LA
SANTÍSIMA TRINIDAD
Este
domingo debe ser de acción de gracias a la Santísima Trinidad porque es a ella
a quien debemos todos los bienes espirituales y materiales, la vida humana y la
vida de la gracia.
La
Santísima Trinidad es el primero y más importante misterio de la fe que enseña
que hay un solo Dios, es decir, una sola naturaleza divina con todas las
perfecciones. En esa única divinidad hay tres Personas, el Padre, fuente de
vida, que engendra al Hijo; el Hijo, engendrado por el Padre, y el Espíritu
Santo, que procede del Padre y del Hijo.
La
oración colecta presenta maravillosamente la fiesta de hoy:
Dios
nos ha revelado este misterio:
El
Padre es quien ha enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la
santificación para realizar la salvación de la humanidad.
Por
eso hoy le pedimos la gracia de mantenernos siempre en “la fe verdadera,
conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa”.
Por
su parte el prefacio nos resume así el misterio de hoy:
El
Padre “que con tu único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo
Señor; no una sola persona, sino tres personas en una sola naturaleza… de modo
que, al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos tres
Personas distintas, de única naturaleza e iguales en su dignidad”.
- Éxodo
Nos
presenta las palabras del Señor que se define a sí mismo en el monte Sinaí ante
Moisés que lo adora:
“Señor, Señor, Dios compasivo
y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad”.
Moisés
aprovecha aquel momento para pedir a Dios que perdone a su pueblo y lo tome
como heredad suya.
Una
manera inteligente de pedir misericordia como lo consiguió, porque Dios hizo la
alianza acogiendo a Israel como heredad suya.
- Salmo responsorial
No
es uno de los ciento cincuenta salmos sino que pertenece al libro de Daniel (3,51)
que centra la alabanza con estas palabras:
“Entonces los tres, como una
sola boca, empezaron a cantar himnos, a glorificar y bendecir a Dios dentro del
horno, diciendo: Bendito eres Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre
santo y glorioso. A ti gloria y alabanza
por los siglos”.
- San Pablo
Nos
invita a llevar una vida de alegría y paz en el Señor y nos deja el gran saludo
que la liturgia nos repite al principio de la santa misa:
“La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con
todos vosotros”.
- Verso aleluyático
Expresa
la máxima alabanza que la Iglesia da a la Santísima Trinidad, diciendo:
“Gloria al Padre, al Hijo y
al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene”.
La
segunda parte del versículo, tomada del Apocalipsis (1,8), se refiere
directamente a Jesucristo más que a la Santísima Trinidad, ya que habla
implícitamente de la parusía o segunda venida del Señor.
- Evangelio
“Tanto amó Dios al mundo que
entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino
que tengan vida eterna”.
El
Evangelio nos advierte, una vez más, que Jesús no vino al mundo para condenar a
nadie, sino para dar la oportunidad a los que crean en Él para que se salven.
Como
siempre Dios respeta la libertad humana pero sí nos advierte que, el que no
crea, es él mismo el que se condena y de ningún modo podemos echar las culpas a
Dios.
Agradezcamos,
pues, hoy a la Santísima Trinidad por el regalo más grande que es el envío del
Hijo y del Espíritu Santo para que entre las dos divinas Personas realizaran el
plan de salvación trazado por Dios desde toda la eternidad.
José
Ignacio Alemany Grau, obispo