“No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Esto
nos va a recordar el verso aleluyático.
No se trata de algo que nos puede parecer o no. Es cuestión de vivir de la vida nueva que nos trajo Jesús cuando el Padre nos lo envió.
- Éxodo
El
pueblo se queja a Dios desesperadamente y en realidad tenía razón, pues aunque
desterrado de su patria, en Egipto tenía buena comida, fruto de su propio
trabajo y ahora, en medio de la arena del desierto, la echa de menos.
Dios fue misericordioso con ellos y les ofreció el doble alimento que lloraban en sus peticiones: maná y carne abundante.
El
maná suelen decir que era un polvo especial que da una planta del desierto
llamada Tamarisco y que se amasaba para elaborar pan y, por otra parte,
bandadas de codornices migrantes que Dios hizo sobrevolar en el campamento de
los israelitas.
De todas formas no era fácil que todo un pueblo comiera y bebiera durante una temporada en pleno desierto.
Salmo 77
Este
salmo recuerda el maná como un regalo especial de Dios y lo llaman “pan del
cielo”:
“Hizo llover sobre ellos maná, les dio trigo celeste. Y el hombre comió pan de ángeles, les mandó provisiones hasta la hartura”.
- Efesios
Nos
enseña San Pablo cómo debe ser el hombre nuevo que ha venido a buscar el
Redentor.
De
hecho se trata del fruto de la entrega total del Hijo de Dios, es decir, que
debe vivir como fue creado al principio, a imagen y semejanza de Dios. Y no
como el “hombre viejo” fruto del
pecado.
Por
eso hoy nos pide San Pablo que tengamos muy presente que no debemos vivir como
paganos, como si Jesús no hubiera venido a redimirnos, sino abandonar la vida
anterior.
Esto
supone vivir dando la espalda a la mentira y vivir según la Verdad, que es el
mismo Jesucristo, recordando que somos miembros unos de otros.
Y
concretando más todavía, dice:
“Si os indignáis no lleguéis
a pecar. No se ponga el sol sobre vuestra ira. No deis ocasión al diablo”.
En una palabra, el apóstol pide que nos renovemos en la mente y en el corazón para revestirnos de la nueva condición humana creada a imagen de Dios.
- Evangelio
Es
una auténtica discusión entre los judíos y Jesús.
Comienza
Jesús advirtiendo al pueblo que lo sigue por puro interés, ya que les dio de
comer abundantemente. Ahora les pide que hagan las obras de Dios, es decir,
creer en el que Dios ha enviado, Jesucristo.
Una
vez más piden ellos algún signo para creer haciendo algo así como Moisés que les
dio el maná.
Pero
Jesús aclara que no fue Moisés quien les dio el maná sino “que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo”.
Ellos
le piden: “Señor, danos siempre de este
pan”.
Y
el párrafo de hoy termina diciendo estas palabras de Jesús:
“Yo soy el pan de vida. El
que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí nunca pasará sed”.
Quiero
terminar en este día recordando al gran doctor de la Iglesia san Alfonso María
de Ligorio e invitarles a leer lo más posible de sus escritos con los cuales,
gracias a Dios, nos hemos ido formando la mayor parte de nosotros que lo
invocamos como nuestro patrono y protector.
José
Ignacio Alemany Grau, obispo