En esta semana que la liturgia llama «santa» porque en ella se encierra el Triduo Pascual, entremos con fe profunda en las reflexiones y lecturas que nos presenta.
Lo que recordaremos en este domingo con amor ya sucedió y ahora Jesús está glorificado en el cielo y en la Eucaristía, pero recordamos con mucha gratitud su entrega por nosotros, en la liturgia de esta semana que comienza con el Domingo de Ramos.
- Procesión de ramos
Antes de celebrar
la Eucaristía de este domingo, los fieles suelen ir a una plazuela o un templo
menos importante para celebrar allí la bendición de los ramos y salir luego
cantando en procesión a la parroquia.
El pequeño
evangelio que leemos en ese momento es de Mateo.
Jesús, montado en
un pollino, entra en la ciudad de Jerusalén y los que lo acompañan, cortando
ramas de olivos y de palmeras, lo van aclamando:
«¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosanna en el cielo!».
Según San Mateo la
gente se preguntaba:
«¿Quién es este?»
Procuremos, nosotros, durante esta semana contestar a esa pregunta que siempre nos interpela y exige una respuesta.
- Isaías
En esta profecía nos
presenta a Jesús como un discípulo fiel:
«Ofrecí la espalda a los que me apaleaban. Las mejillas a los que mesaban
mi barba. No me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos…».
Este siervo del
Señor, a pesar del terrible sufrimiento, venció todos los ultrajes con la
fuerza de Dios.
Ante cualquier dolor recordemos al Maestro y contemplemos su ejemplo.
- Salmo 21
Viene a ser un
resumen del dolor de Cristo en la crucifixión cuando, de hecho, exclamó el
viernes santo en el Calvario desde la cruz:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
A continuación, el
salmo describe muchos detalles que se realizaron en la pasión del Señor:
«Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te
quedes lejos. Fuerza mía ven corriendo a ayudarme».
Un salmo para los momentos duros de la vida.
- San Pablo
Nos invita a
meditar en la profundidad del misterio del dolor de Cristo en la crucifixión. A
pesar de ser Dios todopoderoso, actuó como un hombre cualquiera soportando la
humillación de la cruz.
Ya desde ahora la
liturgia, con palabras de esta carta de Pablo a los Filipenses, nos habla de la
glorificación de Jesús para que, desde el principio, estemos seguros del
triunfo porque además de siervo humilde es verdadero Dios y su Padre lo
glorificó:
«Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el
Nombre-sobre-todo-nombre de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo».
Y finalmente, nos
pide a todos que glorifiquemos a nuestro Redentor:
«Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre».
- Versículo de aclamación
En varios momentos
de este día la liturgia nos repite estas palabras:
«Cristo por nosotros se sometió incluso a la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre».
- Evangelio
En el ciclo A la
liturgia nos presenta el relato de San Mateo. Les invito a todos a meditar con
profundidad, y ojalá en familia, los hechos que más les llamen la atención.
De toda esta
lectura de la pasión de Jesús será bueno concluir estas palabras:
«Así se ama».
Y que todos
aprendamos de Él a amar.
Si queremos
aprender a amar veamos los detalles del amor en nuestro Señor y Redentor
Jesucristo.
El evangelista
termina el relato de su larga pasión con estas palabras:
«Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la
vigilancia del sepulcro».
No contaban con el
poder de Dios que tenía Jesús y que quedó bien claro a los tres días.
José Ignacio Alemany Grau, obispo