La
mejor forma de comenzar nuestra reflexión en el día de la resurrección de
Jesucristo es la alegría del rito de entrada cuya antífona dice así:
“He
resucitado y aún estoy contigo, has puesto sobre mí tu mano: tu sabiduría ha
sido maravillosa… En verdad ha resucitado el Señor. A Él la gloria y el poder
por toda la eternidad”.
Este
es el motivo de alegría más grande que tiene la Iglesia de Jesús en este día.
Te
invito a meditar las pequeñas oraciones, antífonas y textos en los que verás el
gozo pascual de la Iglesia.
- Hechos de los apóstoles
San
Pedro es movido por el Espíritu Santo para que vaya a la casa de Cornelio, un
pagano que lo ha mandado llamar, inspirado por Dios para convertirse él y su
familia.
En
la casa de este pagano Pedro da un testimonio fuerte y claro de la muerte y
resurrección de Jesucristo, llevando a toda la familia a la conversión:
“Lo mataron colgándolo de un
madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el
pueblo, sino a los testigos que Él había designado”.
Con
qué gozo advierte Pedro que él estuvo con Jesús comiendo y bebiendo después de
su resurrección.
- Salmo 117
Se
trata de uno de los salmos largos, del que tomamos unas palabras que la Iglesia
aplica a este día de Pascua:
“Este es el día en que actuó
el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo... Dad gracias al Señor porque es
bueno, porque es eterna su misericordia”.
- San Pablo
La
segunda lectura es muy breve, pero muy importante por el pedido que nos hace el
apóstol:
“Ya que habéis resucitado con
Cristo, buscad los bienes de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de
Dios”.
Si
tanto le hemos costado a Cristo para abrirnos las puertas del cielo, es justo
que aprovechemos para ganar, durante nuestra vida, tesoros para el cielo.
Lo
de aquí no dura y cuando nos vamos, aquí se queda.
Los
tesoros que cosechamos para la eternidad serán nuestra felicidad para siempre.
- Secuencia
Este
cántico recoge algo de la muerte y resurrección de Jesús que es comparado con
el Cordero que vino salvar a la humanidad.
Este
Cordero, que es Cristo, luchó con la muerte. La Vida triunfó para siempre sobre
la muerte.
A
continuación narra el encuentro de la Magdalena con Jesús que canta gozosamente
su victoria:
“Resucitó
de veras mi amor y mi esperanza”.
Terminemos
también nosotros pidiéndole a Jesús que, en estos momentos difíciles, haga
realidad estas palabras:
“Rey
vencedor, apiádate de la miseria humana”.
- Verso aleluyático
Nos
invita a alegrarnos con lo que es el motivo fundamental de la Pascua, tal como
nos pide San Pablo:
“Ha sido inmolada nuestra
víctima pascual, Cristo. Así pues celebremos la Pascua en el Señor”.
- Evangelio
El
Evangelio de San Juan nos cuenta que María Magdalena al ver el sepulcro vacío
fue corriendo a avisar a Pedro y a Juan:
“Se han llevado del sepulcro
al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
No
es fácil imaginar lo que en esos momentos pensaron los dos apóstoles.
Fueron
corriendo al sepulcro y encontraron que de verdad estaba vacío y los lienzos
bien doblados.
Primero
entró Pedro. Pero lo hermoso es lo que Juan cuenta de sí mismo:
“Entonces entró también el
otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro: vio y creyó”.
Hermoso
acto de fe. Es posiblemente el primero que creyó antes de ver al Resucitado.
Su
amor a Jesucristo le llevó a aceptar así la resurrección del Maestro.
Que
en este día de Pascua, en medio de nuestro “aislamiento social obligatorio”,
encontremos paz y alegría, sabiendo que Jesús con su resurrección, nos abrió
para siempre la posibilidad de gozar eternamente en el cielo y nos invita a
resucitar con Él.
Recordemos
siempre que Jesús camina con nosotros y de una manera especial se siente feliz
cuando lo invitamos, como familia, a acompañarnos en casa:
“¡Quédate con nosotros, Señor!”.
José
Ignacio Alemany Grau, obispo