A veces la palabra “rey” no cae tan bien en este tiempo de la historia, pero hay algo que destacar: lo de menos es el título, lo importante es la realidad.
Por ser Dios y por ser el hombre más importante de la historia, la Iglesia dedica a Jesucristo este último domingo del año litúrgico, con el título de “Rey del Universo”. Profundicemos:
- II Libro de Samuel
En el capitulo 5,
nos dice: que «todas las tribus de Israel se presentaron ante David en
Hebrón».
Dos cosas
importantes afirmaron:
- «Hueso tuyo y
carne tuya somos».
Era una manera de
explicar el parentesco de David con todos ellos.
A continuación, le
dijeron al rey David:
«Tú pastorearás al
pueblo de Israel. Tú serás el jefe de Israel».
De esta manera
comenzó el reinado de David.
Los ancianos de
Israel fueron a Hebrón y, en presencia del Señor, ungieron como rey a David:
«David tenía
treinta años cuando comenzó a reinar» y reinó cuarenta años: siete años y seis
meses sobre Judá y treinta y tres años en Jerusalén sobre todo Israel y Judá.
A este gran rey se
le considera una especial figura de Cristo Rey, de ahí que el Ángel, en la
anunciación, le dijo a María:
«El Señor le dará el trono de David, su padre. Reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».
- Salmo 121
Se trata de un
breve salmo que nos invita a la alegría. Todo el pueblo de Dios cantaba: «Subamos
alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron: “vamos a la casa del Señor”!».
- San Pablo
En su carta a los
colosenses viene un precioso himno que es bueno meditar. Ante todo, dar gracias
a Dios Padre, fuente de toda felicidad y que «nos ha hecho capaces de
compartir la herencia del pueblo santo en la luz».
Dios nos sacó del
dominio de las tinieblas «al reino de su Hijo querido».
La sangre de Cristo
nos ha traído a todos «la redención y el perdón de los pecados».
Luego el apóstol
canta la grandeza de Jesús con distintas imágenes:
«Jesús es imagen de
Dios invisible, Primogénito de todas las criaturas…
En Él quiso Dios
que residiera toda la plenitud y por Él quiso reconciliar consigo todos los
seres:
Los del cielo y los
de la tierra haciendo la paz por la sangre de su cruz».
Esta es la grandeza de nuestro Rey y Señor.
- Verso aleluyático
Es una
glorificación de Jesucristo enviado del Padre:
«Bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David».
- Evangelio
En el Evangelio
encontramos una manera singular de Jesucristo Rey.
Mientras que las
autoridades y los soldados se burlan de Jesús que está agonizando en la cruz,
uno de los ladrones también se burla de Él diciendo:
«¿No eres tú el
Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
El otro ladrón
canta el triunfo de Jesucristo Rey, después de hablar en contra de lo que
piensa su compañero de cruz. Vuelto a Jesús dice al Señor:
«Jesús, acuérdate
de mí cuando llegues a tu reino».
Jesús le contestó: «Te
lo aseguro: “hoy estarás conmigo en el paraíso”».
De esta manera el
Rey de cielos y tierra termina su vida regalando el reino de los cielos a uno
de los malhechores que moría arrepentido junto a Él.
Reconozcamos
también hoy la realeza de nuestro Señor Jesucristo y por difícil que haya sido
nuestra vida no dejemos de confiar en su gran misericordia.
José Ignacio
Alemany Grau, obispo Redentorista
