NOS FAVORECE
OBEDECER A DIOS
Muchos de nuestra sociedad han
marginado a Dios y sus mandamientos.
Y lamentablemente vemos el
fruto que estamos recogiendo entre todos. No hace falta numerarlos pero los
continuos asaltos, violaciones, feminicidios, etc., son simplemente el fruto de
haber rechazado los diez mandamientos.
- Hechos de los apóstoles
Nos cuentan hoy cómo el sumo
sacerdote interrogó a los apóstoles diciendo:
“¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ese?”
Pedro, un simple pescador,
debió maravillarles con su respuesta:
“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.
Después de haber soportado los
ultrajes, los apóstoles salieron contentos y siguieron predicando en nombre de
Jesús.
Una gran lección para todos
los pueblos y para hoy más que nunca.
Tenemos que obedecer a Dios
antes que a los caprichos humanos, si no, nunca encontraremos la felicidad y la
paz.
- Salmo 29
Con el salmo repetimos:
“Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”.
Un salmo que todos nosotros
debemos repetir porque la verdad es que Dios nos ha librado:
A los apóstoles frente al
Sanedrín.
A Jesús lo libró
resucitándolo.
Y a nosotros mismos con el
bautismo, Dios nos ha regalado la verdadera libertad.
Recordemos, como dice la
Escritura, que “donde está el Espíritu
del Señor está la libertad” y no permitamos que nadie nos la quite.
En la verdadera libertad
consiste la dignidad de todo ser humano.
Sabemos que el Apocalipsis
ensalza a Jesucristo bajo distintas imágenes y nombres.
Hoy leemos “digno es el
Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el
honor, la gloria y la alabanza”.
Sabemos muy bien que el “Cordero degollado y puesto en pie” es
Jesucristo y bajo esta imagen se encubre a Jesús, verdadero Cordero de Dios
muerto y resucitado.
Unámonos también nosotros,
sobre todo cuando participamos de la Eucaristía, a estas alabanzas del
Apocalipsis que la Iglesia llama la liturgia del cielo.
- Verso aleluyático
Este versículo reconoce a
Jesús como Dios creador y al mismo tiempo verdadero hombre que se compadeció
del género humano devolviéndonos la gracia perdida por el pecado.
Aprovechemos este tiempo
pascual para repetir con la liturgia muchas veces, esta palabra “aleluya” que, además de ser una
alabanza al Señor, constituye el gozo de la Iglesia en la Pascua.
- Evangelio
Entresaquemos unos
pensamientos para meditarlos.
Se trata de una aparición de
Jesús a los discípulos junto al lago de Tiberiades.
Estos pasaron la noche entera
queriendo pescar y no consiguieron nada.
Desde la orilla un hombre les
gritó:
“Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”.
La pesca fue fabulosa.
En ese momento Juan dice a
Pedro:
“¡Es el Señor!”
Seguramente que el evangelista
Juan, de corazón limpio y amigo predilecto de Jesús, intuyó antes que ninguno
la presencia del Señor.
A continuación desayunaron con
Jesucristo y otra vez se encontraron juntos con el Maestro, como si fuera la
tarde del jueves santo y con Él pudieron comer un pescado puesto por Jesús
encima de las brasas y pan, servidos por el mismo Jesús.
La última parte del Evangelio
nos recuerda el momento importante en que Jesús pregunta a Pedro si lo quiere y
esto por tres veces.
Jesús quizá pretendía
purificar a su apóstol y darle a conocer que no por su triple traición le había
quitado el primado, sino que más bien se lo confirmaba también por tres veces, bajo
esta comparación:
“Apacienta mis corderos… apacienta mis ovejas”.
Jesús termina profetizándole a
Pedro, aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios:
“… Cuando seas viejo extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará
donde no quieras”.
Finalmente, Jesús desde que entró en el mundo diciendo “he aquí que vengo a hacer, oh Dios, tu
voluntad” hasta que murió en la cruz para salvarnos, ha sido el mejor
modelo de obediencia a Dios.
José Ignacio Alemany
Grau