En estos primeros domingos del tiempo ordinario la liturgia nos recuerda cómo fueron los comienzos de la vida misionera de Jesucristo.
Hoy
nos hace dos presentaciones de Él. Una es del Antiguo Testamento y la otra,
según nuestro compañero del ciclo B, San Marcos evangelista.
- Deuteronomio
Podemos
recordar el miedo que produjo en el pueblo de Israel la primera teofanía o
manifestación de Dios en el monte Horeb:
“Al tercer día, al amanecer,
hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre la montaña. Se oía un fuerte
sonido de trompetas y toda la gente que estaba en el campamento se echó a
temblar... La montaña del Sinaí humeaba. Su humo se elevaba como el de un horno
y toda la montaña temblaba
con violencia”.
Aprovechando
este temor, Moisés prometió al pueblo:
“Un profeta de entre los
tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor tu Dios. A él lo escucharás”.
La
característica de este profeta es “pondré
mis palabras en su boca y les dirá lo que yo le mande”.
Los
Santos Padre ven en este profeta que prometió Moisés a Jesucristo.
Según
esto el Padre Dios pedirá en el Tabor:
“Este es mi Hijo amado, escúchenlo”.
- Salmo responsorial
Es
una invitación a escuchar la voz del Señor, sin ningún tipo de rebeldía:
“Ojalá escuchéis hoy la voz
del Señor: no endurezcáis vuestro corazón”.
Buena meditación para cada uno de nosotros, para ver si escuchamos de verdad a Jesucristo y obramos como Él nos pide.
- San Pablo
El
apóstol nos habla de dos actitudes más radicales que podemos adoptar al
escuchar las enseñanzas de Jesucristo:
La
de “el soltero que se preocupa de los
asuntos del Señor buscando contentar al Señor”.
Y
la segunda, de “el casado que se preocupa
de los asuntos del mundo buscando contentar a su mujer y anda dividido”.
Son
dos maneras de vivir que San Pablo deja al compromiso personal de cada uno.
Aunque
se ve la predilección del apóstol cuando dice:
“No pretendo ponerles una trampa sino inducirlos a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones”.
- Verso aleluyático
“El
pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una luz”.
Esto
es lo que sin palabras grita la humanidad desde siempre:
“Que se acaben las sombras de
muerte y brille la luz definitiva”.
Es la luz que nos vino con Cristo cuya aparición, nos dirá San Mateo, llegó a la humanidad con el Mesías.
- Evangelio
Nos
cuenta San Marcos cómo era la evangelización de Jesús en los comienzos:
+
Los sábados siempre iba a la sinagoga para enseñar.
+
El pueblo admiraba la doctrina especial que enseñaba Jesucristo, muy distinta
de la que enseñaban los maestros de la Ley, porque lo hacía con autoridad:
“Este enseñar con autoridad
es nuevo”.
+
A todo esto se unía el poder como el caso de hoy cuando Jesús sacó el demonio
de un poseso.
Esto
al pueblo sencillo le llamaba la atención y lo comentaba por toda la comarca.
Un
detalle interesante de hoy es que una vez más el demonio, antes de dejar al
poseso, reconoció:
“Sé quién eres: el Santo de
Dios”.
José Ignacio Alemany Grau, obispo