A LA SOMBRA DEL BUEN PASTOR
La imagen del
Buen Pastor es bíblica, no solamente porque Jesús se llama a sí mismo el Buen
Pastor, sino porque aparece frecuentemente en el Antiguo Testamento.
Precisamente el salmo responsorial de este
domingo es el salmo 22 tan conocido y querido por nuestro pueblo:
“El Señor es mi pastor nada me falta: en
verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara
mis fuerzas”.
Te invito a
meditarlo nuevamente Por lo demás son muchas las frases bíblicas del Antiguo
Testamento que presentan a Dios como Buen Pastor y también a los responsables
de la espiritualidad de Israel con el nombre de pastores.
Hoy Jeremías habla para los malos pastores
de su tiempo. Evidentemente que también habla para los de hoy y los de siempre.
Hubo y habrá
malos pastores porque así es la condición de la pobre humanidad.
Por otra parte,
cuando encontremos los malos pastores en lugar de empujarlos para que caigan
más hondo y en lugar de criticar y aumentar sus errores, recemos por ellos. Si
nos es posible será bueno también que les ayudemos a recuperar la situación que
les exige su ministerio.
¿Qué nos dice
Jeremías de ellos?
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¿Qué
hacen?: “Dispersan y dejan perecer las
ovejas de mi rebaño – oráculo del Señor – por
eso así dice el Señor, Dios de Israel: a los pastores que pastorean a mi
pueblo: vosotros dispersáis mis ovejas, las expulsáis, no las guardáis; pues yo
os tomaré cuentas por la maldad de vuestras acciones”.
-
¿A
quién defiende Dios?: El Señor defiende a las ovejas: “Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países a donde
las expulsé y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se
multipliquen”.
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No
solo Él mismo se hace pastor de sus ovejas sino que “les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán
y ninguna se perderá”.
-
Finalmente,
Dios promete enviar a su pueblo un legítimo sucesor de David que reinará como
rey prudente y hará justicia y derecho en la tierra.
Evidentemente que
este pastor prometido es Jesucristo de quien dirá el ángel a la Virgen: “que será grande y se llamará el hijo del
Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; reinará sobre la
casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.
San Pablo, en su carta a los Efesios nos
explica cuál es la obra de Jesús, el Buen Pastor y qué es lo que ha hecho con
nosotros:
“Ahora estáis en Cristo Jesús.
Ahora, por la sangre de Cristo, estáis
cerca los que antes estabais lejos”.
Este Buen
Pastor no solamente reúne a las ovejas del pueblo de Israel sino que unifica a
este pueblo con los gentiles, el resto de la humanidad:
“Él ha hecho de los dos pueblos una sola
cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio… reconcilió con
Dios a los dos pueblos uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando
muerte en Él al odio”.
La obra del
Buen Pastor es tan maravillosa que “así unos y otros podemos acercarnos al
Padre con un mismo Espíritu”.
Fijémonos una
vez más en la presencia trinitaria que tiene todo lo cristiano.
Jesús es el que actúa, nos acerca al Padre
en el Espíritu.
El versículo aleluyático nos aclara quiénes
son, según el Buen Pastor, sus ovejas:
“Mis ovejas escuchan mi voz y yo las
conozco y ellas me siguen”.
Aquí está claro
lo que nosotros debemos hacer con respecto a Jesús:
Escuchar su
voz, conocerlo personalmente y seguirlo.
En el Evangelio Jesús, en el capítulo 6 de
Marcos actúa como Buen Pastor, primero con sus discípulos y luego con todo el
pueblo:
Respecto a los
apóstoles, en primer lugar los reúne y hace una especie de “revisión de vida”
en la que ellos cuentan todo lo que han hecho y enseñado durante la misión a la
que los envió Jesús.
Después Jesús
los invita: “venid vosotros solos a un
sitio tranquilo a descansar un poco”.
En cuanto a la
multitud: siguió a Jesús y a los suyos y “de
todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les
adelantaron. Al desembarcar Jesús vio la multitud y les dio lástima de ellos
porque andaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles con calma”.
En este
domingo, aunque no sea directamente el domingo del Buen Pastor, agradezcamos a
Jesús su actitud para con nosotros y los cuidados personales que nos ha
dedicado.
José Ignacio Alemany Grau, obispo