Una de las cosas que más nos agradan es encontrarnos con una persona agradecida que con sinceridad manifiesta su gratitud
Hoy la liturgia nos presenta un ejemplo de gratitud que conmueve, y también un ejemplo de la ingratitud que nos desagrada a todos.
- Libro 2 Reyes
Naamán es un hombre
agradecido de corazón. Tiene una grave enfermedad, su cuerpo cubierto de lepra.
Ha recorrido todos los medios y divinidades de aquel tiempo para que lo sanen y,
finalmente, llega a Israel donde se encuentra con el profeta Eliseo. Le pide
con humildad la sanación y, aunque parezca un poco sin sentido, Naamán «se bañó
siete veces (en el Jordán) como había ordenado el profeta Eliseo, y su carne
quedó limpia de la lepra como la de un niño».
Naamán regresa
buscando al profeta de Dios para agradecerle y, al mismo tiempo, para reconocer
la divinidad del Dios de Israel: «Ahora reconozco que no hay Dios en toda la
tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor».
Eliseo rechazó su
regalo.
Y dijo Naamán: «Entonces,
que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas, porque
en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otro Dios
fuera del Señor».
Aquí encontramos un modelo de gratitud por parte de Naamán y también el ejemplo de un auténtico profeta del Señor.
- San Pablo
El apóstol habla a
su discípulo Timoteo y le pide: «Haz memoria de Jesucristo resucitado de
entre los muertos...».
Después de
describir sus sufrimientos por los elegidos, explica el motivo de estos: «Para
que ellos también alcancen la salvación lograda por Cristo Jesús con la gloria
eterna».
Y añade unas
palabras que han quedado grabadas como guía para la vida del cristiano: «Es
doctrina segura: si morimos con Él, viviremos con Él. Si perseveramos,
reinaremos con Él. Si lo negamos, también Él nos negará. Si somos infieles, Él
permanece fiel porque no puede negarse a sí mismo».
Tengamos en cuenta estas palabras para aprender a vivir y a cosechar lo que hayamos sembrado.
- Verso aleluyático
Es san Pablo quien nos aconseja en este domingo en que reflexionamos sobre el agradecimiento cuál es la voluntad de Dios: «Dad gracias a Dios en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros».
- Evangelio
Un buen día Jesús se
encontró con diez leprosos que le suplicaban: «Jesús, Maestro, ¡ten
compasión de nosotros!».
Conmovido, Jesús
les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes».
Era lo que
prescribía la ley cuando uno se curaba de lepra.
Obedientes a la
Palabra de Jesús, fueron los diez a mostrarse limpios de la lepra. Pero luego
solamente uno de ellos, y este samaritano, volvió a donde estaba Jesús para
agradecerle.
La respuesta espontánea
de Jesucristo fue: «¿No han quedado limpios los diez? ¿Los otros nueve dónde
están? ¿No ha habido más que este extranjero para dar gloria a Dios?».
Todo termina con la
felicitación implícita de Jesucristo por el agradecimiento de este extranjero: «Levántate,
vete; tu fe te ha salvado».
En la vida
ordinaria hay mucha gente desagradecida y la verdad es que después de hacer un
esfuerzo por ellos, resulta doloroso reconocer su ingratitud.
Tengamos presente
además que el encuentro sincero con Jesús cura no solamente el cuerpo sino
también el alma.
Si vivimos en la
amistad de Dios se lo debemos a Jesús porque es nuestro Redentor y porque
expresamente nos ha llamado amigos.