Hoy
es domingo de ramos. Nos trae añoranzas.
Los
cantos, la procesión, las palmas y ramos de olivo…
Este
año será distinto. Pero Jesús y nuestro amor son el mismo.
Hoy
nos toca fidelidad.
Hagamos
esta reflexión en seis puntos pues sería muy largo extendernos en cada uno de
ellos.
- Los Ramos
Jesús
entra en Jerusalén y la multitud aclama:
“¡Bendito el que viene en
nombre del Señor!”.
Jesús
viene siempre.
En
el necesitado material o espiritualmente.
Viene
a pedirte. Más que cosas te pide a ti.
Pero
estas palabras cobran su sentido pleno en la Santa Misa. Después del “Santo”,
repetimos: “Bendito el que viene” y en seguida la consagración.
Es
Jesús que viene con su cuerpo, sangre, alma, y divinidad. Dios y hombre
verdadero: ¡Bendito sea!
- El Prefacio
En
el pórtico de la Semana Santa el prefacio nos invita a entrar de lleno en lo
esencial del misterio del Triduo Pascual:
“El
cual, siendo inocente, se entregó a la muerte por los pecadores, y aceptó la
injusticia de ser contado entre los criminales. De esta forma, al morir,
destruyó nuestra culpa y, al resucitar, fuimos resucitados”.
Desde
el principio de la semana agradezcamos a Jesús. A Él se lo debemos todo.
- Isaías
“Mi Señor me ha dado una
lengua de iniciado”.
Tendremos
lengua de discípulo si vamos a “su escuela” para saber decir en los momentos
difíciles, como los que estamos viviendo, “una
palabra de aliento al abatido”.
Jesús
llevó esto al extremo y soportó todos los tormentos para poder escucharnos y
sanarnos a todos.
- Salmo 21
Este
salmo hay que leerlo en el Calvario con mucha fe, meditando lo que dicen los
evangelistas. De esta manera nos parecerá un párrafo más del evangelio con
todos los detalles:
“Se burlaban de mí… Meneaban
la cabeza diciendo: acudió al Señor; que lo ponga a salvo, que lo libre si
tanto lo quiere… Me taladran las manos y los pies, puedo contar todos mis
huesos...
Se reparten mi ropa, echan a
suerte mi túnica…”
Todo
esto vivió nuestro amigo Jesús en el Calvario.
- San Pablo
El
apóstol nos muestra el camino de la providencia divina para con todos nosotros:
“Baja
si quieres subir”.
Este
dicho ascético se cumple en Jesús que se humilló como el hombre más humilde,
hasta la muerte más humillante, la cruz.
“Por eso Dios lo levantó
sobre todo y le concedió el nombre sobre todo nombre”.
Como
a Él, a todos nosotros nos sucederá lo mismo; si vivimos la humildad verdadera
Dios nos glorificará.
- Evangelio
En
este ciclo A, San Mateo nos presenta el resumen de la pasión de Cristo desde la
traición de Judas hasta la sepultura de Jesús.
Cada
detalle nos da para ir meditando toda la Semana Santa.
+
“¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo
entrego?”
Es
Judas que traiciona a su amigo Jesucristo y lo vende por treinta monedas.
+
“Os aseguro que uno de vosotros me va a
entregar…
¿Soy yo acaso, Maestro?”
Es
Judas que quiere disimular.
Cuando
Judas sale del cenáculo, el corazón de Cristo se esponja y comienza un precioso
compartir.
+
“Padre mío si este cáliz no puede pasar
sin que yo lo beba, hágase tu voluntad”.
Como
hombre verdadero, Jesús tiembla y suda sangre ante la muerte horrible que se
avecina.
Su
voluntad humana se somete a la divina. Es el gran misterio de la única Persona
divina que tiene verdadera naturaleza humana y también divina.
+
“Tú lo has dicho… desde ahora veréis que
el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso”.
En
lugar de adorarlo, gritan: “¡Es reo de
muerte!” y empiezan a escupirle y abofetearlo.
+
Al “ver Pilato que todo era inútil… se
lavó las manos en presencia de la multitud diciendo: soy inocente de esta
sangre”.
Así
se lavan las manos los jueces inicuos, cuando condenan a un inocente.
+
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”
Misterio
insondable. Jesucristo que es Dios gritándole a Dios al final de su vida.
+
“Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el
espíritu”.
Por
fin, Jesucristo, descansaste y tu muerte es el principio de la vida para todos
nosotros.
Gracias
por tu muerte y gracias, sobre todo, por tu resurrección.
José
Ignacio Alemany Grau, obispo