Archivo: Donát János Szent család.jpg. La Sagrada Familia, cuadro de János |
“Jesús, José y María os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, en vosotros descanse en paz el alma mía.
Jesús, José y María asistidme en mi última agonía!”.
Qué lindos recuerdos nos traen estos tres nombres tan queridos en la Iglesia y tan rezados con amor en la tradición cristiana, pensando en la Sagrada Familia.
Pues esos tres que se aman tanto y se han hecho querer tanto, son una familia… la más maravillosa que ha pasado por este mundo.
¿No te gustaría tener una familia así?
Haz todo lo posible para que sea una realidad.
Y hazlo con el apoyo y oración de tu cónyuge y de tus hijos.
La Iglesia en el domingo que cae dentro de la octava de Navidad, nos pone esta hermosa fiesta.
¿Con qué lecturas?
* Los pastorcitos “encontraron a María y a José y al Niño acostado en el pesebre” en la cueva de Belén. ¡A los tres! (Antífona inicial).
Piensa que a Jesús lo encontramos siempre en María… y en tu oración no olvides nunca a san José.
* El Eclesiástico invita a vivir en familia:
“Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole”.
Recalca más todavía el honrar al padre, diciendo:
“Aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras viva” (tu paciencia te santificará).
* El salmo nos habla de la felicidad de una familia que teme al Señor y sigue sus caminos.
* San Pablo nos da unos consejos maravillosos para vivir en familia. Te invito a leerlos y meditarlos en este día: sobrellevarse mutuamente, perdonarse y sobre todo amarse.
Sigue leyendo y encontrarás algo que pone nerviosas a algunas personas: “mujeres vivid bajo la autoridad de vuestros maridos”. Estos nerviosos no saben la felicidad que habría en el hogar en que la mujer cumpliera este consejo, mientras el hombre amara a su esposa como Cristo a la Iglesia.
* El Evangelio, según los distintos ciclos, presenta momentos importantes en la vida de familia:
- La huida a Egipto.
- La vida de la familia donde el Niño crece en sabiduría y en gracia.
- Jesús se pierde y lo encuentran en medio de los maestros de la ley.
La solemnidad de Santa María Madre de Dios
El día 1 de enero celebramos también la octava de Navidad con el título de: Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.
Un hermoso día para recordar la profundidad que debe tener nuestra devoción a la Virgen María dándonos cuenta de que, si muchas advocaciones y devociones pueden ser importantes, la más importante de todas siempre tiene que ser la Maternidad Divina, es decir, aquel misterio maravilloso por el cual Dios entregó a los hombres los bienes de la salvación; es decir a Jesucristo origen y fuente de nuestra vida cristiana.
En las lecturas de ese día encontraremos en primer lugar la bendición que Dios pidió a Moisés que utilizase para bendecir y que san Francisco hizo tan común:
“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”.
El Señor añadió algo tan bello: “Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré”.
San Pablo a los Gálatas les recuerda que “Dios envió a su Hijo nacido de una mujer, nacido bajo la ley”. También nos recuerda el gran regalo de Dios que es la presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros el cual nos hace exclamar: “¡Abbá, Padre!”.
Qué bonito sentir de verdad que los cristianos somos hijos de Dios y no somos esclavos de nadie.
El Evangelio a su vez nos cuenta cómo unos pastores sencillos, al oír el anuncio de los ángeles, corrieron a Belén y “encontraron a María y a José y al Niño acostado en el pesebre”.
Y a continuación nos abre el secreto del corazón de María, la Madre Santa, que “conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”.
Y termina esta fiesta tan importante de la Divina Maternidad de María contando que “le pusieron por nombre Jesús”. Si normalmente el padre era el que daba el nombre al recién nacido, aquí recordamos cómo el ángel, le dijo a María: “tú le pondrás por nombre Jesús”; y a José: “tú le pondrás por nombre Jesús”.
Por eso san Lucas advierte: “le pusieron el nombre de Jesús”.
En este día tengamos presente que desde que el Papa Pablo VI “instituyó el 1 de enero la Jornada Mundial de la Paz que goza de creciente adhesión y que está haciendo madurar frutos de paz en el corazón de tantos hombres” que nosotros estemos siempre entre quienes trabajan por la paz recordando además las palabras de Jesús: “bienaventurados los que construyen la paz”.
Termino esta reflexión deseándoles a todos ustedes un año, el 2014, lleno del gozo del Evangelio y construyendo un mundo siempre nuevo por el amor.
José Ignacio Alemany Grau, obispo