LA NOVEDAD DE UN VIEJO MANDAMIENTO
El
amor de Jesús rompe todos los moldes del amor.
Nos
puede parecer que presentar como mandamiento original y propio el amarse unos a
otros es poco menos que una necedad porque, en efecto, ¿quién no ha estrenado
el amor en su vida?
Pero
hay amor y amor.
Hoy
la liturgia nos habla del amor que distingue a los seguidores de Jesús.
Más.
Él
nos dirá que este es su mandamiento nuevo y que hace nuevas las cosas.
Reflexionemos
con la ayuda de Dios.
- Hechos de los apóstoles
Nos
habla del apostolado de Pablo y Bernabé.
Fue
el fruto de un amor sacrificado que busca el mayor bien para los otros, el mayor
regalo: la salvación.
Y
esto no precisamente a sus paisanos, los judíos, sino a los paganos ya que el
rechazar los judíos a Jesús y su Evangelio hizo que los apóstoles se dedicaran
a evangelizar a los gentiles.
Será
bueno que reflexionemos sobre la última enseñanza del párrafo de hoy:
Cuando
“regresaron, reunieron a la Iglesia, les
contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo habían abierto a los
gentiles la puerta de la fe”.
Eso
es amor:
Gozarse
compartiendo la fe y querer que todos puedan glorificar a Dios con el
apostolado realizado.
Nosotros
qué poco compartimos las cosas de Dios y cuántas veces, incluso en vez de
gozarnos con el apostolado de otros, tenemos una envidia poco disimulada.
- Salmo 144
El
salmista se goza compartiendo las bendiciones del Señor a los hombres y
glorificándolo porque Él es el que da el fruto al apostolado.
Eso
le hace repetir:
“Bendeciré tu nombre por
siempre jamás, Dios mío, mi Rey”.
¡Es
un gozo dedicar la vida a glorificar a Dios entre los hombres!
- Apocalipsis
Canta
la grandeza insuperable del amor entre el Creador y la criatura comparándolo
con el amor matrimonial.
“Y vi la ciudad santa, la
nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una
novia que se adorna para su esposo”.
No
olvidemos la gran lección de este domingo.
Solo
el amor hace nuevas todas las cosas: “Todo
lo hago nuevo”.
Nosotros
buscamos la novedad en todo y eso nos inquieta y compromete pero solo tendremos
éxito en la medida en que lleguemos a descubrir el amor más grande, el de Dios
y entonces nos haremos felices unos a otros porque habremos aprendido lo que es
amarnos de verdad.
- Aleluya
Es
un gozo y glorificamos a Dios porque hemos conocido el mandamiento nuevo que
nos enseñó Jesús para que seamos felices.
- Evangelio
Nos
habla de la despedida de Jesús.
A
su corazón le cuesta separarse de los apóstoles y les comparte el amor desde
dos puntos de vista:
El
amor del Padre para con Jesús al que glorifica por ser su predilecto y el amor
que quiere que distinga a los suyos:
“Os doy un mandamiento nuevo,
que os améis unos a otros como yo os he amado”.
Esto
no es fácil porque Jesús ha dado la vida que es el máximo amor.
¡Qué
lejos estamos de amar así!
Posiblemente
ni siquiera hemos llegado al amor que pide el Antiguo Testamento:
“Amar al prójimo como a
nosotros mismos”.
En
la práctica el primero soy siempre yo pero hoy Jesús nos pide mucho más que el
amor bíblico del Antiguo Testamento: amar como Él.
Este
mandato es grave porque de este amor depende el fruto del apostolado.
“En esto conocerán que son
mis discípulos si os amáis unos a otros como yo os he amado”.
La
gente no cree en la Iglesia porque no ve ese amor entre nosotros.
Todo
el apostolado fracasará si no testifica que nos amamos como nos enseñó el Maestro.
El
amor del Evangelio está por estrenar en la mayor parte de los cristianos.
Dios
hará nuevas todas las cosas, un mundo nuevo de verdad, el día en que nos amemos
como Él nos ha amado.
José Ignacio Alemany Grau