«Creo en la resurrección de los muertos y la vida eterna».
El Evangelio nos
hablará de una de las resurrecciones que hizo Jesús manifestando su poder porque
en su vida resucitó a Lázaro y también al hijo de la viuda de Naím y a la niña
de Jairo.
La verdad es que con
eso Jesús mostró su poder, pero no nos hace felices a nosotros porque los tres
resucitados murieron más tarde.
Sí nos hace felices hoy la conversación de Marta con Jesús.
Ezequiel
Según el profeta,
cuando el Señor abra vuestros sepulcros «sabréis
que yo soy el Señor» y «os infundiré
mi Espíritu y viviréis».
Este Espíritu que lo transforma todo es, evidentemente, el Espíritu creador de Dios.
Salmo 129
En la bondad de Dios confiamos porque «del Señor viene la misericordia, la redención copiosa y Él redimirá a Israel de todos sus delitos» y Él nos resucitará como ha prometido.
San Pablo
Nos asegura que «no
estamos sujetos a la carne, sino al Espíritu ya que el Espíritu habita en
nosotros».
Al estar sujetos al
Espíritu de Dios, somos de Cristo. Ese es el gran regalo de la gracia
santificante que recibimos en el bautismo.
Con este sacramento
nos vienen todos los bienes de Dios. Uno de estos bienes es que «si el Espíritu que resucitó a Jesús de
entre los muertos habita en nosotros», también hará en nosotros lo que hizo
en Él: resucitarnos.
«Vivificará nuestros cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita
en nosotros».
Tengamos bien presentes estos motivos para creer en la resurrección de la que siempre nos habla la Iglesia.
Verso de aclamación
Pide que nos
alegremos en el Señor por lo que es central en nuestra fe y nos presenta el
Evangelio del día:
La grandeza de
Jesús que no solo tiene la resurrección, sino que su esencia es ser
resurrección y, por tanto, vida siempre:
«Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí no morirá para siempre».
Evangelio
Amigos todos, les
invito a meditar el Evangelio de este día, que es el capítulo 11 de San Juan, y
ojalá puedan hacerlo con toda la familia, ya que se trata de un capítulo muy
importante y de mucha esperanza. En él encontrarán la fuerza para creer,
esperar y amar a Dios que nos dio a Jesucristo nuestro Salvador.
San Juan nos cuenta
que Jesús, conscientemente, retrasó su ida a Betania, aunque sabía que Lázaro
estaba grave.
Las hermanas de Lázaro
le envían un mensaje urgente:
«Señor, tu amigo está enfermo».
Pasa el tiempo y
Jesús llega con sus discípulos a Betania cuatro días después de la muerte de su
amigo.
Admiremos la fe
profunda de esta mujer en su conversación con Jesús:
+ «Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
+ «Tu hermano resucitará».
+ «Sé que resucitará en la resurrección del último día».
(Esta es nuestra fe).
Jesús (imponente),
afirma:
+ «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya
muerto vivirá. Y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees
esto?».
Nosotros este
domingo, con santa Marta, repetimos con fe profunda y segura.
Tú y yo decimos con
Marta:
«Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía
que venir al mundo».
Llega María, la
hermana menor, y Jesús, siendo testigo del dolor de esta familia tan querida,
llora varias veces. Es muy divino, pero también muy humano.
Los mismos judíos comentan:
«¡Cómo lo quería!».
Llegan ante la
tumba de Lázaro y Jesús hace una preciosa oración de agradecimiento al Padre,
antes del milagro, para que aprendamos también nosotros a pedir, con tal
seguridad, que agradezcamos antes de recibir lo que pedimos:
«Padre, te doy gracias, porque me has escuchado; yo sé que me escuchas
siempre...
Jesús gritó con voz potente: Lázaro, ven fuera».
Lázaro sale del
sepulcro y hay fiesta en la familia y en el pueblo.
Fortalezcamos hoy
nuestra fe en la resurrección con estas palabras de Pablo:
«Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón
que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás».
José Ignacio Alemany Grau, obispo