las de las bienaventuranzas del evangelio de San Mateo, pero son suficientemente claras para definir el futuro de los que siguen las enseñanzas de Jesús frente a quienes siguen el capricho de los malvados.

¿Y tú, en qué bando estás?

¡Bendito sean los buenos!… Que, aunque el mal haga ruido, ¡sabemos que hay mucha gente haciendo el bien!

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

8 de febrero de 2025

GRANDEZA DE DIOS Y PEQUEÑEZ DEL HOMBRE


La verdad es que el pecado nos hace conocer la indignidad de nuestro pobre ser frente 

a la grandeza de Dios.

El camino de vuelta a Dios es la purificación con el gran sacramento de la penitencia. 

Hoy vemos la indignidad que sienten Isaías, por un lado, y Pablo y los apóstoles, por otro, 

frente a la grandeza de Dios y de Cristo.

  • Isaías

Oye la grandeza de Dios cuando cantan los serafines:

«Santo, Santo, Santo, el Señor de los ejércitos. La tierra está llena de su gloria».

El gran profeta experimenta una profunda humildad y no se atreve a presentarse ante 

el Señor:

«¡Ay de mí que estoy perdido!, yo hombre de labios impuros, que habito en medio de un 

pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos».

En aquel momento uno de los serafines vuela hasta el profeta con un carbón encendido 

en la mano… «lo aplicó a mi boca y me dijo: mira, esto ha tocado tus labios, ha 

desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».

Cuenta el mismo profeta que Dios preguntó:

«¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?».

Isaías, al sentirse purificado, contestó: «¡Aquí estoy! ¡Mándame!».

  • Salmo 137

«Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor… Que te den gracias los reyes de la tierra 

al escuchar el oráculo de tu boca. Canten los caminos del Señor porque la gloria del 

Señor es grande».

La misma grandeza del Señor purifica al salmista que siente que el Señor completa sus 

favores con él:

«Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos».

  • San Pablo

Reconoce la grandeza del Verbo encarnado y de su enseñanza:

«Lo primero que yo os transmití tal como lo había recibido es que Cristo murió por 

nuestros pecados, según las Escrituras. Que fue sepultado y que resucitó al tercer día 

según las Escrituras. Que se apareció a Cefas y más tarde a los doce».

Humildemente reconoce ante los corintios que, Jesús resucitado, después de 

aparecerse a los demás apóstoles, «por último se me apareció también a mí».

Esta visión de Jesucristo resucitado es lo que mueve al apóstol a anunciar a su Señor, a 

tiempo y a destiempo.

  • Verso aleluyático

Es una invitación de Jesucristo a los apóstoles a los que, a pesar de sus limitaciones, 

dice con toda libertad:

«Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres».

  • Evangelio

Nos cuenta San Lucas cómo la multitud se agolpaba alrededor de Jesús para oír la 

Palabra de Dios, estando Él a orillas del lago de Genesaret:

«Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla, subió a la barca de Simón… y le pidió 

que la apartara un poco de tierra. Así, sentado en la barca, comenzó a enseñar».

Sabemos que Jesús cuando acabó de hablar dijo estas famosas palabras a Pedro:

«Rema mar adentro y echa las redes para pescar».

Simón reconoce que en toda la noche no han pescado nada, pero en la palabra del Señor 

echará la red.

La pesca fue tan fabulosa que llenaron las dos barcas y Pedro, al ver este prodigio, dijo 

a Jesús:

«Apártate de mí que soy un pecador y es que el asombro se había apoderado de él y de 

los que estaban con él».

Ante este profundo acto de humildad de San Pedro, Jesús termina el relato diciéndole:

«No temas, desde ahora serás pescador de hombres».

Aquel momento fue tan importante que después del acto de humildad de Pedro y 

posiblemente también de los otros apóstoles, dejaron todo para seguir definitivamente 

a Jesús.

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

1 de febrero de 2025

EL SEÑOR ME HA ENVIADO

Podemos pensar que no tenemos que hacer nada en este mundo. Más todavía, a veces se nos ocurre perder el tiempo como el único fin de nuestra vida.

Pero no es así. Todos tenemos una misión importante que cumplir.

  • Jeremías

A él le dice Dios: «Antes de formarte en el vientre, te escogí».

Cada uno tiene una misión y Dios nos pide valentía para realizarla:

«No les tengas miedo que, si no, yo te meteré miedo de ellos.

Yo te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro… Frente a los reyes y príncipes de Judá.

Lucharán contra ti, pero no te podrán porque yo estoy contigo para librarte».

Qué bueno es que tengamos una misión puesta por Dios que conoce nuestras posibilidades y contamos con Él, siempre que actuemos en su nombre.

Sé valiente, Dios está contigo.

  • Salmo 70

El salmista cuenta con Dios y en Él encontrará siempre la fortaleza para luchar:

«A ti, Señor, me acojo. No quede yo derrotado para siempre. Tú que eres justo líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído y sálvame».

Frente a las dificultades de la vida, fácilmente decimos y lo hacemos: «tirar la toalla».

Sin embargo, frente a todas las dificultades decimos:

«Sé tú mi roca de refugio, el baluarte donde me salve. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud».

Con el profeta Jeremías podemos decir:

«En el vientre materno ya me apoyaba en ti. En el seno tú me sostenías».

Contamos con todas las fuerzas de Dios para vencer el mal que podamos encontrar en el camino.

  • San Pablo

Como consejo, nos dice:

«Ambicionad los carismas mejores, y aún les voy a mostrar un camino excepcional.

Aunque hablará todos los idiomas y tuviera el don de profecía, conociendo todos los secretos, si repartiera en limosnas todos mis bienes… lo más importante de todo es el amor.

El amor es paciente, afable, no tiene envidia, no presume ni se engríe, no es mal educado ni egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del mal…

Disculpa sin límites, cree sin límites».

Aunque todo pase, nunca pasará el amor.

La fe, la esperanza, pasarán.

Pero lo más grande que no pasará nunca es el amor.

  • Verso aleluyático

Nos enseña así: El Señor me ha enviado a dar la buena nueva a los pobres, a anunciar la salvación a los cautivos y la libertad verdadera a todos.

Qué importante es sentirse libre y dedicarse a hacer libres a todos los que siguen a Dios.

  •  Evangelio

El evangelio nos lleva otra vez a Nazaret. Recordemos que Jesús está en la sinagoga y, después de haber leído el texto de Isaías, proclama ante todos los vecinos de su pueblo:

«¡Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír!».

Es importante ver cómo se voltea totalmente la opinión de un pueblo, que al principio ha admirado a su paisano y ahora quiere apedrearlo y lo conduce fuera de la sinagoga para despeñarlo y arrojarle piedras encima.

Pero, «Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba».

Está claro que se cumplen sus palabras doloridas:

«Ningún profeta es bien mirado en su tierra».

Esto le duele mucho a los de Nazaret, sobre todo cuando Jesús los compara con el profeta Elías que solo hizo un milagro en favor de la viuda de Sarepta y a Eliseo que, aunque había muchos leprosos en su tiempo, solamente curó a Naamán el sirio.

De esta manera, Jesús pudo hacer muchos milagros en su pueblo, pero no los hizo por su falta de fe.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista