El primero es la liturgia del día, el segundo la lección humana de los magos y el tercero la lección de fe de ellos mismos. Espero que nos aproveche para nuestro crecimiento en las relaciones con Dios.
I La liturgia
- Isaías
El gran profeta se ilusiona admirando
la belleza de Jerusalén con la luz del Señor que se realizará algún día con la
venida de múltiples pueblos y reyes que harán famosa a Jerusalén.
Todo esto envuelto con la gran
luz que brota del mismo Dios:
«Levántate, brilla Jerusalén que
llega tu luz, la gloria del Señor amanece sobre ti».
El profeta sueña con el momento
en que vendrán los reyes trayendo incienso y oro a la gran ciudad.
- Salmo responsorial 71
«Recoge la misma idea: los reyes de Tarsis y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Saba y Arabia le ofrecerán sus dones…»
- San Pablo
Hace la gran revelación al enseñar su conocimiento y la seguridad de que la salvación no va a ser solamente para el pueblo de Israel, sino también para los gentiles que participarán «de las promesas en Jesucristo por el Evangelio».
- Verso aleluyático
Canta la alegría de los Magos al ver la estrella de Jesús y su camino para encontrarse con el Redentor.
- El Evangelio
Lo meditaremos en las dos partes siguientes de esta reflexión.
II La búsqueda humana de los Magos
Nos cuenta San Mateo que unos Magos
advertidos milagrosamente por Dios del nacimiento del Mesías se pusieron en
camino. Estos “magos de Oriente” ponen todos los medios humanos para
encontrarse con el Mesías: durante un tiempo se preparan buscando entre las
estrellas los signos del cielo que hablan del Mesías. Después, toman unos
obsequios especiales para llevárselos a este Mesías que desconocen en realidad.
Finalmente se ponen en camino
pensando que el recién nacido debe estar en el palacio del rey que era entonces
Herodes.
Llegados a Jerusalén preguntan: «¿Dónde
está el Rey de los judíos que ha nacido?». Ellos están muy seguros «porque
hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse Herodes «se
sobresaltó y todo Jerusalén con él».
Como no sabía nada convocó a los
sumos sacerdotes y escribas del país y les preguntó qué decían las escrituras
sobre el nacimiento del Mesías. Ellos contestaron que en Belén de Judá y le
citaron al rey la profecía muy conocida por ellos:
«Y tú Belén, tierra de Judea no
eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un
jefe que será el pastor de mi pueblo Israel».
Siguiendo en este ambiente,
Herodes, con astucia y maldad, habla en secreto con los magos para que le digan
cuándo apareció la estrella y los mandó a Belén diciendo «id y averiguad
cuidadosamente que hay del niño y cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo
también a adorarlo».
Los Magos después de oír al rey se ponen en camino hacia Belén.
III Lección de fe
Cuando han puesto todos los
medios humanos interviene Dios: «De pronto la estrella que habían visto salir
comenzó a guiarlos hasta que vino a posarse encima de donde estaba el niño» que
ya no estaba en una cueva, sino en una de las casitas de Belén.
Al ver la estrella los magos se
llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, «vieron al niño con María su
madre...».
Ahora sí, admiramos la grandeza
de Dios que tocó el corazón de aquellos hombres:
«Cayeron de rodillas y lo
adoraron».
Admirable poder de la gracia que
les hizo conocer que, en aquel niñito, aparentemente como otro cualquiera,
estaba el Señor.
Después abriendo sus cofres le
ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
En estos regalos ve la Iglesia
simbolizados en el oro la realeza, en el incienso a Dios y en la mira al hombre
que sufre.
Para completar la escena termina
San Mateo diciendo que los magos «habiendo recibido en sueños un oráculo para
que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino».
Amigos, la gran lección de los
magos consiste en que tenemos que poner todos nuestros medios humanos para
actuar y cuando el Señor lo crea conveniente pondrá, si es preciso, medios
sobrenaturales para que realicemos nuestra misión.
José Ignacio Alemany Grau, Obispo Redentorista