27 de julio de 2016

VANIDAD DE VANIDADES Y CAZA DE VIENTO

Reflexión homilética para este XVIII domingo del tiempo ordinario, ciclo C

La primera lectura de hoy está tomada del libro del Eclesiastés.
Este nombre del autor del libro es el que empleamos en griego y en español.
En hebreo el nombre del autor es Qohelet, palabra que es probable que signifique algo así como maestro.
Los exegetas están seguros que el autor de este libro no es Salomón, aunque empiece llamándose: “hijo de David, rey de Jerusalén”.
Si nos entretenemos en este libro muy interesante, por cierto, nos parecerá que es negativo y pesimista. Pero el autor se las arregla para invitarnos a vivir la vida con optimismo y como un regalo de Dios.

*        El párrafo que nos ofrece la liturgia consta de dos partes.
Los dos primeros versículos, recogen la idea muy repetida por el autor: “todo es vanidad de vanidades y caza de viento”.
¿Alguna vez has sacado algo cuando atrapas el viento?
Pues esas son las cosas de este mundo.
Nuestro párrafo pasa después al final del capítulo 2, para sacar una interesante conclusión:
No vale la pena matarse a trabajar toda la vida para dejárselo todo a  “uno que no ha trabajado”.
Harás bien leyendo en la Biblia todo el párrafo desde el inicio hasta 2,21-23.
*        La misma lección nos da el Evangelio:
Una parábola impresionante de Jesús que nos cuenta hoy San Lucas para enseñarnos:
“Mirad, guardaos de toda clase de codicia pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”.
Un hombre muy ambicioso tiene una gran cosecha y está borracho de felicidad. En medio de su gozo piensa: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida”.
Mientras hace estos planes fabulosos, oye una voz que le advierte:
“Necio, esta noche te van a exigir la vida. ¿Lo que has acumulado de quién será?”
¿No es así como viven muchos? Grandes fortunas, ¿para qué?
Se van de este mundo dejando muchas riquezas y a los familiares divididos. Los hijos odiándose para toda la vida por una herencia que no trabajaron.
La conclusión la saca Jesús mismo:
“Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios”.
Lo importante es atesorar para la eternidad, mientras aquí nos esforzamos por mejorar en todo, sí, pero sin olvidar que Dios nos da para que compartiendo lo podamos pasar bien ayudando a los demás.
*        El salmo responsorial (89)
El salmo va en la misma línea de la reflexión, la vanidad de la vida:
“Tu reduces el hombre a polvo… Mil años en tu presencia son como un ayer que pasó; una vela nocturna”.
La vida humana es como la hierba que florece y muere el mismo día.
De ahí la importancia de apoyarnos en Dios y pedirle “un corazón sensato”.
Terminemos orando con el salmista:
“Por la mañana, sácianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y júbilo”.
*        San Pablo
Hoy nos invita a “dar muerte a todo lo terreno que hay en nosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría”.
Quiere el apóstol que nos despojemos del “hombre viejo” del pecado y nos revistamos del “hombre nuevo”, que se va renovando como imagen del Creador.
De aquí brota la gran invitación para este día: “ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios”.
*        El verso aleluyático nos ayuda a sacar otra buena conclusión para este día:
Si todo pasa; si después de esta vida viene lo mejor: la vida eterna con Cristo en Dios, lo  más sensato será mantener el espíritu de pobre. Tengamos poco o mucho, mantengámonos desprendidos, según pide la bienaventuranza de Jesús:
“Bienaventurados los pobres en el espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

21 de julio de 2016

REGATEANDO A DIOS

Reflexión homilética para el Domingo XVII del Tiempo ordinario, ciclo C
Estamos en un domingo de textos bíblicos hermosos. Nos invitan a meditar muchas cosas sobre nuestra oración a Dios. De manera especial el Evangelio encierra tantas ideas y tan bellas que sólo podremos insinuar algunas.
*       Abraham regatea a Dios
Quizá pensó Abraham que con la rica comida que le había dado, se había ganado a Dios.
Lo que sí es cierto que Dios se dijo a sí mismo:
“¿Puedo ocultarle a Abraham lo que voy a hacer? Abraham se convertirá en un pueblo grande y numeroso…”
Dios le descubre que va a Sodoma y Gomorra para destruir las dos ciudades pecadoras.
En todo este párrafo es bueno que tengas en cuenta dos cosas:
Por un lado se hace hablar a Dios con antropomorfismos (Dios habla como lo haría un hombre) y se ve también cómo el corazón de Abraham va creciendo con la amistad de Dios.
Dios va, pues, a destruir las dos ciudades y Abraham recuerda que está allí su querido sobrino Lot, y comienza a interceder.
Te invito a leer ese diálogo tan simpático en el que el patriarca comienza dando consejitos a Dios y termina humillándose todo lo que puede, hasta confiar plenamente en el Señor que es más misericordioso que Abraham.
Dios destruyó las ciudades por su maldad, pero salvó a Lot que era el único justo.
*       El salmo 137
Nos invita a agradecer al Señor que escucha nuestras peticiones:
“Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad”.
Dios mismo, al escuchar nuestras súplicas, redobla nuestra confianza en Él y nos invita a seguir orando.
Reconozcamos que nosotros somos obra de Dios y pidamos que nos siga cuidando en medio de tantos peligros que hay en el camino.
*       Pablo y el bautismo
Pablo nos enseña cómo el bautismo nos libró del pecado:
“Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con Él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos.”
Con frecuencia no se da mucha importancia al bautismo, incluso a veces se toma como un acto social para festejar en familia.
Pero la verdad es que Dios, en esa sencilla ceremonia, nos hace hijos suyos.
La Iglesia para facilitarlo normalmente, celebra el bautismo derramando el agua sacramental sobre la cabeza del que se bautiza.
Antiguamente, y a veces también ahora, era por inmersión:
Al meter al bautizado en el agua se entendía que moría al pecado con Cristo y, al salir de nuevo al aire, salía a la vida representando la resurrección con Cristo.
De todas formas, en ambos ritos, se da el mismo sacramento y al bautizado se le quitan todos los pecados: nuestro “protocolo” de condenación fue clavado en la cruz de Cristo y ya no queda más que misericordia:
¡Gracias, Jesús! Moriste para matar nuestro pecado y resucitaste para darnos vida eterna.
*       Jesús nos enseña a rezar
Su enseñanza es, primero, con el ejemplo y después con las palabras. Fíjate lo que dice San Lucas:
“Una vez que Jesús estaba orando en cierto lugar, uno de los discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar”.
Jesús enseña el Padrenuestro que resume en realidad todo el Evangelio y además nos enseña la actitud que debemos tener al comunicarnos con el Padre del cielo.
La oración que narra Lucas es más corta que la de Mateo, pero encierra lo principal.
Después el Señor pone una breve y simpática parábola de un amigo que llega a pedir pan a medianoche:
“Préstame tres panes pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”.
El otro que ya está en la cama, le responde que ya no puede levantarse.
Jesús advierte que “si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite”.
Como ves, Jesús quiere enseñarnos a ser insistentes en nuestra oración.
Y luego nos deja esa frase que sabemos de memoria porque nos conviene “sacarle a Dios” lo que necesitamos:
“Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá”.
Finalmente, completa nuestro párrafo otra comparación concluyendo:
“Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”
Como de paso, Jesús nos está enseñando qué es lo más importante que debemos pedir a Dios: su Espíritu Santo.
Aprovecha este domingo para pedir, con toda la confianza que puedas, que te dé una profunda amistad con el Espíritu Santo y Él te llevará al Padre por medio de Jesús.
José Ignacio Alemany Grau, obispo

14 de julio de 2016

AL FIN LLEGÓ EL HIJO DE LA RISA

Reflexión homilética para el Domingo XVI del Tiempo ordinario, ciclo C
Hoy te dejo unos pensamientos para que puedas profundizar mejor al hacer las lecturas y escuchar la homilía del próximo domingo.
*        Primera lectura
Nos cuenta el Génesis que aquél día estaba Abraham a la sombra de la encina de Mambré, resguardándose del fuerte calor cerca de la puerta de su tienda.
El Señor se le presenta. Abraham alza los ojos y ve a tres hombres frente a él.
Les ruega que se detengan y les prepara un buen almuerzo: una hogaza de pan, un ternero hermoso, cuajada y leche.
Es la bien admirada hospitalidad de los orientales y más en unos lugares poco poblados.
Los Santos Padres y los iconos de oriente nos presentan en esta escena un adelanto del gran misterio de un solo Dios y tres Personas. Un “Señor que se aparece” y habla, y “tres hombres en pie frente a él”.
Después de comer preguntan a Abraham: “¿dónde está Sara, tu mujer?”
¿Dónde podía estar una mujer que durante muchos días solo escuchaba la voz de su marido?:
¡Dentro de la tienda escuchando!
Uno de los tres dijo:
“Cuando vuelva a ti dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo”.
Sara que estaba escondida lo escuchó y se rió: ya era imposible, dos viejos y ella estéril.
Por eso cuando a los nueve meses se cumplió la promesa, nació el pequeño y lo llamaron Isaac,  que significa “hijo de la risa”.
*        El salmo responsorial (14) pregunta: “¿Señor quién puede hospedarse en tu tienda?”
Y nos presenta once criterios para entrar en la casa del Señor. Te invito a que tomes en tu mano el salmo y los busques: valen para nuestros días.
Será bueno que, si quieres saber si te vas preparando para entrar en la casa del Padre, te examines y si las faltas son graves, te confieses antes de acercarte a comulgar. Y si no son graves, te vayas purificando.
*        San Pablo a los Colosenses
“Ahora me alegro de sufrir por vosotros; así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia”.
¿Estará incompleta la redención realizada por Jesús?
De ningún modo: El sufrimiento de Jesús, por ser infinito, fue más que suficiente para salvar a todos y siempre.
Cuando Pablo habla “de completar en mi carne los dolores de Cristo” se refiere a que debemos cooperar con la gracia recibida y esto de tres maneras: cargar la cruz, guardar la ley y buscar la santidad y perfección que nos pidió Jesús.
Por otra parte, recordemos que el sufrimiento nos ayuda a participar en la cruz de Cristo y así podemos obtener la gracia de la conversión nuestra y la de otras personas.
El Apóstol también habla del misterio escondido hasta ahora: Ese misterio consiste en que Cristo es para nosotros la esperanza de la gloria. Se trata del bautismo que hace a los hombres nuevos cristianos. Si somos fieles, ese misterio de Cristo nos asegura la vida eterna.
*        El versículo aleluyático nos ayuda a vivir con un corazón noble y generoso para poder guardar en él la Palabra de Dios y dar fruto que permanezca.
*        El Evangelio de hoy nos lleva a Betania donde Marta y María hospedaban a Jesús.
El detalle concreto que nos presenta San Lucas viene a ser como una escena casera: Marta, la responsable, se preocupa por preparar la comida para Jesús y sus apóstoles. María, a los pies del Maestro, escucha sus enseñanzas.
Jesús no le reprocha a Marta por su espíritu de servicio, que es tan importante, sino porque está perdiendo la oportunidad de escucharle.
En la Tradición de la Iglesia muchas veces se compara la actitud de las dos hermanas con la vida religiosa: Marta representa la vida activa y María la contemplativa.
Ambas cosas son necesarias en la Iglesia de Jesús.
Tú, amigo, vive el misterio que te va a salvar y ten frecuente comunicación con Él: en medio de tu actividad búscate momentos para “contemplar a Jesús”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

7 de julio de 2016

HAZ TÚ LO MISMO

Reflexión homilética para el Domingo XV del Tiempo ordinario, ciclo C
La liturgia nos habla hoy del gran mandamiento del Señor.
Frecuentemente decimos: ¿qué querrá Dios de mí? ¿Cómo podré descubrir lo que Dios quiere?
¡No te hagas!
*        Es Él mismo quien te dice en el libro del Deuteronomio:
“El precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable. No está en el cielo, no vale decir ¿quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará para que lo cumplamos?”
Más todavía; mira cómo el Señor te aclara:
“No está más allá del mar, no vale decir: ¿quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá?”
Si piensas estas palabras entenderás cómo queremos de hecho escapar de la voluntad de Dios.
Fíjate bien y ojalá que sea una importante enseñanza para ti:
“El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca”.
Y por si acaso, que te quede claro en este domingo, lo que el mismo Señor termina diciendo:
“¡Cúmplelo!”
*        El salmo responsorial (18):
“Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón”.
Qué hermoso es pensar cómo quienes cumplen los mandamientos del Señor, es decir los que cumplen su santa voluntad, viven en la alegría que nunca termina.
En definitiva se trata del gozo del Espíritu santo que nos enseña el Nuevo Testamento.
Porque: “La voluntad del Señor es pura y eternamente estable. Los mandamientos del Señor son verdaderos y eternamente justos”.
*        San Pablo escribe a los cristianos de Colosas.
Es interesante pensar que Colosas es la ciudad más pequeña entre las ciudades a las que escribió Pablo y lo hace precisamente porque en ella vivía su gran amigo y evangelizador Epafras.
Todavía Pablo no había visitado esta comunidad y quiso animarla para que conociera mejor a Dios por medio del conocimiento de Jesucristo.
Te invito a meditar este hermoso himno en el que el Apóstol incluye el lema que nosotros hemos adoptado para nuestra Asociación:
“Jesucristo es el primero en todo”.
Pablo recalca la Divinidad de Jesucristo, entre otros con estos versículos, destacando que solo  en Dios se cumplen estas palabras:
“Por medio de Él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres… Todo fue creado por Él y para Él”.
*        Por su parte el versículo aleluyático incluye dos versículos tomados de Jn 6,63c.68c:
“Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna”.
Las palabras de Jesús son la voluntad de Dios o si preferimos, los mandamientos de que estamos hablando en este día.
*        Vayamos ahora al Evangelio donde Jesús aclara cuál es el primero de sus mandamientos.
Fíjate en los detalles concretos del maestro de la ley que busca a Jesús para preguntarle: “¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”
Cuando comienza, advierte San Lucas: “Le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba”.
Terminada la respuesta de Jesús, el mismo maestro pregunta “queriendo justificarse”.
La pregunta inicial del maestro es cuál es el primer mandamiento. Jesús aprovecha para repetir una vez más el gran mandamiento de la ley:
“Amarás al Señor, tu Dios…”.
La segunda pregunta es: “¿quién es mi prójimo?”
A continuación viene la gran parábola del samaritano.
Es bueno que la profundices de manera especial en este año de la Misericordia y que es lo que el Papa nos repite tantas veces.
Haz tú una obra de misericordia cada día en este año y terminarás siendo un cristiano según el corazón de Jesús.
Te dejo unos detalles para que comprendas mejor esta parábola.
*El levita y sacerdote no quieren contaminarse porque la ley prohíbe tocar a un hombre muerto o sangrante.
*Hacer el bien está más allá de las leyes humanas. Así nos enseñaba San Martín de Porres: “frente a la caridad no hay ley”.
*El aceite y el vino lo utilizaban en aquel tiempo como una pomada para las heridas.
*El aceite, además, se utilizaba para ungir y consagrar reyes y profetas.
*En la Iglesia el aceite se utiliza en los sacramentos para la curación (unción de los enfermos) o como signo de consagración (bautismo, confirmación, orden sagrado).
¿Quieres cumplir este gran mandamiento del Señor y que no quede en el aire como una cosa abstracta?
Aprende quién es tu prójimo y después recuerda las palabras de Jesús:
“¡Haz tú lo mismo!”
José Ignacio Alemany Grau, obispo

1 de julio de 2016

BIENAVENTURADOS LOS QUE CONSTRUYEN LA PAZ


Reflexión homilética para el Domingo XIV del Tiempo ordinario, ciclo C
La primera lectura de hoy pertenece al profeta Isaías (66) y comienza por el versículo diez.
Antes de entrar en su reflexión te invito a leer en tu Biblia el versículo siete del mismo capítulo.
Encierra una profecía que creo te ayudará cuando tengas que reflexionar sobre la virginidad de María:
“Sin estar de parto ha dado a luz, no le habían llegado los dolores y ha tenido un varón”.
Con los exegetas pensemos cómo aquí se encierra una bella profecía: Israel es tipo de María que engendró virginalmente al Verbo encarnado porque por su fe y obediencia entró el Verbo en la humanidad.
*        Volviendo a Isaías (66,10), pensemos cómo en la Biblia todo son guerras entre los pueblos vecinos y cómo los hagiógrafos ven siempre, entre derrotas y victorias, la mano de la Providencia de Dios.
Nuestro párrafo es un remanso de paz. Paz que todos buscamos y nosotros mismos la hacemos huir: ¡somos contradicción!
Con el profeta cantemos la paz después del destierro, con cuyo regreso Dios regala a su pueblo:
“Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis. Alegraos de su alegría…
Porque así dice el Señor: yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida las riquezas de las naciones”.
También podemos gozarnos con estos versículos de la ternura de Dios:
“Como a un niño a quien su madre consuela así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados”.
*        Salmo 65
El salmista nos invita a cantar al Señor y agradecer sus bondades.
Cómo protegió a su pueblo de tantas formas y de manera especial sacándolo de la opresión de Egipto y cómo lo introdujo en la tierra prometida.
Con el pueblo de Dios cantemos también hoy: “Aclamad al Señor tierra entera; tocad en honor de su nombre… que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor”.
*        San Pablo
Durante cinco domingos hemos meditado la carta a los Gálatas. Hoy Pablo se despide de los cristianos de Galacia recalcando la enseñanza fundamental de su carta: la salvación no nos viene de la circuncisión o de la Antigua Alianza. Jesús nos ha hecho criaturas nuevas.
Pablo entiende por estas criaturas nuevas a quienes el día del bautismo el Espíritu Santo ha dado una vida nueva, haciéndolas partícipes del misterio de la Trinidad Santa que habita en cada uno.
A todos los que han aceptado este don de Dios, Pablo les augura “la paz y la misericordia de Dios”.
*        El versículo aleluyático nos recuerda unas palabras de San Pablo a los Colosenses, que encierra una profunda enseñanza para que mantengamos la paz en nuestros corazones, junto con la Palabra de Dios en las diversas situaciones de la vida:
“Que la paz de Cristo, actué de árbitro en vuestro corazón: la Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza”.
*        El Evangelio de Lucas nos recuerda la misión que Jesús dio a sus setenta y dos discípulos, enviándolos de dos en dos para preparar el pueblo a recibir el mensaje que Jesús personalmente les predicaría después.
El mensaje que llevan los suyos es un mensaje de paz: “cuando entréis en una casa decid primero ‘paz a esta casa’. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz, si no, volverá a vosotros”.
Este mensaje de paz debe llegar a todas las casas como una bendición, siempre que las familias sean dóciles en acoger el mensaje.
Completa el Evangelio de hoy una serie de instrucciones para los misioneros que les invito a meditar como ideas sueltas:
* Ante todo rueguen al dueño de la mies: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad pues al dueño de la mies que mande obreros a su mies”.
* “¡Póngase en camino!”.  Es como la arenga inicial que Jesús da a sus misioneros.
* “Os mando como corderos en medio de lobos”. ¿A quién se le ocurre enviar a sus amigos a evangelizar en medio de lobos? ¡Únicamente a quien sabe el poder con que cuenta!
* “Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario”.
* “Curad a los enfermos que haya”.
* Este es el mensaje que deben repetir: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”.
A continuación Lucas nos cuenta cómo volvieron de la misión llenos de alegría diciendo:
“Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.
Jesús termina con estas palabras: “No estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo