- Libro de la Sabiduría
«Acechemos la
justo…».
El libro de la
Sabiduría descubre proféticamente lo que hará un día el pueblo de Dios con el
Mesías.
Estremecen los
detalles que describe y termina justificando a los malos en su conducta, al
decir:
«Dicen que hay quién
se ocupe de él».
Pues si Dios
responde a tanta maldad resucitando a ese justo maltratado, según dicen los
malvados:
«Si es el justo
hijo de Dios lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos».
Para justificarse, se dicen también los malvados: «Lo someteremos a la prueba de la afrenta y a la tortura para comprobar su moderación y apreciar su paciencia».
- Salmo 53
El salmista
describe la confianza del hombre justo del que habla hoy la Sabiduría.
Ante todo, aparece
clara la fe y la confianza que tiene en Dios el justo maltratado:
«Oh Dios, sálvame
por tu nombre. Sal fiador por mí… Porque unos insolentes se alzan contra mí y
hombres violentos me persiguen a muerte… Pero Dios es mi auxilio, el Señor
sostiene mi vida».
Cuántos fieles de la Iglesia de Dios, desconocidos por este mundo que está de espaldas a Dios. Sobre todo, en África donde se multiplican los mártires. Confiamos que serán semilla y, un día, la luz de la Iglesia vendrá, sobre todo, de ese continente.
- Santiago
El apóstol nos
dice:
«Busca la paz,
siembra la paz y su fruto es la justicia».
Sin embargo, en el
mundo hay muchas envidias y rivalidades que son la causa de tanto desorden y de
toda clase de males.
Nuestras pasiones
son la causa de guerras y asesinatos.
«En cambio, la
sabiduría que viene de arriba es pura y amante de la paz, comprensiva, dócil,
llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera».
En la oración bien hecha encontraremos esa sabiduría que viene de lo alto.
- Verso aleluyático
Si queremos gozar
de la gloria de Jesús sigamos fielmente sus enseñanzas en el Evangelio:
«Dios nos llamó por medio del Evangelio para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo»
- Evangelio
La verdad es que
encontramos en este párrafo evangélico grandes contradicciones.
Por un lado, Jesús
profetiza:
«El Hijo del hombre
va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán y, después de muerto, a
los tres días, resucitará».
Los discípulos
están en su mundo y no entienden o no quieren entender lo que anuncia Jesús.
Por eso, cuando
llegaron a Cafarnaúm, Jesús les preguntó: «¿De qué hablaban por el camino?».
No se atrevieron a
contestar porque les dio vergüenza decir que, mientras Jesús hablaba de
sufrimiento, ellos discutían «quién era el más importante» en el reino
del que hablaba su Maestro.
El Señor les dijo: «Quien
quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y para enseñarlo de
una manera más plástica, colocó en medio de ellos a un niño, lo abrazó y les
dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí y el que
me acoge a mí, no me acoge a mí sino al que me ha enviado».
Este será siempre
el camino de la perfección: por la sencillez de un niño, llegar a través de
Jesús, a la Santísima Trinidad.
José Ignacio Alemany Grau, obispo