Me encanta la belleza, casi infinita, de las palabras con las que Dios dice que conduce a Israel para llevarlo de Egipto a la tierra de Canaán:
«Ya habéis visto… cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí».
De esta manera tan
delicada el Espíritu de Dios condujo a su pueblo hacia la libertad.
Admiramos, pues, la
ternura de Dios, y, por otra parte, la respuesta del pueblo que, aunque no siempre
lo cumplió, le contestó al Señor: «Haremos lo que Él nos diga».
+ Torrentes de agua
«El último día, el
más solemne de las fiestas, Jesús, de pie, gritaba:
“El que tenga sed
que venga a mí. El que cree en mí que beba. Como dice la Escritura: de sus
entrañas manarán torrentes de agua viva”».
Buena introducción
son estas palabras de Jesús que se refieren al Espíritu Santo que habían de
recibir los que creyeran en Él.
+ Ven Espíritu
Santo
La Iglesia nos
invita a repetir esta llamada al Espíritu de Jesús «en el nombre de Jesús».
Como Jesús pidió que en su nombre invocáramos al Espíritu Santo, así lo hace la Iglesia repetidamente en estos días y cada uno de nosotros con ella.
- Hechos de los apóstoles
Nos cuenta San
Lucas cómo los apóstoles estaban reunidos, con la Madre de Jesús y otras
mujeres, y «vieron aparecer unas lenguas como llamaradas que se repartían
posándose encima de cada uno.
Se llenaron todos
de Espíritu Santo».
Sabemos que entonces comenzaron a proclamar a Jesús, con la fuerza del Espíritu Santo, y aunque los apóstoles hablaban en su propia lengua «cada uno (de los oyentes) los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua».
- San Pablo
El apóstol nos
enseña que el Espíritu Santo no trae a la Iglesia una igualdad total sino una
multitud de dones y carismas muy diversos, pero todos ellos impulsados por el
mismo Espíritu Santo:
«Hay diversidad de
dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un mismo
Señor. Y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en
todos.
En cada uno se
manifiesta el Espíritu para el bien común».
Toda la Iglesia forma un solo cuerpo con muchos miembros «y todos hemos bebido de un solo Espíritu».
- Secuencia
Se trata de una
súplica poética de la Iglesia al Espíritu Santo al que invoca con cariño, diciéndole:
padre amoroso del pobre… divina luz que enriquece… dulce huésped del alma…
Gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos… riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo… Y, finalmente, pide al Espíritu Santo que reparta sus siete dones… Danos el gozo eterno.
- Evangelio
Nos cuenta San Juan
la primera aparición de Jesús, después de la resurrección, que llega lleno de
regalos para los suyos:
En primer lugar, la
PAZ.
También los envía
como misioneros, diciéndoles: «Como el Padre me ha enviado, así os envío
yo».
Y. finalmente, les
da el Espíritu Santo para que puedan perdonar a los hombres en nombre de Dios:
«Recibid el
Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedarán perdonados. A
quienes se los retengáis, les que quedan retenidos».
Aprovechemos, amigos
todos, esta gran fiesta de Pentecostés para insistir al Espíritu Santo, con la
Iglesia de Jesús:
«Ven, Espíritu
Santo. Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor».
José Ignacio
Alemany Grau, obispo