30 de marzo de 2019

TRES ACTORES Y DOS ESPECTADORES

Quizá has pensado: ¡ah!, hoy es la parábola del hijo pródigo, ya me la sé.
Puede ser que sí, pero yo te invito a leerla de otro modo.
Si ya lo has hecho ayúdame a pensar y sobre todo a hacerlo vida.
  • Evangelio

Los tres actores
+ El más conocido y que hasta le robó el título a la parábola es el pequeño.
Pues sí.
De pequeño debió ser muy bueno y conoció el corazón de sus padres. Que por eso regresó.
Un día le salió el ansia juvenil de libertad de una forma irresistible. Fue a su padre y le exigió todo lo que le correspondía como herencia.
El padre le da todo y el muchacho se va feliz adonde nadie le pueda recortar la libertad.
Pronto comprende que es muy fácil malgastar y muy difícil recuperar.
+ El mayor es el muchacho fiel y cumplidor pero que guarda una amargura que nunca desahogará hasta que oiga la música de la fiesta que el padre hizo de una manera inesperada.
La actitud del mayor es negarse a la comunión: no quiere entrar en casa.
+ El padre es el bueno.
Que acoge todos los golpes sin perder la paz y esperanza:
Al pequeño le da todo para que se vaya a saciar su libertad.
Como conoce su corazón porque él lo modeló junto con su esposa, sabe que volverá y ya no se irá nunca.
Cuando vuelve el pequeño lo abraza. No tiene nada que decir. Solo hacer fiesta porque se cumplió lo que él mismo pensaba.
Por eso había salido tantas veces al camino esperando el día de la fiesta.
En cuanto al mayor, el padre tiene que salir a buscarlo. Debe alabarlo por su fidelidad y le dice las palabras más maravillosas que son las que Jesús dirá de su padre Dios: “Todo lo mío es tuyo”.
Como el hermano mayor no había entendido nunca cómo era el corazón de su padre, a pesar de vivir siempre con él, le tiene que explicar por qué llegó a tanto su perdón.
Si tuviéramos que definir el corazón de este padre lo haríamos con las palabras de Jesús:
“Sean misericordiosos como mi padre es misericordioso”.

Los dos espectadores
+ Según el Evangelio los primeros espectadores son los fariseos y los escribas que, como siempre, estaban murmurando por la actitud misericordiosa del padre.
No lo entendieron, ni siquiera con esta maravillosa parábola porque estaban enceguecidos por su enorme envidia.
Sin embargo la parábola fue para ellos, como dice el evangelista.
+ El segundo espectador nos representa a cada uno de nosotros.
La parábola es para meditarla y llevarla a la práctica y aprender de una vez que hay que saber perdonar y acoger al arrepentido sin resentimientos, con fiesta.
Y que, por otra parte, no debemos ocupar el puesto del hermano mayor como sucede tan frecuentemente:
* Hacerse dueños de la secretaría de la parroquia porque tenemos que defender al párroco ante todo tipo de pródigos que se acerquen.
* Rezar pensando que como somos los buenos de la película, Dios nos tiene que escuchar.
* Los responsables de hermandades y grupos que se sienten superiores a los demás y los tratan con poca caridad…
  • Otras lecturas
Y ahora amigos, después de entretenernos santamente en la que se considera la más bella de todas las parábolas de Jesús, echamos una mirada a las otras lecturas:
+ Josué nos habla de cómo el pueblo de Israel establecido ya en la tierra prometida celebra la Pascua, símbolo de la Eucaristía que nosotros celebramos hoy en la Iglesia de Jesús.
+ Por su parte San Pablo, nos pide la conversión, que es exactamente lo mismo que Jesús nos pide en su parábola.
Pablo nos lo dice así:
“En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios”.
+ En cuanto al versículo aleluyático nos invita a poner en práctica el pedido de Jesús:
“Me pondré en camino adonde está mi Padre”.
Después de meditar las bellas lecturas de este domingo terminemos con el salmo responsorial diciendo:
“Gustad y ved qué bueno es el Señor”.

José Ignacio Alemany Grau