Este domingo está lleno:
+ Es la OCTAVA DE
PASCUA, ocho días que para la Iglesia han sido uno solo, en los que ha repetido
en el Oficio Divino y en la Eucaristía: «Este es el día en que actuó el Señor,
sea nuestra alegría y nuestro gozo»: el día de su santo Esposo Jesús
Resucitado.
+ Hoy los
catecúmenos que se bautizaron en la Vigilia Pascual dejan sus vestiduras
blancas porque para la Iglesia han llegado a la madurez de los hijos de Dios: «Domingo
in albis».
+ Hoy celebramos la
DIVINA MISERICORDIA, es decir, a Jesús que es la personificación de la
misericordia del Padre.
El gran san Juan
Pablo II pidió la celebración de esta fiesta en el día de la octava de la
resurrección, y él, en las primeras vísperas de este día, subió al cielo para
alabar a Jesús.
Como revelación del
mismo Jesús, santa Faustina Kowalska ha escrito estas palabras del Señor: «Pinta
una imagen según el modelo que ves y firma: “Jesús, confío en ti”».
La misma santa
explica lo que Jesús le reveló respecto a la imagen y a los rayos que brotaban
de ella:
«Los rayos
significan la sangre y el agua. El rayo pálido significa el agua que justifica
a las almas. El rayo rojo simboliza la sangre que es la vida de las almas…
Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi misericordia cuando mi
corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza».
Uno de los regalos que hoy vamos a recordar será el de la Divina Misericordia que es Jesús: Al Padre Dios siempre lo encontraremos en Jesús resucitado.
- Hechos de los apóstoles
Es una maravilla
profundizar en la vivencia del Resucitado en la primera comunidad cristiana,
hasta el punto de decirnos San Lucas que «en el grupo de los creyentes todos
pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo
propio nada de lo que tenía».
Así vemos qué
hermoso era vivir la auténtica caridad, no solo en la cabeza y en el corazón,
sino también en la vida práctica.
Y lo más bello era «que
Dios los miraba a todos con mucho agrado».
A eso, amigos, debemos aspirar todos: que Dios se goce en nosotros.
- Salmo 117
Es el salmo de la
victoria que nos invita a agradecer a Dios por su Divina Misericordia:
«Dad gracias al
Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia».
Esa gran bondad de
Dios ha hecho que los que maltrataban a Jesús sepan que Dios lo ha puesto como
cimiento de todo:
«La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular: es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente».
- 1Carta de San Juan
Los nacidos de Dios
vencemos al mundo y al pecado por Jesucristo, personificación de la Divina Misericordia.
De Él nos dice San Juan: «este es el que vino con agua y con sangre, Jesucristo: no solo con agua, sino con agua y con sangre. De esto da testimonio el Espíritu Santo» (el agua se refiera al bautismo y la sangre a la Eucaristía).
- Verso aleluyático
Jesús felicita a Tomás por haber creído, pero añade en seguida, que tenemos más mérito los que creemos por la fe sin haber visto: «Dichosos los que crean sin haber visto».
- Evangelio
Jesús quiere que
vuelvan al redil todos los que habían estado con Él y empieza las distintas
apariciones y, a través de ellas, multitud de regalos. Veamos algunos:
+ La paz que
no es como la que da el mundo, es «mi paz».
+ El envío
maravilloso para que sean misioneros como Él: «Como el Padre me envió así
también os envío yo».
+ El don del
Espíritu Santo: «Reciban el Espíritu Santo».
+ El don de
perdonar: «A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados…»
+ A esto podemos
añadir lo que dice San Juan: «Les abrió el entendimiento para comprender las
Escrituras».
Qué importante esto
último para que nosotros, en estos tiempos difíciles, distingamos siempre la
verdad de Jesús en la Palabra de Dios.
Finalmente, como es
el octavo día de la Pascua, hoy se aparece Jesús a Santo Tomás que se negaba a
creer la resurrección y todo terminó con el gran regalo del apóstol que nos ha
enseñado a repetir, ante Jesús: «Señor mío y Dios mío».
Un día importante
para agradecer a Jesús, el Señor de la Divina Misericordia, por tantos regalos
que dio a la Iglesia naciente y a todos nosotros con su resurrección.
José Ignacio Alemany Grau, obispo