Jesús, el Maestro, va por delante. Cargando una cruz dolorosa hasta morir en ella.
Pero va seguro de
sí mismo y del respaldo de su Padre Dios.
Muy difícil de entender para Pedro y para todos los poderosos de hoy y de siempre.
- Isaías
En este capítulo
mesiánico Isaías nos ofrece una visión profética del Mesías.
Ante todos los
sufrimientos que tuvo que pasar estaba seguro de Dios y, por eso, el párrafo
está lleno de confianza.
Sufriremos en la
vida, pero si lo hacemos con Dios y por Él, también podremos repetir: «Tengo
cerca mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo
contra mí? Que se me acerque.
Mirad, el Señor me
ayuda, ¿quién me condenará?»
Con fe recemos el salmo 114 que abunda en el mismo pensamiento de Isaías.
- Salmo 114
«Amo al Señor
porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo
invoco.
Me envolvían redes
de muerte… Invoqué el nombre del Señor… El Señor es benigno y justo, nuestro
Dios es compasivo…
Arrancó mi alma de
la muerte, mis ojos de las lágrimas, mi pie de la caída».
Por eso, «caminaré en presencia del Señor en el país de la vida».
- Santiago
Nos enseña que la
fe no puede ser auténtica si no va unida a la caridad.
Las tres virtudes
teologales son inseparables. Por eso la lógica del apóstol Santiago: «Tú
tienes fe y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras y yo, por las obras, te
probaré mi fe».
Los grandes santos que hicieron magnas obras de caridad de servicio al prójimo fueron hombres y mujeres de fe y oración.
- Verso aleluyático
San Pablo nos enseña que para él el único motivo que tiene para gloriarse es seguir a Cristo crucificado: «Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del Señor en la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo».
- Evangelio
San Marcos nos refiere
hoy el encuentro especial de Jesús con los discípulos en Cesarea de Filipo.
Quiere saber hasta
qué punto han llegado a penetrar en lo que significa la presencia de Jesús en
el mundo:
+ «¿Qué dice la
gente de mí?». Muy fácil respuesta. Todos hablan.
+ «¿Qué dicen
ustedes?». Solo Pedro habla: «Tú eres el Mesías».
+ Jesús profetiza a
los apóstoles su propio futuro: la cruz, muerte y resurrección.
+ Pedro lo lleva
aparte para disuadirlo.
Jesús se vuelve
hacia todos para que le oigan y corrige severamente a Pedro:
«Quítate de mi
vista, satanás. Tú piensas como los hombres no como Dios» (un día
Pedro lo entenderá y se dejará crucificar como su Maestro).
Si el camino de
Jesús es la cruz recordemos su enseñanza:
«El que quiera
venir en pos de mí que tome su cruz y que me siga».
Si queremos pensar
como Dios tenemos que leer y meditar frecuentemente el Evangelio de Jesús.
José Ignacio Alemany Grau, obispo