JESÚS HOY SIGUE
LLAMANDO APÓSTOLES
En este domingo, V del tiempo
ordinario, la liturgia nos presenta a grandes profetas. Primero Isaías que
comienza su apostolado con profunda humildad.
El segundo será San Pablo que
también tiene sobre sí mismo expresiones de humildad entre todos los apóstoles.
Finalmente, veremos cómo Pedro
se reconoce ante Jesús como un gran pecador.
- El profeta Isaías
En este párrafo de hoy podemos
distinguir tres momentos concretos.
En el primero se nos presenta
la grandeza de Dios con palabras que repetimos todos los días en la Santa Misa,
cuando los serafines se gritaban uno a otro diciendo:
“Santo, Santo, Santo es el Señor del universo, llena está la tierra de
su gloria”.
En el segundo momento el
profeta manifiesta su pequeñez y humildad ante Dios:
“¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros que habito en
medio de gente de labios impuros”.
En tercer lugar llega de parte
de Dios un serafín con un carbón encendido, a purificarle los labios con estas
palabras:
“Al tocar esto tus labios ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu
pecado”.
Es entonces cuando surge la
vocación del gran profeta que al oír al Señor que pregunta:
“¿A quién enviaré?”, contestó Isaías: “¡Aquí estoy, mándame!”
Así de la humildad surge uno
de los más grandes profetas de la historia de Israel.
- Salmo 137
Es una invitación a dar gracias
a Dios por su misericordia y su lealtad y la multitud de gracias que nos ha
concedido:
“Te doy gracias Señor, de todo corazón, delante de los ángeles tañeré
para ti, me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre por tu
bondad”.
- San Pablo
La más conocida es la de la
Eucaristía. Pero esta es también muy importante.
Y así nos dice él:
“Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que
Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y
que resucitó al tercer día, según las Escrituras”
(será bueno que reflexionemos
cómo la Tradición en la Iglesia fue en parte anterior a la misma Sagrada
Escritura).
A continuación Pablo hace un
acto profundo de humildad y va contando cómo Jesucristo resucitado se apareció
en primer lugar a Pedro, luego a los doce, y a quinientos hermanos juntos.
Finalmente, cuenta cómo se apareció a Santiago y añade con profundísima
humildad:
“Por último, como a un aborto, se me apareció también a mí”.
A partir de ese momento, tanto
Pablo como todos los demás que conocieron la resurrección de Cristo, se
convirtieron en verdaderos y valientes apóstoles.
- Verso aleluyático
No olvidemos que la liturgia
nos está contando los primeros tiempos del apostolado en que Jesús va
escogiendo fundamentalmente los doce apóstoles.
Por eso el versículo recoge
estas palabras de San Mateo:
“Venid y seguidme, y yo os haré pescadores de hombres”.
- Evangelio
El capítulo 5 de San Lucas es
realmente muy hermoso.
De aquí precisamente tomará
San Juan Pablo II las palabras que nos repetirá muchas veces:
“¡Remen mar adentro!”
Jesús, que está predicando a
la multitud, ve dos barcas en la orilla del lago y se sube a una de ellas.
Después de predicar pide a
Pedro: “Rema mar adentro y echad las
redes para pescar”.
Pedro contesta: “Nos hemos pasado la noche bregando y no
hemos pescado nada; pero por tu palabra echaré la red”.
La pesca es realmente
milagrosa y Pedro como avergonzado se echa a los pies de Jesús, diciendo:
“Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”.
A este profundo acto de
humildad Jesús responde llamándolo a él, a su hermano Andrés, a Santiago y a Juan, para que en adelante sean
pescadores de hombres.
De esta manera Jesús empezó a
buscar sus apóstoles y así sigue hasta nuestros días invitando a los corazones
generosos para que evangelicen en su Iglesia y construyan el Reino de Dios.
José Ignacio Alemany Grau