DÉJATE CONDUCIR POR
EL ESPÍRITU
Según el prefacio del primer
domingo estas son las enseñanzas de la cuaresma.
El protagonista es Jesús,
Señor y Maestro:
+ Penitencia cuaresmal: ayuna cuarenta
días.
+ Rechaza las tentaciones del
enemigo para sofocar la fuerza del pecado.
+ Nos ha enseñado a caminar
por la pasión y muerte a la Pascua, la de Él que ya pasó y la nuestra que será
una gozada: encontrarnos en los brazos de nuestro Creador y Padre en una Pascua
eterna.
- Deuteronomio
Moisés pide al sacerdote que
cuando reciba las ofrendas de los fieles, del Antiguo Testamento, les recuerde
que esa oblación es el agradecimiento por la providencia de Dios, el cual se ha
portado como un verdadero Padre con todos y cada uno de los fieles, sacándolos
de la esclavitud de Egipto y haciéndolos
un pueblo que vive en libertad en “una
tierra que mana leche y miel”.
Será bueno que aprovechemos la
oportunidad para ofrecernos a Dios en agradecimiento por la salvación que nos
ha dado en Cristo Jesús, que con su muerte y resurrección nos ha hecho pasar de
la muerte que mereció nuestro pecado a la vida definitiva con la Pascua de
Jesús.
Así la liberación del pueblo
judío, que pasó de la esclavitud de Egipto a la libertad de la nueva tierra,
será siempre el símbolo de la Pascua con que nos liberó Jesús.
- Salmo 90
El salmo de hoy nos lo
recuerda la liturgia para que pensemos que si lo empleó el diablo
distorsionando su sentido, nosotros procuremos aprovecharlo para confiar en la
misericordia de Dios que siempre nos protege:
Si nos ponemos en manos de
Dios con la confianza de hijos con su Padre podremos estar seguros de que Él
cumplirá su promesa:
“Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo
glorificaré”.
Esto quiere Dios para cada uno
de nosotros: ¡glorificarnos!
- Romanos
San Pablo nos recuerda que
Dios no hace acepción de personas. Para Él todos somos queridos y aceptados:
“Todo el que invoca el nombre del Señor se salvará”.
Por eso Dios nos ha regalado
su Palabra.
Con gratitud llevemos siempre
la Palabra de Dios, que es Jesucristo, en los labios y en el corazón.
Teniendo siempre a Jesús en
nuestra vida con fe auténtica, seremos justificados y santificados ante Dios.
Ninguno que tenga fe verdadera
en Jesucristo, el enviado del Padre, quedará defraudado.
¡Qué importante es la fe en el
Hijo que el Padre nos dio para salvarnos!
- Evangelio
La primera lección para
nosotros es que el verdadero cristiano debe dejarse conducir en todo por el
Espíritu Santo.
Esto hizo Jesús que empezó su
vida pública siguiendo el impulso del Espíritu Santo.
Tengamos presente que todo lo
más importante de hizo Jesucristo comenzó con oración profunda.
Esto lo vemos especialmente
ahora, al comenzar el apostolado y en el huerto al empezar la pasión.
¿Y qué pasó en el desierto?
Que Jesús ayunó y rezó.
¡Qué feliz debió estar en
comunicación continua con su Padre!
Jesús ayunó y rezó.
Posiblemente nuestra oración
se parece muy poco a la de Jesús, pero Él ha querido ser el mejor Maestro para
nuestra oración.
A continuación el Evangelio
nos presenta al diablo interpretando la Biblia:
¡Qué cosa más fea!
La verdad es que si él
interpretara bien la Biblia, perdería su “clientela” y esa falsa interpretación
es la que enseña a sus clientes.
Por su parte Jesús da la
explicación correcta para que sus “hijos”, en el momento de la prueba, no nos
dejemos llevar por la conveniencia.
La Palabra de Dios es suya y
no nuestra y no podemos jugar con ella.
En fin de cuentas la Palabra
es el Verbo, el Verbo encarnado que es Jesucristo (Dios con nosotros) y por Él
que es camino y verdad, llegamos al Padre:
En la Palabra está nuestra
salvación.
Cuando Jesús venció al diablo,
éste agachó las orejas y se marchó con el rabo entre las patas “hasta otra ocasión”.
Debemos estar siempre alerta y
no olvidar que el diablo “como león
rugiente, anda buscando a quien devorar”.
Aprendamos de Jesús a
vencerlo.
José Ignacio Alemany
Grau