QUE DIOS LOS ENCUENTRE EN PAZ CON ÉL
La liturgia va entrelazando los
pensamientos serios sobre la segunda venida del Señor con la preparación gozosa
del Mesías que llega.
- Durante este tiempo la liturgia nos traerá frecuentemente el recuerdo del profeta Isaías para que prepare nuestros corazones. Podríamos decir que Isaías es el profeta preferido por la liturgia
- Isaías
La lectura de hoy pertenece al “segundo
Isaías” que manifiesta su ternura hablando directamente al corazón. Es de
advertir que bajo el nombre de Isaías se incluyen tres hagiógrafos:
“Consolad, consolad a
mi pueblo, hablad al corazón de Jerusalén”.
Lo que pretende el Señor por el profeta es
que el pueblo de Israel se prepare para la llegada del Mesías. Son muchas las
comparaciones que va empleando Isaías.
Desde los trabajos para enderezar los
caminos al rey que viene, hasta la vigilancia del centinela que debe alertar al
pueblo, porque quien viene no es un personaje cualquiera sino el mismo Dios:
“Mirad, el Señor Dios
llega con poder y su brazo manda.
Mirad, viene con Él
su salario y su recompensa lo precede”.
Y volviendo a la imagen bíblica tan querida
del Buen Pastor, refiriéndose al mismo Señor dice:
“Como un pastor que
apacienta el rebaño su brazo lo reúne, toma los corderos y hace recostar a las
madres”.
- Salmo responsorial (84)
Podemos aplicar las súplicas de hoy al
Mesías que viene y pedirle todos los bienes espirituales y materiales de que
habla el salmo:
La paz a su pueblo, la salvación a los
fieles, la misericordia y la fidelidad que se encuentran y la justicia y la paz
que se besan como en un feliz matrimonio.
Por otra parte, pide la lluvia para que dé
fruto a tiempo.
Aprovechemos también nosotros para pedir a
Dios la lluvia oportuna para nuestras cosechas.
- San Pedro
El apóstol nos invita a tomar muy en serio
la segunda venida del Señor y nos repite cómo, aunque parezca que tarda el
Señor, Él llegará.
Medita:
+ El día del Señor llegará como un ladrón.
+ Habrá destrucción en el cielo y en la
tierra.
Y después de decirnos que “si todo el mundo se va a desintegrar”
de este modo, lo lógico es que debemos llevar una vida santa y piadosa. Lejos
de llevarnos a la desesperación Pedro nos da buenos consejos que debiéramos
tener siempre presentes:
“Confiados en la
promesa del Señor esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que por fin
habitará la justicia”.
Por eso añade el apóstol:
“Procurad que Dios os
encuentre en paz con Él, inmaculados e irreprochables”.
- Evangelio
El Evangelio de Marcos comienza de una
manera original y muy importante:
“Comienza el Evangelio de Jesucristo Hijo
de Dios”.
Esto sale al paso para refutar algunas
herejías que afirman que Jesucristo no es verdadero Dios.
Aquí en cambio, desde el título, se nos
presenta a Jesucristo como Hijo de Dios, es decir, de la misma naturaleza del
Padre.
Después de esto nos trae las palabras de
Isaías para presentarnos a Juan, el precursor:
“Envío mi mensajero
delante de ti para que te prepara el camino”.
Juan vestía toscamente una piel de camello
y una correa de cuero a la cintura.
Su comida era bien pobre: “saltamontes y miel silvestre”.
Pero lo importante era el fuego con que
quería preparar la venida del Mesías del que posiblemente ya tenía noticias por
los acontecimientos familiares de su infancia.
Juan gritaba con toda humildad:
“¡Detrás de mí viene
el que puede más que yo!”
Y lo más importante de todo es que Juan
bautizaba con agua como lo hacían otros profetas, pero él anunciaba la llegada
inminente del que bautizaría con Espíritu Santo.
De esta manera ya nos vamos acercando al
ambiente que se vivía en aquel tiempo en Israel, ya que había muchos signos que
hablaban de la proximidad del Mesías.
Para nosotros que sea esto una invitación
para purificarnos, y si es preciso confesarnos, para acercarnos más dignamente
al sacramento de la Eucaristía e ir así preparándonos a la Navidad que se
acerca.
+José Ignacio Alemany Grau, obispo