SEISCIENTOS LITROS
DEL VINO MEJOR
En los días anteriores hemos
hablado de tres “teofanías”, que ya sabemos que significan tres manifestaciones
de Dios.
La tercera es la de hoy, ya
que en el milagro de las Bodas de Caná aparece Jesucristo como dueño y Señor de
la naturaleza, con el poder de cambiar el agua en vino.
Más todavía, la Iglesia desde
el principio, ha visto en esta tercera teofanía como un adelanto de la
Eucaristía por la cual Jesús el Jueves Santo convertirá el vino en su Sangre.
Es decir, como un segundo paso
del milagro: del agua en vino a la sangre de Cristo.
Veamos ahora la profundidad de
las tres lecturas de hoy.
- Isaías
Los Santos Padres han visto,
desde el principio, en el amor especial de Dios por Sión (que es la ciudadela
de Jerusalén) el amor que Dios ha tenido a la Iglesia, esposa de Jesucristo.
Por otra parte que todas las
palabras de amor que Dios manifiesta en el profeta Isaías se aplican a la
Iglesia en general y a cada uno de los que pertenecen con amor y fidelidad a la
Iglesia de Jesús:
Es bonito pensar cómo nos ama
el Señor y detenernos a meditar las bellas palabras que hoy cita la liturgia:
“Como un joven se cansa con su novia, así te desposa el que te construyó.
La alegría que encuentra el marido con su esposa la encuentra tu Dios contigo”.
- Salmo responsorial 95
Canta las misericordias del Señor que son muchísimas y
que hoy recordamos de una manera especial en las tres lecturas del día:
“Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra; cantad al Señor y bendecid su nombre”.
“Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra; cantad al Señor y bendecid su nombre”.
- San Pablo
El apóstol San Pablo nos habla
de los carismas y nos dice:
“Hay diversidad de dones pero un mismo Espíritu, hay diversidad de
ministerios pero un mismo Señor. Y hay diversidad de funciones pero un mismo
Dios que obra todo en todos”.
Y hay algo muy importante que
no debemos olvidar:
“En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común”.
Tengamos presente que quienes
tienen los carismas los han recibido para el servicio de la Iglesia y no para
su propio interés personal.
Respecto a los carismas el
Catecismo Católico nos enseña:
“Extraordinarios o sencillos y
humildes, los carismas son gracias del Espíritu Santo, que tienen directa o
indirectamente una utilidad eclesial.
Los carismas están ordenados
para la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades
del mundo.
Los carismas se han de acoger
con reconocimiento por el que los recibe, y también por todos los miembros de
la Iglesia…
Los carismas constituyen tal
riqueza siempre que se trate de dones que provienen verdaderamente del Espíritu
Santo y que se ejerzan de modo plenamente conforme a los impulsos auténticos de
este mismo Espíritu, es decir, según la caridad, verdadera medida de los
carismas” (ver779 y 800).
- Evangelio
El Evangelio es muy querido y
conocido en la Iglesia de Jesús, de manera especial porque “la Madre de Jesús estaba allí” en las Bodas de Caná, adonde habían
invitado a Jesús con sus discípulos.
Y es precisamente la Virgen quien
con su intuición femenina y su amor de Madre le advierte a Jesús que se ha
acabado el vino y la boda está poco menos que empezando.
Unas bellas enseñanzas podemos
sacar de este párrafo de San Juan:
+ Que a María, nuestra Madre,
la llaman los santos la “omnipotencia suplicante”. Esto quiere decir que no es
Dios ni mucho menos pero, por ser su Madre, consigue de su Hijo todo lo que le
pide.
+ Veamos cómo para pedir con
confianza y conseguir lo deseado no hay que hacer grandes discursos sino una simple
petición.
+ Aquí tenemos una de las
pocas frases de la Virgen que como petición de la Madre de Dios y Madre nuestra,
ha quedado en el corazón de los fieles:
“Haced lo que Él os diga”. En aquella oportunidad los siervos
llenaron de agua seis vasijas de cien litros y Jesús las convirtió en el mejor
vino, según declaró el mayordomo.
Este es en realidad el papel
de la maternidad espiritual de la Virgen para con todos nosotros.
María no quiere que la tomemos
como meta de nuestra vida, sino como una Madre buena que nos orienta hacia Dios
y nos hace ver que siempre que esté ella, estaremos seguros de llegar hasta
Dios que es la meta de nuestra existencia.
José Ignacio Alemany Grau