- Deuteronomio
Dios enseñó a
Moisés cómo debía ser la actitud de quienes llevaban las ofrendas de sus
primicias al templo, para ofrecerlas a Dios:
«El sacerdote
tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del
Señor».
A continuación, Moisés
motiva la entrega con la historia del pueblo de Dios, desde el principio:
«Mi padre fue un
arameo errante que bajó a Egipto…».
Después de recordar
las misericordias de Dios, el sacerdote dirá al que trajo sus primicias:
«” Por eso, ahora
traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”.
Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu
Dios».
Procuremos aprender de la generosidad del pueblo de Israel ofreciéndole al Señor los dones y primicias que nos enseñan los «Mandamientos de la santa madre Iglesia».
- Salmo 90
Ante todo, es
importante que recalquemos en nuestra oración estas palabras:
«Quédate conmigo,
Señor, en la tribulación…
Tú que habitas al
amparo del Altísimo,
que vives a la
sombra del Omnipotente, di al Señor:
Refugio mío,
alcázar mío, Dios mío confío en ti….
El Señor es bueno y
recto…
enseña su camino a los humildes».
- San Pablo
En la carta a los
romanos afirma que «la Palabra está cerca de ti: la tienes en los labios
y en el corazón».
Según San Pablo
estas palabras se refieren al anuncio del Evangelio porque «si tus labios confiesan
que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los
muertos, te salvarás».
Importante anuncio para nuestra fe que siempre tiene que apoyarse en Cristo Jesús, enviado del Padre.
- Versículo antes del Evangelio
Este versículo es muy
importante para todos nosotros. Si bien es indispensable el pan para el hombre,
más importante es la Palabra de Dios:
«No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»
- Evangelio
Nos cuenta San
Lucas la actividad del diablo pretendiendo tentar a Jesucristo con diversas
tentaciones que fácilmente encontramos en nuestra vida:
+ «Si eres hijo de
Dios dile a esta piedra que se convierta en pan».
Tentación sobre la
gula que Jesús deshecha diciendo: «No solo de pan vive el hombre».
+ Mostrándole todos
los reinos del mundo le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso,
porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas
delante de mí todo será tuyo». Jesús contestó: «Está escrito: “Al Señor, tu
Dios, adorarás y a Él solo darás culto”».
Tentación sobre el
ansia de poder que el mundo desea meter en nuestro corazón y Jesús la venció
con estas palabras que debemos recordar siempre.
+ Llevándolo sobre
el alero del templo: «Si eres hijo de Dios tírate de aquí abajo porque está
escrito: “Encargaré a los ángeles que cuiden de ti”».
Jesús termina con
esta última tentación con estas palabras: «No tentarás al Señor, tu Dios»
No debemos adorar
las cosas que nos rodean ni a nosotros mismos, porque solo Dios es nuestro
Señor y Creador.
Frente a la
tentación tengamos siempre presente la Palabra de Dios (que la tienes en ti,
como dijo San Pablo) como la tuvo Jesús, nuestro modelo, cuando fue tentado por
el diablo.
José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista