La viña es una plantación de uno de los productos más importantes en Israel, tanto por el fruto mismo como por el vino que «alegra el corazón del hombre».
Hoy tenemos dos parábolas que se refieren a ella: la de Isaías que la compara a Israel, y la de Jesús que Él dirige a las autoridades del pueblo judío.
- Isaías
El profeta canta a
la viña: «Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi
amigo tenía una viña en un fértil collado, plantó buenas cepas, construyó en
medio una atalaya y cavó un lagar…».
Este amigo esperó
frutos buenos de su trabajo, pero en vez de «uvas dio agrazones».
El profeta se
dirige al pueblo de Israel diciendo:
«La viña del Señor
de los ejércitos es la casa de Israel. Son los hombres de Judá su plantel
preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis asesinatos. Esperó justicia y
ahí tenéis lamentos».
Esta parábola de Isaías la podemos aplicar, evidentemente, a los pueblos que han conocido a Dios e ingratamente no cumplen su ley.
- Salmo 79
El salmista parece
parafrasear a Isaías y nos recuerda el esfuerzo de Dios por construir un pueblo
feliz con todas las posibilidades, pero Israel no se lo ha merecido.
El salmo concluye
con un arrepentimiento para el futuro:
«No nos alejaremos de ti: danos vida para que invoquemos tu nombre. Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve».
- San Pablo
Pablo desea a sus
amigos filipenses lo mejor:
«La paz de Dios que
sobrepasa todo juicio custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús».
A continuación, les
da un gran consejo que sería muy bueno que tuviéramos en cuenta todos nosotros:
«Todo lo que es
verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito
tenedlo en cuenta».
Concluye el apóstol
con un saludo que nos vendrá muy bien repetirlo entre nosotros:
«Que el Dios de la paz esté con vosotros».
- Verso aleluyático
Jesucristo, con una
alusión clara a la viña de la que estamos hablando hoy, nos dice:
«Yo os he elegido del mundo para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca».
- Evangelio
Se trata de una
parábola muy especial que Jesús dirige directamente a los sumos sacerdotes y
ancianos del pueblo.
Así como la viña de
Isaías se refería al pueblo de Israel, ahora Jesús habla a los dirigentes del
pueblo de Dios a los que presenta como responsables de la muerte del hijo del
propietario. Ellos lo entendieron perfectamente y en vez de aprovechar para
corregirse y reconocer a Jesucristo como Hijo del Señor, aumentaron su odio y
deseo de acabar con Él, exactamente como dijo Jesús en la parábola, sacándolo
fuera de la ciudad y crucificándolo en el Calvario.
Les invito a leer
la parábola. Con la introducción que hemos hecho entenderemos bien lo que ha dicho
Jesús, pensando que es Dios Padre el que envía los distintos profetas que no
son aceptados sino muchos de ellos maltratados, e incluso asesinados.
Y «por último
mandó a su hijo diciéndoles: tendrán respeto a mi Hijo.
Pero los labradores
al ver al hijo se dijeron: este es el heredero: venid, lo matamos y nos
quedamos con su herencia. Y agarrándolo lo empujaron fuera de la viña y lo
mataron».
Jesús recuerda a
sus oyentes las palabras del salmo:
«La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular: es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente».
El Maestro termina
la parábola profetizando el futuro de Israel:
«Se os quitará a
vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
José Ignacio Alemany Grau, obispo