- Éxodo
Un día que Moisés
salió más animado fuera del territorio en el que podían pastar sus ovejas,
ingresó en un terreno nuevo, más allá del desierto, y oyó una voz del Señor que
decía:
«Quítate las sandalias
de los pies pues el sitio que pisas es terreno sagrado».
Entonces Dios se
presentó a él con estas palabras:
«Yo soy el Dios de
tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob».
Moisés tuvo miedo
de ver a Dios, pero el Señor prosiguió:
«He visto la
opresión de mi pueblo… He oído sus quejas… Voy a bajar a librarlos de los
egipcios y llevarlos a una tierra fértil que mana leche y miel…».
Comprendiendo que
se refería a él, Moisés pregunta:
«Yo iré a los
israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si
ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les responderé?».
Esta es la
maravillosa respuesta del Señor:
«”Soy el que soy”.
Esto dirás a los israelitas: “Yo soy me envía a vosotros… Este es mi nombre
para siempre. Así me llamaréis de generación en generación”».
De esta manera, a través de Moisés, el pueblo aprendió el nombre y el respeto profundo a su Creador.
- Salmo 102
El salmista nos
habla de la compasión y misericordia de Dios, tan importante siempre y especialmente
en este tiempo de cuaresma:
«El Señor es
compasivo y misericordioso».
A continuación,
invita a bendecir al Señor y alabarlo, afirmando:
«Él perdona todas
tus culpas y cura todas tus enfermedades. Él rescata tu vida de la fosa y te
colma de gracia y ternura.
El Señor es lento a la ira y rico en clemencia».
- San Pablo
Habla a los
corintios de cómo todos los israelitas se beneficiaron de los dones de Dios,
pero «la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron
tendidos en el desierto».
Y luego, añade: «Estas
cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos el mal como lo
hicieron aquellos».
«Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro».
- Versículo evangélico
Es una invitación
de la liturgia para que aprovechemos el tiempo cuaresmal a fin de alcanzar la
verdadera conversión:
«Convertíos porque
está cerca el reino de los cielos».
Esto que debemos tener siempre presente a fin de convertirnos, lo va a repetir de una manera muy especial la liturgia en este tiempo de cuaresma.
- Evangelio
Después de recalcar
a sus oyentes que los muertos por accidente no eran más pecadores que los que
quedaron sanos, Jesús termina con una parábola importante:
«Uno tenía una higuera
plantada en su viña y fue a buscar fruto en ella, pero no lo encontró.
Dijo al viñador:
“Llevo tres años viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro.
Córtala, ¿para qué va a ocupar terreno en balde?”».
Pero el viñador,
que se había sacrificado y tomó cariño a la higuera, pidió al dueño:
«Déjala todavía
este año. Yo cabaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto, si no
la cortas».
Creo que todos
entendemos la lección de la liturgia cuaresmal:
Dios nos da un
tiempo para la conversión y tenemos que aprovecharlo para llegar, al fin de la
cuaresma, al encuentro del Resucitado, con un corazón sin mancha y frutos
abundantes.
José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista