No podemos comprender el gozo de Jesús cuando en plena agonía en la cruz, y de cara al Padre Dios, en el momento trascendental de su paso a la eternidad, pudo decir:
«Todo está
cumplido».
También en vida lo
dijo de Él el pueblo sencillo.
Vivamos de modo que podamos repetir lo mismo nosotros.
- Isaías
Sabemos que sus
profecías se llaman el «quinto evangelio» por la exactitud de lo que predijo.
Precisamente, el
párrafo de hoy podemos aplicarlo a los tiempos y milagros de Jesús.
Isaías anima a
todos a no ser cobardes de corazón:
«Sed fuertes y no
temáis».
A continuación, va
describiendo las maravillas que sucederán con este siervo de Yavé y que veremos
que las cumple exactamente Jesús:
«Se despegarán los
ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo,
la lengua del mudo cantará».
Todo esto es comparado por el profeta con un desierto reseco convertido en un manantial.
- Salmo 145
El salmista nos
invita a alabar a Dios.
Ten presente que
entre las obligaciones más importantes que tenemos para con el Creador están la
alabanza, la adoración, la acción de gracias…
Hoy alabamos a Dios
porque mantiene su fidelidad perpetuamente.
Porque da pan a los
hambrientos y liberta a los cautivos.
Las maravillas de Dios con los hombres las vemos ahora realizadas por el mismo Dios en Cristo Jesús.
- Santiago
Nos previene para
que no caigamos en la tentación de vivir la religión marcando diferencias,
según las riquezas de cada uno. Nos presenta un ejemplo:
«Veis un hombre
bien vestido y decís: “por favor siéntate aquí en el puesto reservado”. Al
pobre, en cambio, le decís:
“Estate ahí de pie
o siéntate en el suelo”».
Nos advierte el apóstol que pensemos que Dios «ha elegido a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman».
- Verso aleluyático
Alabamos a Dios por
los dos medios que empleamos a la hora de evangelizar: los milagros que atraían
a los pobres, enfermos, posesos, y el anuncio del reino para todos:
«Jesús proclamaba el evangelio del reino curando las dolencias del pueblo».
- Evangelio
Nos encontramos con
un milagro contado por San Marcos con unos detalles que, sin duda, le debió
contar San Pedro, que, al tener mucha imaginación, se fijaba en ellos.
Jesús hace uno de
los milagros que profetizó Isaías.
Sanó a un sordo que
apenas podía hablar. Lo hace de esta manera:
(1)
Lo aparta de la gente,
(2) le mete
los dedos en los oídos,
(3) con la
saliva le toca la lengua,
(4) y dice:
«¡Effetá!, esto es, “Ábrete”».
«Al momento se le
abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin
dificultad».
Admiramos la
reacción de la gente sencilla que comentaba:
«Todo lo ha hecho
bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Procuremos hacer el
bien, lo mejor que podamos, para imitar en algo a nuestro Señor Jesús.
José Ignacio Alemany Grau, obispo