«Los confío a la
Santísima Trinidad. Por ella los introduciré, dentro de poco, en el agua y los
sacaré de ella. Se la doy como compañera y patrona de toda su vida».
En efecto, nuestro
bautismo se realizó con estas palabras, según el mandato de Jesús:
«Yo te bautizo en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
La liturgia de hoy que pertenece a la solemnidad de la Santísima Trinidad, en el ciclo C, nos invita a meditar en unos párrafos bíblicos que nos llevan a entrar con el corazón en el misterio trinitario.
- Proverbios
Nos habla de la
sabiduría de Dios. En la reflexión de esa sabiduría los Santos Padres han visto
una referencia directa a la segunda Persona de la Santísima Trinidad, de quien
se dice que es la Sabiduría del Padre.
En efecto, podemos
leer este pasaje pensando que todo lo que dice se refiere al Verbo encarnado,
sobre el que leemos en Jn 1,3: «Por medio
de Él se hizo todo y sin Él no se hizo nada de cuanto fue hecho».
Es interesante que
los proverbios digan que la sabiduría «jugaba
con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres», como
haciéndonos imaginar que el Hijo estaba jugando con la bola de la tierra, como
un niño juega con la obra que está haciendo su padre.
Les invito a leer este hermoso párrafo de la liturgia de hoy refiriéndolo al Verbo de Dios.
- Salmo 8
El salmista canta
la gran belleza de la creación de Dios y nos invita a meditar en su grandeza:
«Cuando contemplo el cielo obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes
de él, el ser humano para darle poder?»
A continuación,
canta la grandeza del hombre creado por Dios, «coronado de gloria y dignidad».
A este hombre Dios le da el poder sobre la creación, como nos enseña también el Génesis.
- San Pablo
El apóstol nos invita
a tener presente a la Santísima Trinidad reflexionando sobre las tres virtudes
teologales:
Por la fe
hemos recibido la justificación que nos pone en paz con el Padre.
Esta fe nos ha
llevado a la esperanza que nos da el sacrificio del Hijo, nuestro Señor
Jesucristo.
Y esta esperanza no defrauda porque «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado».
- Verso aleluyático
Nos pide que
alabemos a la Santísima Trinidad con las palabras que tantas veces hemos
repetido con la Iglesia:
«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene».
- Evangelio
El Evangelio de hoy
nos enseña lo que debemos esperar de cada una de las tres divinas Personas:
El Padre enviará al
Espíritu Santo.
El Hijo, Él mismo,
ya les dio durante toda la vida el mensaje (el Evangelio) que traía del Padre.
Por su parte, el
Espíritu Santo llevará a los suyos hasta la verdad plena.
La enseñanza más
profunda de hoy es conocer que todo está en común entre las tres divinas
Personas y que las tres son la única divinidad.
Recordemos una vez
más hoy que «todo es común en la Trinidad excepto la relación de Personas; es
decir, que el Padre engendra al Hijo. Que el Hijo es engendrado por el
Padre y el Espíritu Santo procede del amor del Padre y del Hijo».
Quiero terminar
compartiendo con ustedes este número del Catecismo Católico que considero muy
importante para toda familia cristiana:
«Para la oración
personal el lugar favorable puede ser un “rincón de oración”, con las Sagradas
Escrituras e imágenes, a fin de estar “en lo secreto” ante nuestro Padre (ver
Mt 6,6). En una familia cristiana este tipo de pequeño oratorio favorece la
oración común» (CIC 2691).
Si no lo tienes ya,
reserva un lugar tranquilo dentro de tu casita para hacer oración tú solo y con
los tuyos.
José Ignacio Alemany Grau, obispo