La vida de nuestra sociedad está marcada
siempre por los signos.
Signo es una cosa que representa a otra más
importante.
Uno de estos signos, por ejemplo: vemos una
bandera con los colores rojo, blanco y rojo y en seguida pensamos en nuestra
Patria. La bandera es un signo.
Las empresas, los clubes, los colegios…
tienen sus escudos distintivos.
Para los católicos los signos más
importantes representan los sacramentos y especialmente la Eucaristía, porque
además de significar el Cuerpo y Sangre de Cristo, contienen al mismo Cristo
con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Todo el esquema litúrgico de este domingo
XXIII del tiempo ordinario nos habla de los signos bajo los cuales debemos
descubrir al enviado de Dios.
- Isaías
Nos da un mensaje de Dios que pide
fortaleza y valentía hablándonos proféticamente del Mesías:
“Dios… viene en
persona, resarcirá y os salvará”.
Y a continuación trae una lista de signos
que evidentemente nos recuerdan el Evangelio de Jesús: curación de ciegos,
sordos, cojos, la lengua del mudo cantará, etc.
- Salmo responsorial (145)
Nos habla de la fidelidad de Dios que se
puede conocer en que “hace justicia a los
oprimidos, da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos, abre los ojos al
ciego”.
Luego de hablarnos de los signos de
curaciones físicas pasa a hablarnos de las obras de misericordia que enseñará Jesús.
- Santiago
Santiago pide a los cristianos que imitemos
a Dios que no hace acepción de personas sino que “ha elegido a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y
herederos del Reino que prometió precisamente a los que lo aman”.
Por esto pide que los que seguimos a Jesús
no mezclemos la fe con el favoritismo.
Pone un ejemplo bien plástico, por cierto:
Hacer diferencias entre los que van al
culto de Dios llevando vestidos
brillantes y anillos en los dedos y “el
otro es un pobre andrajoso”.
Lamentablemente es frecuente hacer estas
diferencias en la vida práctica, tanto en el ambiente social como también en la
Iglesia de Jesús.
- Verso aleluyático
Nos presenta como un resumen de toda la
actuación de Jesucristo que acompañaba la proclamación del Reino de Dios con
las curaciones al pueblo humilde:
“Jesús proclamaba el Evangelio del Reino curando las
dolencias del pueblo”.
- Evangelio
El evangelista Marcos nos habla hoy de una
curación a la que podríamos llamar aparatosa. Sin duda quiso dar una enseñanza
muy especial.
Se trataba de “un sordo que además apenas podía hablar”.
Fijémonos en cada uno de estos detalles que
resalta el evangelista:
Jesús lo aparta de la gente; le mete los
dedos en los oídos; con la saliva le toca la lengua.
Más aún, hace un gesto especial mirando al
cielo y suspirando.
Entonces dice: “¡ábrete!”.
El resultado es instantáneo y lo percibe la
gente porque el sordo empezó a oír y hablar sin dificultad.
Pero el pueblo sencillo en ese momento
descubre a Jesús a través de los signos externos que el Señor ha hecho.
Y precisamente, al ver su poder, y hasta
posiblemente siendo conscientes de los tiempos mesiánicos prometidos por
Isaías, sacó esta conclusión:
“Todo lo ha hecho
bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
He aquí algunas de las conclusiones que
podríamos sacar de este párrafo breve del Evangelio de hoy:
+ Jesús todo lo hizo bien: ¿qué dirían en
este momento de nosotros la gente que nos ve actuar? Y sobre todo, ¿qué dice
nuestra conciencia?, ¿es cierto que actuamos bien?
+ ¿Será necesario que el Señor nos diga a
nosotros ¡Ábrete! para que:
Nos abramos al conocimiento de Dios leyendo
su Palabra, estudiando las enseñanzas del Catecismo.
Que nos abramos a la fidelidad a la Iglesia
de Jesús y en estos momentos difíciles de una manera especial a la fidelidad al
Papa que es su representante.
Y ayudar con caridad verdadera al prójimo,
especialmente a los migrantes y necesitados de nuestro tiempo?
+ El pueblo alabó a Jesús porque vio los
signos que evidenciaban su poder.
¿Qué signos hacemos nosotros?
Por desgracia hay muchos que desprecian los
signos e incluso no realizan lo que pide la liturgia, como si no tuvieran
importancia.
Recordemos todos que a través de los signos
(una vez más pensemos en los sacramentos) Dios nos confiere su gracia divina.
Precisamente por esto son tan importantes los sacramentos.
José Ignacio Alemany Grau