Mucho me costó entender por qué Ciro dio la libertad al pueblo de Israel, pero los profetas, tanto Isaías como Jeremías, dijeron que fue una inspiración de Dios para este rey de Persia, Ciro el Grande.
Poco después de empezar a reinar mandó al pueblo de Israel que regresase a Jerusalén para reconstruir el templo de Jerusalén. Con esta finalidad dio la libertad a los israelitas que llevaban bastantes años en el cautiverio de Babilonia.
- Isaías
Según el profeta un buen día dijo el Señor a su ungido Ciro «a quien llevaba de la mano: “Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro. Fuera de mí no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepas que de oriente a occidente no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro”».
- Salmo 95
Contad y cantad:
Contando las
maravillas de Dios nos admiramos y nos vemos obligados a cantar su alabanza:
«Cantad al Señor un cántico nuevo. Cantad al Señor toda la tierra. Contad a los pueblos su gloria. Sus maravillas a todas las naciones. Porque es grande el Señor y muy digno de alabanza».
- San Pablo
El apóstol habla de
la predicación del Evangelio anunciado por Pablo, Silvano y Timoteo.
Los tesalonicenses
recibieron, con el corazón abierto, el Evangelio.
Pidamos que también
nosotros hoy lo recibamos así y mantengamos el Evangelio de Jesús en medio de
las dificultades, como dice Pablo que hicieron los tesalonicenses.
San Pablo recuerda «la
actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra
esperanza en Jesucristo nuestro Señor».
Amigos, seamos siempre fieles y valientes para mantener las virtudes teologales que Dios nos regaló en el bautismo.
- Verso aleluyático
La Iglesia, hoy
como ayer, tiene la misión de ser luz para los hombres dando una razón para
vivir en este mundo difícil que parece que ha perdido el horizonte:
«Brilláis como lumbreras del mundo mostrando una razón para vivir».
- Evangelio
Nos cuenta San
Mateo que unos fariseos llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una
pregunta. Comienzan con mucha palabrería, terminando con esta pregunta
capciosa:
«¿Es lícito pagar
impuesto al César o no?»
Jesús percibe sus intenciones:
«Comprendiendo su
mala voluntad les dijo Jesús: “hipócritas, ¿por qué me tentáis?”».
La pregunta venía con
tan mala intención que pensaban que cualquier respuesta que diera Jesús lo comprometería.
Sin embargo, Él, con toda tranquilidad, les pide una moneda del impuesto.
Cuando la tiene en la mano, les pregunta:
«¿De quién es esta
cara e inscripción?»
Cuando responden
que pertenecen al César, Jesús aprovecha para enseñarles, a pesar de su mala
voluntad, una lección para la vida social y también para la vida de fe:
«Pues pagadle al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
Tengamos en cuenta
esta gran lección para nuestra vida de ciudadanos y también de hijos de Dios.
Paguemos las
contribuciones que nos corresponden al Estado, pero no olvidemos nunca nuestras
obligaciones como criaturas e hijos de Dios.
José Ignacio Alemany Grau, obispo