PRIMER
DOMINGO DE ADVIENTO
Hoy se inicia el
año litúrgico que, como puedes darte cuenta, no coincide con el año civil que
empieza el 1 de enero.
Hagamos una
breve introducción al año litúrgico recordando algunos detalles:
+ El año
litúrgico tiene tres partes fundamentales:
1) Adviento y
navidad; 2) Cuaresma y pascua y 3) Tiempo ordinario.
+ Para las
lecturas diarias tomaremos las del “año par”.
+ Como sabemos
hay tres ciclos:
1) En el ciclo “A”
nos acompaña el apóstol y evangelista San Mateo.
2) En el ciclo “B”
San Marcos.
3) En el ciclo “C”
San Lucas.
El evangelista
San Juan aparecerá en los distintos domingos.
Este año nos
toca el ciclo B y nuestro compañero fundamentalmente será San Marcos.
+ Los ornamentos
del día durante el adviento (cuando no haya fiesta especial) son de color
morado, excepto el tercer domingo que se puede utilizar el color rosa.
+ Cuando se hace
la corona de adviento se suele poner como fondo el color verde con cintas rojas
y cuatro velas del color de los ornamentos: tres moradas y una rosa.
+ El adviento
tiene en realidad tres partes:
1) El primer
domingo nos hablará de la Parusía.
2) El segundo y
tercero nos hablarán de San Juan.
3) El cuarto nos
preparará para la navidad.
A continuación desarrollamos
algunos pensamientos sobre este primer domingo de adviento:
Isaías
El profeta nos
presenta distintas reflexiones, todas
ellas muy interesantes y dignas de que las meditemos, pero en este día quiero
fijarme en estas:
+ “Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes con tu presencia”.
Esto nos trae a
la memoria, sin duda, estas otras palabras del mismo profeta, que repetiremos
durante el adviento:
“Cielos, destilad el rocío, nubes, derramad al justo;
ábrase la tierra y brote al Salvador”.
+ Fijémonos
también en algo muy importante para nuestra vida que vamos a leer al comienzo y
al final de la lectura de hoy:
“Tú, Señor, eres nuestro Padre, tu nombre de siempre es
“nuestro Redentor”.
+ Y terminaremos
la lectura con esta otra frase más profunda y completa:
“Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú
el alfarero: somos todos obra de tu mano”.
Qué hermoso
confiarse a la providencia de Dios, como la arcilla en manos del alfarero.
San Pablo
En el inicio de
la carta de San Pablo a los Corintios leemos estas palabras de cómo es un
cristiano cuidado por la providencia divina:
“No carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la
manifestación de nuestro Señor Jesucristo”.
Y también esta
otra sobre la bondad de Dios:
Por Cristo “habéis sido enriquecidos con todo: en el
hablar y en el saber…”
Por eso será
bueno que, admirando tantas maravillas como Dios ha hecho con nosotros, vivamos
en acción de gracias como el apóstol.
Evangelio
Es de San Marcos
y nos invita una vez más (como lo ha hecho la liturgia en esta última
temporada) a “vigilar”.
Es de advertir
que en el breve párrafo de hoy nos repite varias veces esa palabra.
Jesús nos presenta
el ejemplo de un hombre que fue de viaje y dio una tarea a cada criado con el
encargo de que estuvieran vigilantes al atardecer, o a medianoche, o al canto
del gallo, o al amanecer, para que en cualquier momento que llegara él
estuvieran bien despiertos.
Y Jesús termina
con estas palabras muy importantes para nuestro adviento:
“Lo que os digo a vosotros os digo a todos: velad”.
Con estos
pensamientos podemos conocer qué nos pide claramente la liturgia de hoy.
Salmo responsorial
Sin embargo
podemos completar con el salmo 79 que nos invita a invocar a nuestro Padre,
ahora con el nombre de Pastor, para que “despierte
su poder y venga a salvarnos”.
Y siguiendo la
otra comparación tan querida, sobre todo por el profeta Isaías, le decimos
también:
“Ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y
que tú hiciste vigorosa”.
Y podríamos
terminar con el versículo aleluyático que es una oración confiada a Dios:
“Muéstranos tu misericordia y danos tu salvación”.
José
Ignacio Alemany Grau, obispo