¿QUÉ
PUEDO COMER?
Los
bienes los ha hecho Dios y los regaló a los hombres.
El
dinero lo ha hecho el hombre para comprar y vender.
La
felicidad depende de la caridad al compartir.
Veamos
algunos consejos y orientaciones en las lecturas de hoy.
- Isaías
Nos
aconseja que empleemos el sueldo y el dinero en lo que alimenta de verdad:
“¿Por qué gastáis dinero en
lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura?”.
Dios
responde:
“Inclinad vuestro oído, venid
a mí, escuchadme atentos y comeréis bien”.
La
liturgia de este domingo, precisamente, nos va a hablar de la eficacia de
escuchar la Palabra de Dios.
En
Dios mismo encontraremos el alimento sano y bueno.
- Salmo responsorial
Nos
muestra a todas las criaturas esperando de las manos de Dios el pan del día
porque “Él es cariñoso con todas sus
criaturas”.
Por
eso: “Los ojos de todos están aguardando.
Tú les das la comida a su tiempo”.
Finalmente
el salmo nos invita a meditar cómo “Dios
está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente”.
De
las ideas de este salmo brota, sin duda, la costumbre de bendecir los alimentos
antes de comer y dar gracias después de alimentarnos.
- San Pablo
Acerquémonos
al Señor y confiemos en la fuerza de su bondad.
Para
el apóstol su tesoro personal es Dios mismo y se siente seguro de que nadie se
lo podrá quitar.
Es
Dios mismo quien nos amarra con su amor.
Por
cierto que tiene mucho mérito esta afirmación del apóstol quien, después de
haber soportado tantas pruebas al evangelizar, siempre se quedó con Dios en los
brazos y por eso llegó a afirmar:
“¿Quién nos apartará del amor
de Cristo? ¿La aflicción? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hambre?...”. Es decir, todo aquello que suele aparecer
a lo largo de la vida.
Pero
si realmente vivimos en el amor de Dios será fácil vencer, no por nosotros,
sino “por el amor (y la ternura) que Dios nos ha manifestado”, a través
de Jesucristo.
- Verso aleluyático
Hay
que comer, sí.
Busquemos
con valentía para nosotros y los nuestros y para poder compartir los alimentos
necesarios. Pero tengamos presente que el mejor alimento debe ser siempre “toda palabra que sale de la boca de Dios”.
- Evangelio
Jesús
se entera de que Herodes ha martirizado a Juan Bautista y “se marcha de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado”.
Cuando
desembarca se encuentra el Señor con mucha gente que lleva sus enfermos.
Su
corazón apostólico siente pena, sana a los enfermos y evangeliza.
Los
apóstoles se acercan a Él interrumpiéndole.
Así
es la lógica humana:
“Estamos en despoblado y es
muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de
comer”.
La
lógica divina es distinta:
“Denles ustedes de comer”.
Le
presentan cinco panes y dos peces.
La
bendición de Jesús a los panes y peces nos trae el recuerdo de la eucaristía en
la que se multiplica Cristo mismo que es el pan de vida:
“Alzó la mirada al cielo,
pronunció la bendición, partió los panes y se los dio”.
Comieron
y recogieron doce cestos de sobras:
Eran
“unos cinco mil hombres sin contar
mujeres y niños”.
Un
hermoso día para un apóstol inquieto como Jesús que alimenta a su pueblo con la
Palabra de vida y con el pan y pescado.
José
Ignacio Alemany Grau, obispo