BENDITOS O MALDITOS
El
esquema de la liturgia de este domingo VI del tiempo ordinario es claro como
pocas veces.
Para
algunos quizá sea ofensivo poner el título que he puesto a este artículo, pero
tendrán que leerlo en los textos bíblicos porque lo dicen con todas las letras.
De
hecho con nuestra vida merecemos que digan bien de nosotros (= bendecir) o que
digan mal (= maldecir).
Meditemos
y optemos por la bendición.
Que
digan los hombres de nosotros una cosa u otra nos da igual, pero tratándose de
Dios, necesitamos que nos bendiga el Todopoderoso.
Eso
pido hoy para ti y para mí.
- Jeremías
El
esquema del profeta es bien claro:
“Maldito el que confía en el
hombre y en la carne busca su fuerza”.
Hay
tantas cosas difíciles y además nuestra salud es frágil y limitada… Nos
necesitamos unos a otros, sí.
Pero
la confianza plena, ¿la puedo poner en otro tan débil como yo?
Nunca
una criatura puede dar la plenitud que busca otra criatura.
En
la segunda parte el profeta dice:
“Bendito quien confía en el
Señor y pone en el Señor su confianza”.
A
este lo compara Jeremías con un árbol plantado junto al río.
Pero
pasemos al salmo que nos hablará de esto mismo.
- Salmo 1
Este
salmo es el primero de todos y describe la vida del justo.
Comienza
con una bendición que coincide con la de Jeremías:
“Dichoso el hombre que ha
puesto su confianza en el Señor… Será como un árbol plantado al borde de la
acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas”.
La
segunda parte “no dice bien” del impío:
“No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento”.
Está
clara la misma lección: el que obra bien es un bendito y bendecido de Dios… “pero el camino de los impíos acaba mal”.
- San Pablo
El
apóstol nos habla de la resurrección:
“Cristo resucitó de entre los
muertos, el primero de todos”.
Los
que confiesan esta verdad de fe están salvados desde ahora. En cambio quienes
no creen en la resurrección de Jesús están perdidos para siempre. Medita bien
porque se trata de “nuestra” resurrección que solo es posible con Cristo y por
Él.
- Verso aleluyático
Es
la invitación al gozo:
“Alegraos y saltad de gozo”.
¿Recuerdas
el título del libro del Papa Francisco Gaudete
et exsultate?
Son
las mismas palabras del aleluya de hoy.
¿Y
por qué esta alegría?
“Porque vuestra recompensa
será grande en el cielo”.
- Evangelio
Nos
refiere las bienaventuranzas de Lucas, que no son las ocho de Mateo, sino una
presentación distinta, aunque en el fondo coinciden.
Lucas
es muy concreto.
Nos
presenta cuatro bendiciones y otras cuatro cosas que no vienen con el nombre de
“malditos” pero traen un “ay de ustedes”
que suena muy duro: Dios rechaza a esas personas.
Veamos:
+
Dichosos los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los rechazados por
esta sociedad abusiva que no soporta ni el bien ni a los buenos.
+
En cambio ¡ay de los ricos, de los que tienen todo, se ríen y son alabados por
todos!
No
por el hecho de tener o ser felices sino porque no comparten con los demás ni
tienen en cuenta a Dios, que es la fuente del bien y nos quiere felices a todos
pero con una felicidad verdadera y eterna.
José Ignacio Alemany Grau