AQUÍ ESTOY PARA HACER TU VOLUNTAD
Hemos llegado al cuarto domingo de
Adviento.
La liturgia nos ha ido llevando por las
distintas “venidas” del Redentor, hasta este día en que nos presenta a María
con Jesús en sus entrañas y yendo a cumplir una de las obras de misericordia
que es el servicio al prójimo, en el caso, la visita a Isabel llevando en su
seno a Jesús y con Él la bendición al precursor que también está en el seno
materno de Isabel.
A partir del 17 hemos ido, a grandes pasos,
preparándonos para la fiesta de la Navidad de Jesús.
Veamos las lecturas que nos presenta en
este día el ciclo C con nuestro compañero San Lucas.
- El profeta Miqueas
Las palabras de este profeta se han hecho
famosas sobre todo porque ellas orientaron a los Magos en la búsqueda de Jesús,
cuando llegaron a Jerusalén.
Pienso que muchas veces, las cosas que nos
parecen más pequeñas y sobre todo las personas que nos parecen menos importantes,
ante Dios son más importantes que las mismas autoridades o gente famosa.
En efecto, así dice Miqueas:
“Y tú, Belén de
Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel”.
Por otra parte, el mismo profeta nos
presenta a éste que ha de venir, como “el
pastor de Israel que pastorea con la fuerza del Señor y dará tranquilidad y paz
a su pueblo”.
Sabemos que muchas veces en la historia de
la humanidad los marginados y despreciados en nuestra sociedad han sido los
salvadores del pueblo. No despreciemos a nadie.
- Carta a los hebreos
El autor nos presenta a Jesucristo con la
actitud más humilde y profunda al mismo tiempo, cuando entró en este mundo
diciendo a su Padre Dios:
“Tú no quieres
sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo…”
De esta manera Jesucristo, verdadero Dios
con un cuerpo humano verdadero también, se puede presentar al Padre, como
Salvador de la humanidad, con una actitud de entrega y generosidad que ni
podemos imaginar:
“Aquí estoy, oh Dios,
para hacer tu voluntad”.
Esta enseñanza será la que Jesús nos transmite
en la oración más importante que nos ha enseñado:
“Hágase tu voluntad”.
No olvidemos que la eficacia de la entrega
de Jesús ha dependido de su voluntad y libertad absolutas.
Libertad que tenía como verdadero Dios y
verdadero hombre.
El mérito nuestro estará siempre en tomar
conciencia de esas palabras que rezamos tantas veces.
- Verso aleluyático
Abunda en la misma idea al recordar las
palabras de María:
“Aquí está la esclava
del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
- Salmo responsorial 79
Este salmo nos hace recordar las palabras
del profeta Miqueas.
En efecto, dice así:
“Pastor de Israel,
escucha… Despierta tu poder y ven a salvarnos… que tu mano proteja a tu
escogido, al hombre que tú fortaleciste”.
En este día tomemos la resolución que nos
pide el mismo salmo:
“No nos alejaremos de
ti: danos vida para que invoquemos tu nombre”.
Sabemos que las ovejas que están cerca del
pastor se sienten más seguras. Imitémoslas.
- Evangelio
Nos cuenta cómo el ángel después de
anunciarle a María que va a ser Madre del Mesías, le hace saber que su anciana
prima Isabel está encinta. Ella ve en esto una insinuación de Dios para que
cumpla con ese deber de caridad de ayudar a la anciana prima en los momentos
difíciles del parto.
En el relato llaman la atención las
palabras de San Lucas que dice:
“María se puso en
camino y fue a prisa a la montaña”.
No era correr. Era la prontitud de espíritu.
Esta prontitud de María debemos tenerla nosotros también cuando sintamos que el
Señor nos pide algo.
Leemos a continuación que Isabel al oír el
saludo de María “se llenó del Espíritu
Santo” y conociendo por revelación el misterio que llevaba en su vientre virginal
exclamó a voz en grito:
“Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.
Y añadió:
“¿Quién soy yo para que me visite la Madre de
mi Señor?”
María debió sentir que le quitaban un gran
peso de encima pues su secreto a nadie lo había revelado ella. Fue cosa de Dios
este descubrimiento de Isabel, lo mismo que será después la revelación del
ángel a José.
El párrafo del evangelio del día termina
felicitando Isabel a María por la fe que ha tenido creyendo el mensaje que el
ángel de Dios le había revelado, cuando allí estaba Zacarías mudo por no creer.
Buena lección para nosotros: fiarnos de
Dios siempre.
Que esta fe nos haga feliz la Navidad que
se acerca.
José Ignacio Alemany Grau