Al rezar el padrenuestro piensa bien lo que Jesús te enseñó:
«Perdónanos
nuestras ofensas como también nosotros perdonamos».
Este domingo de la semana XXIV del tiempo ordinario, la Iglesia nos pide que aprendamos a perdonar como Dios nos perdona. De una manera especial lo veremos en el Eclesiástico y en la parábola de San Mateo.
- Eclesiástico
Nos advierte que si
somos vengativos Dios se vengará de nuestros pecados.
Perdona la ofensa a
tu prójimo y, cuando reces, Dios perdonará tus pecados. Si fomentas la ira
contra otro no esperes que Dios te perdone.
Si no te compadeces
del prójimo, ¿cómo quieres que Dios se compadezca de ti?
Tres consejos bien
concretos, nos da hoy el Eclesiástico para tener valor y perdonar cuando se
hace difícil:
+ Piensa en tu
muerte.
+ Medita los
mandamientos.
+ Recuerda la alianza que Dios hizo contigo a pesar de tus pecados.
- Salmo 102
Es una especial
oración a Dios para que aprendamos de Él a perdonar al prójimo y a tener de él
misericordia:
«El Señor es
compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia… Él perdona
todas tus culpas y cura todas tus enfermedades.
No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas».
- San Pablo
Nos invita a
meditar en la trascendencia de nuestra vida:
«Ninguno de
nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo... En la vida y en la
muerte somos del Señor».
Todo esto se lo
debemos a Jesucristo que «murió y resucitó para ser Señor de vivos y
muertos».
Perdonemos como Él nos ha perdonado.
- Verso aleluyático
Este verso recoge
el mandamiento nuevo de Jesús, que es una invitación para querernos y
perdonarnos entre nosotros:
«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado».
- Evangelio
¡Ya me cansé de
perdonar!
Algo así fue la
pregunta que hizo Pedro a Jesús, como quien dice: - ¿Con que perdone siete
veces ya he cumplido?
Pensó que perdonar
siete veces era suficiente. La respuesta de Jesús es muy fuerte:
«Setenta veces
siete», que no equivale a 490, sino a siempre.
Para que aprendamos
a perdonar nos cuenta una parábola, así, cuando sea preciso perdonar, se nos
hará más sencillo si recordamos las veces que el Señor nos perdonó:
Un hombre debe una
cantidad muy grande, «diez mil talentos». Su señor le exige que le pague. El
siervo se echa a sus pies diciendo: «Ten paciencia conmigo y te lo pagaré
todo».
Su señor tuvo
compasión y lo perdonó.
(Según la Biblia de
la Conferencia Episcopal Española, diez mil talentos equivalen a cien millones
de denarios).
Este siervo
perdonado se encuentra con un compañero que le debe apenas «cien denarios» y «lo
estrangulaba diciéndole: “págame lo que me debes”».
El consiervo repite
lo que hizo el de la gran deuda a su señor «arrojándose a sus pies: ten
paciencia conmigo y te lo pagaré».
Jesús resalta la
cantidad tan miserable frente a la gran deuda perdonada por el señor y destaca
también las mismas palabras de los siervos pidiendo perdón.
La parábola
continúa narrando cómo los compañeros le explican al señor la escena que han visto:
el señor manda llamar al siervo miserable y le dice: «Siervo malvado, toda
aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú tener compasión
con tu compañero como yo la tuve contigo?»
Esto mismo debemos
pensar todos cuando se trate de perdonar comparando las deudas que tenemos
entre nosotros con el perdón de Dios.
De todas maneras,
la parábola de Jesús termina con estas poderosas palabras:
«Lo mismo hará con
vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
José Ignacio Alemany Grau, obispo