Amigos, la liturgia
de esta semana iba a decir que es casi única ya que coinciden dos solemnidades:
el Sagrado Corazón de Jesús y la Natividad de San Juan Bautista.
Por eso, me permito hacer una reflexión en cuatro tiempos que no pueden ser muy largos, por supuesto. En este orden: (1) 26, Domingo XIII; (2) 25, Inmaculado Corazón de María; (3) 24, Sagrado Corazón de Jesús; (4) 23, Natividad de San Juan Bautista.
- Domingo XIII del tiempo ordinario
Nos encontramos con
Elías que, según la orden de Dios, escoge a Eliseo como sucesor suyo en el
profetismo de Israel.
Eliseo acepta la
llamada del Señor y pide permiso para decirle adiós a sus padres.
En el intermedio presenta a Dios una ofrenda sacrificando la yunta de bueyes y, además, da una comida de despedida a toda su gente.
+ El salmo responsorial (15) nos recuerda que
tenemos una vocación; Dios nos ha llamado a todos: «Señor, tú eres mi bien. El
Señor es el lote de mi heredad y mi copa».
Esta presencia de
Dios produce una gran alegría:
«Por eso se me
alegra el corazón, se gozan mis entrañas».
+ San Pablo nos advierte que nuestra
vocación es al amor y a la verdadera libertad. De ahí que tengamos una lucha
interior entre la carne y el espíritu, que nos lleva a hacer lo que no
queremos. Por eso Dios nos ha dado su Espíritu y nos recuerda el apóstol que «si
os guía el Espíritu no estáis bajo el dominio de la ley».
+ El Evangelio nos habla de tres vocaciones que se presentan a Jesús, ninguna de las cuales llegó a buen término. Te invito a leerlo en Lc 9,51-62.
- Inmaculado Corazón de María
En la oración
colecta de la fiesta la liturgia nos dice que: «Dios ha preparado en el corazón
de la Virgen María una digna morada al Espíritu Santo». Y es en ese corazón,
especialmente creado por Dios, en el que se formará en el cuerpo bendito de
María, y muy cerca de su propio corazón, el Corazón de Jesús. Y este Corazón
quedó para siempre en la Eucaristía.
Y si nos
preguntamos: ¿Qué tesoro ha almacenado el Inmaculado Corazón de María?
Nos dice San Lucas que María guardaba todas las cosas de Jesús en su corazón.
- Sagrado Corazón de Jesús
El ciclo C nos
presenta, fundamentalmente, al Corazón de Jesús como Buen Pastor.
Ya Ezequiel nos
dice: «Yo mismo, en persona, buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como
sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se dispersan…»
+ El Evangelio, por su parte, nos recuerda
la parábola de Lc 15:
«Si uno de vosotros
tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo
y va tras la descarriada hasta que la encuentra?
Jesús es ese Buen Pastor
que, al traer a un pecador al reino de Dios, da más alegría al cielo «por un
solo pecador que se convierte que por noventa y nueve justos» que se mantienen
fieles.
Finalmente,
recordemos estas bellísimas palabras de San
Pablo:
«El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado».
- La Natividad de San Juan Bautista
Juan Bautista es «el
mayor de los nacidos de mujer», según la expresión de Jesús.
La Iglesia lo
celebra, como a todos los mártires, el día de su «natalicio», es decir, su
nacimiento para el cielo. Y celebra el martirio como memoria el 29 de agosto.
Pero solo hay tres
grandes celebraciones por el nacimiento a este mundo: el primero,
evidentemente, es el de Jesús. También María es celebrada ya en su Concepción Inmaculada.
Y el tercero, San Juan Bautista, que «saltó de alegría en el vientre de Isabel»
el día que la Virgen María visitó a su anciana prima.
Les invito a
meditar la grandeza de este santo precursor, dejándoles unas frases muy
importantes que él dijo:
+ «Este es el que
bautiza con el Espíritu Santo y yo lo he visto y dado testimonio de que es el
Hijo de Dios».
+ Más adelante nos
dirá a todos: «El que tiene la esposa es el esposo. En cambio, el amigo del
esposo, que asiste y lo oye se alegra con la voz del esposo. Pues esta alegría
mía está colmada».
+ Y, añadirá, desde su profunda humildad «Él tiene que crecer y yo tengo que menguar. El que viene de lo alto está por encima de todos».
Aprovechemos,
amigos todos, esta semana tan maravillosa y ahondemos en las enseñanzas que nos
ofrece la Iglesia a través de la liturgia.
José Ignacio Alemany Grau, obispo