El
primer ejemplo es Jeremías. Cuando el profeta recibió el mensaje de Dios lo
repetía al pueblo, aunque le amenazaran con la muerte.
El
segundo es Jesucristo que, como decía San Pablo, nos dará en sus ojos de
Redentor las respuestas a nuestras interrogantes.
El tercero es el Espíritu Santo, ese fuego que Jesús ansía prender en el mundo.
- Jeremías
Jeremías
es el profeta que más sufrió por ser fiel.
Por su
parte, Dios cumplirá siempre su Palabra librándole de las amenazas y peligros
que se le presentaban frecuentemente.
La
lectura de hoy nos presenta al rey Sedecías que se ve sin fuerzas frente a los
nacionalistas exacerbados. Es un problema que vemos continuamente a lo largo de
la historia.
En el
caso concreto, sucedió que los revolucionarios pidieron a Sedecías matar a
Jeremías. Para ello querían meterlo en un aljibe que, sin agua, tenía un barro
en el que se hundiría, no podría salir y moriría de hambre.
Fue
entonces cuando Ebemelek, un extranjero cusita, dijo al rey que Jeremías iba a
morir porque estaba hundido en el barro.
El rey
le mandó que fuera con tres hombres a sacarlo del aljibe. Él, llevando a los
tres hombres y unas cuerdas que hizo con una ropa vieja que encontró, le pidió
al profeta que se las amarrara por debajo de los hombros y así consiguieron sacarlo
librándolo de la muerte.
Más
adelante veremos cómo el mismo rey de Babilonia, también extranjero, que
deportó a los judíos dio plena autoridad a Jeremías para que viviera en
libertad donde él mismo escogiera.
No nos ha de extrañar que Dios se valga de los medios más originales para librar a los suyos de persecuciones y de ideologías.
- Carta a los hebreos
Esta
carta nos trae la solución a todos los problemas que se nos presentan en la
vida. En lugar de ponerse frente a frente y discutir, por ejemplo, entre
esposos, nos damos cuenta de que, con esa actitud, nunca hay solución, sino que
se termina discutiendo.
En cambio, si se sientan los dos en la misma dirección, mirando a Jesús y en su cuadro o imagen hacen un acto de fe «en ese Jesús que renunciando al gozo inmediato soportó la cruz despreciando la ignominia y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios», las cosas cambiarán y, en vez de acabar peleando, descubrirán que se quieren tal como ha pedido Jesús en el Evangelio.
- Salmo 39
En este
salmo encontramos las palabras con que la Iglesia suele empezar su oración:
«Señor, date prisa en socorrerme».
El salmista nos dice que «esperaba con ansia al Señor y Dios se inclinó y escuchó mi grito. Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios». Así se reconoce como «pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí».
- Salmo aleluyático
Nos recuerda cómo las ovejas del Buen Pastor «escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen».
- Evangelio
El
Evangelio nos habla del fuego del Espíritu Santo que Jesús vino a pegar en la
tierra y ya estaba ansioso de que, pasada su muerte y resurrección, viniera ese
fuego el día de Pentecostés.
En
cuanto al tema de que «vino a traer la paz y no la división» es claro: porque «donde está el Espíritu
del Señor está la libertad».
Por eso, en una familia están los que sí creen y los que no aceptan el
mensaje de Jesucristo y, en ese sentido, se puede destruir la paz.
Por nuestra parte, amigos, aceptemos con plena libertad las enseñanzas
de Jesucristo, que nos trae desde el Padre el Espíritu Santo.
José Ignacio Alemany Grau, obispo