DE LOS PANES DE ELISEO A LOS PANES DE JESÚS
No sé hasta qué
punto conoces la cantidad de milagros que hizo Eliseo.
Antes
de recordar el milagro hizo este gran taumaturgo (hombre que hace milagros) y
que nos cuenta hoy la liturgia, te recuerdo un par de ellos.
La
comunidad de los profetas tenía que comer y Eliseo dijo a su criado:
Coloca
la olla grande y cuece un potaje para la comunidad de los profetas. Uno fue a
recoger hierbas al campo y metió calabazas silvestres hasta llenar sus
vestidos. Las metió en la olla, sirvieron y los comensales gritaron: ¡muerte en
la olla hombre de Dios, muerte! y no pudieron comer. Eliseo mandó: Tráiganme
harina, la echó en la olla y estaba riquísima.
Otra
vez le dijeron a Eliseo: el agua de la ciudad está mala y la tierra lo aborta
todo.
Eliseo
mandó: tráiganme una olla nueva y pongan sal en ella.
Roció
el manantial con la sal y dijo: he sanado esta agua y ya no surgirá de aquí
muerte y esterilidad. Y el agua estaba riquísima.
Bueno, pues, de este hombre nos dice hoy la
liturgia:
Un
hombre trajo a Eliseo del pan de la primicia, veinte panes de cebada. El
profeta dijo:
“Dáselos
a la gente, que coman. El criado replicó: ¿qué hago yo con esto para cien
personas? Eliseo insistió: dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el
Señor: comerán y sobrará. Lo sirvió, comieron y sobró, como había dicho el
Señor”.
Seguro
que este relato te recuerda otro de la vida de Jesús.
Y
así es, ciertamente.
Hoy, dentro del ciclo B, Marcos nos deja
unos días para dar paso al Evangelio de Juan que poco a poco la liturgia nos va
leyendo a lo largo del año (ten en cuenta que son tres ciclos y cuatro
evangelistas).
Pues
bien, Juan en el capítulo 6, que hoy empezamos y seguiremos leyendo las próximas
semanas, nos cuenta cómo Jesús subió a la montaña y se sentó con sus
discípulos.
El
Señor, levantando los ojos, vio que venía toda una multitud y dijo a Felipe:
“¿Con
qué compraremos panes para que coman estos?”.
Advierte
San Juan que se trataba de una prueba que le ponía Jesús, porque ya tenía
pensado lo que iba a hacer.
Andrés,
el hermano de Pedro, aporta una posibilidad que él mismo ve que es insuficiente:
“Aquí
hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero ¿qué es
esto para tantos?”.
Me
imagino que los panes de cebada te recordaron a los panes de Eliseo y la
respuesta de los apóstoles, la que dio el hombre que traía los panes de la
primicia.
Juan
nos cuenta esto de la multiplicación de los panes para prepararnos así al “sermón
del pan de vida” que nos contará en el mismo capítulo.
De
esta manera la gente que le oirá después en la sinagoga de Cafarnaúm, tendrá
una oportunidad para pasar de la multiplicación de los panes de cebada a la
multiplicación del pan eucarístico.
Jesús
mandó que la gente se sentara en el suelo y precisamente las palabras que
emplea el evangelista, recuerda lo que oímos en la Santa Misa antes de la
consagración.
“Jesús
tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban
sentados y lo mismo todo lo que quisieron del pescado”.
Cuando estaban todos bien satisfechos Jesús
mandó recoger los pedazos que habían sobrado, pero con más abundancia que en el
caso de Eliseo.
La liturgia nos
invita a dar gracias con el salmo 144 que meditamos hoy:
“Que
todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles… Los ojos
de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la
mano y sacias de favores a todo viviente”.
La lectura de la carta a los Efesios es una
invitación de Pablo para que vivamos según pide la vocación que nos regaló el
Señor.
Para
ello nos ayuda con estos consejos importantes que debemos practicar:
“Sed
siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con
amor…”
Y
a continuación nos recuerda que todos debemos vivir esta unidad dentro del Cuerpo
de Cristo porque todos tenemos “un Señor, una fe un bautismo. Un Dios, Padre de
todo, que lo trasciende todo y lo penetra todo y lo invade todo”.
El verso aleluyático nos recuerda unas
palabras que según San Lucas dijo el pueblo cuando Jesucristo resucitó al hijo
de la viuda de Naín:
“Un gran profeta ha surgido
entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”.
A
lo largo de la historia de salvación, Dios ha suscitado muchos profetas. Hoy hemos
recordado a Eliseo, pero entre todos ellos el mayor es Jesús.
No
olvides, amigo, que según nos enseña la fe, tú has sido configurado con Cristo
profeta. Su vida es tu ejemplo.
José Ignacio Alemany Grau, obispo