LA VIUDA “FASTIDIOSA”
Ya
lo hemos comentado pero hoy el Evangelio nos recuerda estas palabras:
“¿Habrá fe cuando venga el
hijo del hombre?”
En
tiempos difíciles hay que ser más fieles que nunca.
Rezar
a diario el Credo, sin quitarle nada. Vivir en consecuencia y propagar esa fe
que Dios nos regaló en el bautismo y Jesús nos pidió darla a conocer a “todos”
los hombres.
- Exodo
Una
vez que Israel se convirtió en un pueblo libre de la esclavitud de Egipto, tuvo
que vivir luchando contra los pueblos vecinos para conquistar la tierra
prometida.
Por
lo demás era una costumbre de los distintos pueblos hacerse la vida difícil los
unos a los otros para quitarse las tierras.
El
primer pueblo contra el que lucha Israel es Amalec.
Dios
le ayuda. Hoy el Éxodo explica cómo consiguió la victoria. Hubo una doble
acción:
Josué
pelea en el campo de batalla y Moisés hace oración de intercesión durante todo
el día.
Primero
reza de pie; después se sienta y le sostienen los brazos Aarón y Jur.
De
esta manera al atardecer Josué había conseguido la victoria.
- Salmo 120
Los
salmos son Palabra de Dios con la que Él mismo nos invita a hacer oración.
Aprovechemos
para invocarle con los distintos salmos que nos ayudarán en todas las
situaciones.
Hoy
le pedimos su auxilio:
“El auxilio me viene del
Señor”.
Es
interesante que los pueblos que vivían en el valle debían contemplar los cerros
para ver por dónde venía la ayuda de un pueblo amigo. El salmista exclama:
“Levanto los ojos a los
montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?”.
Él
mismo responde con un acto de fe: “El
auxilio me viene del Señor que hizo el cielo y la tierra”.
Qué
hermoso es este salmo en el que podemos meditar muchos detalles, por ejemplo:
“Tu guardián no duerme, no
duerme ni reposa, el guardián de Israel”.
- San Pablo
Pablo
escribe a Timoteo y nos recuerda que Timoteo
desde niño aprendió la Sagrada Escritura en el ambiente familiar de la
joven Iglesia de Jesús. Por eso le pide: “permanece
en lo que has aprendido y se te ha confiado sabiendo de quién lo aprendiste…”
Nos
enseña también el apóstol cómo la Palabra de Dios nos es útil siempre: para
enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud.
Finalmente
a todos nos vendrá bien tomar como un mensaje personal estas palabras:
“Ante Dios y ante Cristo
Jesús que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad:
proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha,
exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir”.
- Aleluya
El
verso aleluyático nos recuerda esta idea de la Carta a los Hebreos que será
bueno que tengamos en cuenta, porque a veces parece que no tenemos muchas
fuerzas o motivación para evangelizar. Nos creemos que el valor de lo que
decimos viene de nosotros, pero no es así.
La
Palabra de Dios posee fuerza por sí misma:
“Es viva y eficaz; juzga los
deseos e intenciones del corazón”.
Lógicamente
esto vale para el que la proclama y para el que escucha.
- Evangelio
Nos
trae una parábola con una motivación concreta que dice el mismo San Lucas:
Jesús
quiere que oremos “siempre sin
desanimarnos”.
Se
trata de un juez inicuo que no actúa en conciencia sino que imparte “justicia”
para evitarse problemas. Por eso, ante una mujer que pide insistentemente que le
haga justicia, decide “le haré justicia,
no vaya a acabar pegándome en la cara”.
La
conclusión que saca Jesús es que Dios, que es el verdadero Juez, escuchará
nuestra oración siempre.
El
párrafo evangélico concluye con esa dolorosa frase de que hablamos al
principio:
“¿Pero habrá fe cuando venga
el Hijo del hombre?”
Hermanos,
estamos en tiempos difíciles, hacen falta los “amigos fuertes” que pedía santa
Teresa.
José Ignacio Alemany Grau, obispo