Jesús propone cosas muy sencillas, pero a la hora de la verdad nos resultan muy difíciles. Casi imposibles a nuestra manera de ser.
- Libro 1 de Samuel
Empieza con el
ejemplo de un amor muy grande de David a Saúl. En efecto, el hagiógrafo cuenta
cómo un día Saúl salió persiguiendo a David con tres mil soldados israelitas.
No sabemos cómo
David y Abisay fueron de noche al campamento cuando Saúl dormía. No fueron
vistos por nadie.
Saúl tenía a la
cabecera la lanza, y estaba profundamente dormido.
Abisay dice a
David: «Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una
lanzada. No hará falta repetir el golpe».
David replicó: «No
lo mates. No se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor».
Tomando la lanza,
David cortó el vestido del rey, tomó el jarro de agua que había a la cabecera
de Saúl y se marcharon sin ser vistos.
Nos cuenta la
Escritura cómo David cruzó a la otra parte. Se plantó en la cima del monte y
gritó a Saúl: «Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a
recogerla…».
Saúl perdonó a
David, abrumado por su gran caridad.
Un ejemplo extraordinario de fidelidad al rey que, en hasta ese momento, era su enemigo.
- Salmo 102
Habla de la misericordia del Señor que es «compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos paga como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas… Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los fieles».
- San Pablo
En la carta a los
corintios San Pablo nos advierte la diferencia que hay entre el hombre natural
«ser animado», Adán, y el hombre espiritual, Cristo, resucitado, «espíritu que
da vida».
Ese hombre, criatura de Dios, llegará a ser imagen de Dios, cuando haya alcanzado su plenitud en la resurrección: «Nosotros que somos imagen del hombre terreno seremos también imagen del hombre celestial», de Cristo Jesús.
- Verso aleluyático
Nos recuerda el
mandamiento de Jesucristo en la última cena:
«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». No es fácil para nuestra manera de ser, pero es el distintivo del cristiano según la exigencia de Jesús.
- Evangelio
El evangelio de San
Lucas nos habla del amor que Jesús quiere para sus discípulos.
No se trata
precisamente de un amor puramente humano, sino «de tratar a los demás como
queréis que ellos os traten. Pues si amáis solo a los que os aman, ¿qué mérito
tenéis? También los pecadores aman a los que los aman».
El distintivo
cristiano es este. Así hemos entendido el amor cristiano que no consiste en un
simple cariño humano sino en cumplir este mandamiento:
«Amad a vuestros
enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada. Tendréis un gran premio y
seréis hijos del Altísimo que es bueno con los malvados y desagradecidos».
Finalmente, Jesús
nos invita a parecernos al Padre Dios que tiene compasión de todos y nos
concreta este amor con estas palabras:
«No juzguéis y no
seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis
perdonados. Dad y se os dará: os verterán una medida generosa…
La medida que uséis
la usarán con vosotros».
Por aquí va el amor
cristiano, según el pedido de Jesucristo.
Amemos y seremos
semejantes a Dios en cuanto puede una simple criatura.
José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista