26 de diciembre de 2021

LA FAMILIA MÁS FELIZ


En el paraíso

Dios hizo la familia desde el principio para que pudieran vivir felices los seres humanos.

No podemos imaginar la alegría que sintió Adán cuando pudo abrazar a Eva y decirle: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”.

Pero qué duro fue cuando, después del pecado, se encontraron los dos junto al Creador y él la acusó a ella, diciendo: “La mujer que me diste…”.

Eva, a su vez, se escudó en el diablo, pero ya estaba dividido, con el matrimonio, el amor.

Con José y María

Pasó mucho tiempo y el Señor quiso restaurar la humanidad y volverla a aquel estado de armonía y “justicia original”.

Esta felicidad entró a través de José y de María que tuvieron que superar graves problemas para reencontrar la felicidad para todas las familias que quieran vivir según Dios.

José, enamorado de María y María de él, eran muy felices y llegaron a desposarse en vistas al matrimonio, aunque como dijo la Virgen al ángel, no pensaba tener relaciones matrimoniales con nadie.

Y llegó la prueba.

De la noche a la mañana María está encinta y no dice nada.

José se va dando cuenta y también calla.

La prudencia de ambos es maravillosa.

En realidad solo Dios podía resolver su problema y lo hizo porque seguramente debían vivir con la vida de oración y comunicación con Dios.

Tampoco podremos imaginar nunca la alegría y el gozo profundo de ambos, cuando José, habiendo descubierto por el ángel el secreto de aquel embarazo, se presentó muy temprano en la casa de María y “se la llevó a su casa”.

A partir de aquel momento el amor y la unión entre los dos, así como la felicidad de su matrimonio, no tuvo límites.

 Una noche en Belén

Buscaron donde pasar la noche para que María pudiera dar a luz y no encontraron más que la posibilidad de una cueva cercana a Belén.

Les debió costar mucho, pero todo cambió cuando se encontraron con el pequeño Jesús recién nacido y lo colocaron en un pesebre sobre unos pañales hermosamente trabajados por la Virgen y llegaron unos pastores contando las maravillas que habían oído a los ángeles.

Dolor grande y gozo inmenso.

La música celestial que repetimos, sobre todo en la santa misa los días de fiesta, fue el anuncio gozoso del ángel del Señor a los pastores:

Os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo:

Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”.

Se les juntaron otros ángeles y cantaron:

Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.

Admira la prontitud de los pastores que podríamos decir que, imitando la prontitud de la Virgen, “fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre”.

 El misterio de la encarnación

Ellos cuentan a María y a José… y nosotros admiramos el misterio que nos propone la liturgia en la misa del día:

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios… Por medio de Él se hizo todo y sin Él no se hizo nada de cuanto se ha hecho”.

Ese Verbo del que habla el evangelio es el que tenemos en el pesebre y sobre el cual dice el evangelista:

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.

Ese es el misterio central de la Navidad y de este domingo de la Sagrada Familia.

El niño engendrado por obra del Espíritu Santo en el seno de María es verdadero Dios y verdadero hombre.

Nunca podremos imaginar una familia como la de Jesús, María y José, que haya sufrido tan intensamente y que igualmente haya gozado tanto con las bendiciones de Dios y la pobreza humana.

A todos mis lectores les deseo una Feliz Navidad y un felicísimo día de la Sagrada Familia.


José Ignacio Alemany Grau, obispo

18 de diciembre de 2021

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

Amigos todos, la liturgia nos va llevando de la mano hacia la Navidad.

En este cuarto domingo de adviento la liturgia nos presenta el lugar donde nació el Mesías y cómo éste, todavía en el seno materno, hizo el primer milagro de llenar de gozo a la madre del Precursor y al niño, el pequeño Juan, que le había de preparar los caminos.

  • Miqueas

Cuando los reyes magos llegaron a Jerusalén preguntando dónde tenía que nacer e
l Mesías, Herodes convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas, y se lo preguntó a ellos.

Los sabios de Israel contestaron:

En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”.

Así presenta San Mateo a Jesús.

Esta es, precisamente, la profecía de Miqueas que leemos hoy.

De esta manera, en este día, se nos presenta hoy al futuro Mesías, descendiente del mismo pueblo de David, su padre.

La misión del Mesías será “pastorear con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor”.

Su pastoreo hará que vivan tranquilos, en Israel, y Él mismo “será nuestra paz”.

Así, pues, el cuarto domingo nos va preparando para recordar el nacimiento de Jesús Mesías.

  • Hebreos

La carta a los hebreos nos habla, de una manera distinta,  cómo llegó Jesús a este mundo.

Lo dice Él mismo con estas palabras:

“Tú no quieres sacrificios ni ofrendas pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: ´aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad´.

Lo que para Miqueas es “pastorear”, el autor de la carta a los hebreos lo expresa así: que quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo.

Así, el Buen Pastor, nos da vida sacrificando la suya “de una vez para siempre”.

  • Verso aleluyático

Junto al sacrifico de Jesús se nos recuerda el sacrificio de su Santísima Madre, con estas palabras que ella misma dijo al ángel:

“Aquí está la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra”.

Así quedan identificados el sacrificio de Jesús y el de su Santa Madre.

Esta será la disposición que Dios nos va a pedir a todos los que queremos seguir de cerca a Jesucristo como Él mismo nos enseñó en la oración del padrenuestro.

  •  Evangelio

Ya en este domingo, muy cercanos al nacimiento de Jesús, la liturgia nos habla de la visita que hizo la Virgen María a su prima Isabel:

En cuanto Isabel oyó el saludo de María”, nos completó el rezo del avemaría que hacemos desde hace tantos siglos.

Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Si traía o no la Virgen regalos a su anciana prima, no lo sabemos. Pero sí le llevó la alegría más grande que fue la presencia del Espíritu Santo, tanto en ella como en su Hijo:

En cuanto tu saludo llegó a mis oídos la criatura saltó de alegría en mi vientre”.

En ese momento Isabel felicita a la Virgen por haber acogido a Dios con fe íntegra:

Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.

Esta fe es la que debemos pedir todos nosotros al Señor para que, creyendo en sus promesas y siendo consecuentes, merezcamos gozar de la felicidad que nos trajo Jesús, el Buen Pastor, desde que llegó a Belén.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo


11 de diciembre de 2021

DOMINGO DE LA ALEGRÍA

La alegría es maravillosa, es acogida, es gozo, es amistad.

Podemos decir que uno de los más bellos frutos de la alegría es la esperanza y, al revés, la esperanza es el fruto de la alegría.

Qué distintos son los grupos de personas amargadas que gritan contra todos y contra todo, y un grupo de amigos en la fe que pasan de la oración al canto, del canto a los abrazos y a la paz.

  • Sofonías

Motivos de gozo

La liturgia, sobre todo en este día, nos da unos motivos muy importantes para que vivamos del gozo y de la alegría. Examinemos algunos:

+ “El Señor está cerca”, siempre y de manera especial en Navidad.

+ El Señor nos ha perdonado: “El Señor ha cancelado tu condena”.

+ “El Señor está en medio de ti, ya no temerás”, nos dice Sofonías.

Por otra parte, la primera lectura también nos asegura que el Señor se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo, lo que produce realmente alegría en Israel, en nosotros.

  • Isaías (como salmo responsorial)

El salmo responsorial es un párrafo tomado de Isaías. Él nos invita a vivir la alegría manifestándola con gritos de júbilo:

 El Señor es mi fuerza y mi salvación… Dad gracias al Señor, proclamad que su nombre es excelso… Gritad jubilosos habitantes de Sión… Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación”.

Y como Sofonías, nos dice también: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”.

De una manera u otra, la liturgia nos está invitando a manifestar la alegría de la presencia de Dios entre nosotros.

  • San Pablo

Pero es San Pablo, en su carta a los filipenses, quien nos va a repetir, en este domingo, la manifestación de la alegría y el porqué de la misma:

Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres:

El Señor está cerca”.

De esa cercanía de Dios brotará la esperanza, fuente de gozo.

  • Verso aleluyático

El verso aleluyático nos repite las palabras de Jesús en la sinagoga, proclamando que es el Espíritu Santo el que lo anima en la evangelización:

El Espíritu del Señor está sobre mí: me ha ungido para anunciar el Evangelio a los pobres”.

  • Evangelio

San Lucas nos presenta a las multitudes que acuden al Bautista.

El Precursor pide, por una parte a todos, que aprendan a compartir:

El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene y el que tiene comida haga lo mismo”.

Y, por separado, aconseja también:

+ A los publicanos que van a bautizarse: “No exijáis más de lo establecido”.

+ A los militares, que también le preguntan aparte qué hacemos nosotros, Juan les contesta: “No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga”.

San Lucas completa lo que sucedía junto al río Jordán cuando iban a bautizarse. Por su parte el Bautista, con toda libertad y claridad, decía a todos:

Yo os bautizo con agua, pero viene el que puede más que yo…”.

De esta manera distingue entre su obra -bautizar con un rito de agua- y la obra de Jesús que bautizará con el Espíritu Santo, instaurando el bautismo sacramento.

San Lucas explica así el apostolado de Juan:

Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio”.

Exhortar y evangelizar debe ser siempre nuestra labor, imitando la valentía de Juan y añadiendo las enseñanzas de Jesús en su Evangelio.

Aunque la liturgia en este día no nos habla de la Virgen de Guadalupe, sí le pedimos a la gran evangelizadora de América, que nos ayude a mantener viva la fe en nuestro continente, para gloria de Dios y salvación de los hombres.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

4 de diciembre de 2021

EL BAUTISTA SALE AL ENCUENTRO DEL ADVIENTO

Les invito, amigos, a seguir siempre y en concreto en este tiempo de Adviento los caminos que nos traza la liturgia porque así profundizaremos mejor en los misterios que ella nos presenta.

Hoy es el segundo domingo de Adviento.

Llegamos con el profeta Isaías y hoy nos sale, por primera vez al encuentro el Bautista, precursor de Jesús Mesías que dijo de él que era el «mayor de los nacidos de mujer». Juan precedió y anunció a su primo Jesús, por lo cual se le llama el Precursor. Sigamos de cerca sus huellas y aprenderemos mucho en lo que nos cuenta el Evangelio sobre Juan Bautista.


  • Baruc

No sé si saben poco o mucho de este profeta que en la Biblia se nos presenta después de Jeremías y sus lamentaciones.

Se trata de un libro breve e interesante que escribió el profeta Baruc, mientras se encontraba en el destierro de Babilonia.

Hoy este profeta, en su capítulo quinto, describe una bellísima imagen de la gloria de Jerusalén, la misma que cantará el Apocalipsis como la ciudad eterna de los bienaventurados.

Les invito a gozar de algunos párrafos para admirar cómo ve Baruc la gloria:

«Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia el oriente y contempla a tus hijos, reunidos de oriente y occidente a la voz del Santo, gozosos invocando a Dios». Para que se realice mejor este gran encuentro de la humanidad en Jerusalén, Dios ordena «abajarse a todos los montes elevados… ha mandado llenarse a los barrancos hasta allanar el suelo para que Israel camine con seguridad guiado por la gloria de Dios».

  • Salmo 125

Canta la alegría de Israel cuando Dios cambió la suerte de la nación desterrada y le permitió regresar a su tierra:

«Hasta los gentiles decían: “el Señor ha estado grande con ellos, el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”».

  • San Pablo

El apóstol, feliz y agradecido, escribe a los filipenses que siempre han sido sus grandes colaboradores a la hora de evangelizar. Feliz reza por ellos y advierte que siempre que reza por los filipenses «lo hace con gran alegría»; por eso ahora los echa de menos con frecuencia y hace con insistencia oración por ellos, repitiendo al Señor Jesucristo:

«Ésta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables».

  • Versículo aleluyático

Repite las palabras de Isaías, que a su vez repetía Juan Bautista, cuando comenzó su predicación:

«Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. Todos verán la salvación de Dios».

  • Evangelio

Una vez más quiero recomendarles que tengan a bien leer siempre esos detalles históricos que se esfuerza por recoger el evangelista San Lucas que nos prometió buscar con cuidado y detalles todo lo que se trate de Jesús.

En este caso nos hace ver San Lucas cómo se une la vida de la historia de Jesús con la historia de Israel desde el momento en que «se hizo carne y habitó entre nosotros».

Hoy comienza presentándonos cómo Juan salió a predicar la Palabra de Dios al desierto durante el tiempo concreto del «año quince del reinado del emperador Tiberio…».

En ese momento Juan predica a orillas del río Jordán «el bautismo de conversión para perdón de los pecados» y citaba a nuestro conocido profeta Isaías:

«Una voz (profunda humildad) grita en el desierto: preparad el camino del Señor… Y todos verán la salvación de Dios».

En los distintos ciclos, o mejor, directamente en el evangelio, vayamos meditando la fuerza de este gran evangelizador, humilde y pobre, que terminó dando la vida por la Palabra que anunciaba.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

27 de noviembre de 2021

HE AQUÍ QUE VENGO PRESTO

 Hoy empieza el Adviento.

Es interesante fijarse en que los tres ciclos comienzan presentando el nuevo año con el mismo pensamiento con el que terminaron el anterior.

Lucas, que es nuestro compañero para el ciclo C, comienza incluso con parte del mismo capítulo con que terminó el año litúrgico.

Sin duda, quiere enseñarnos la liturgia que se trata de la misma verdad y del mismo Señor y que siempre debemos pensar que el Señor vendrá y que nadie sabrá cuándo será eso.

Es preciso estar preparados.

Estos domingos de adviento nos hablarán de las distintas venidas del Señor Jesús, especialmente la Navidad.


Debemos concluir que Dios viene siempre y que la salvación se hace de venidas y encuentros, hasta que llegue el definitivo:

Él viene en el bautismo, en la eucaristía, en cada pobre, en la comunidad que ora. En todo el que nos necesita se esconde Jesús… hasta que al fin lo veamos.

Pronto meditaremos en la primera venida de Jesús, la Navidad.

  • Jeremías

El profeta anuncia claramente que llegará el Salvador:

“Suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra”.

Con el enviado de Dios llegará la paz y la tranquilidad por las que siempre suspiramos.

¡Paz y justicia!

Es el grito de los hombres y mujeres de todos los tiempos.

  • Salmo 24

Se trata de un largo salmo con veintidós versículos, en los que el salmista canta a Dios expresando su petición y su confianza. Es un salmo de uso litúrgico que empieza y termina de una manera similar:

“A ti, Señor, levanto mi alma. Dios mío, en ti confío. No quedaré yo defraudado… Los que esperan en ti no quedan defraudados”.

El salmo termina de esta manera:

“Salva, oh Dios a Israel, de todos sus peligros”.

El resto del salmo es una oración como la que nos presenta hoy la liturgia.

  • San Pablo

El apóstol invita a los tesalonicenses a llenarse “del amor mutuo y del amor a todos”, como han aprendido de él.

Refiriéndose al Señor que vendrá, dice que “cuando Jesús vuelva acompañado de todos los santos”, estén preparados, “santos e irreprensibles ante Dios”.

Esta es, posiblemente, la parte central de la enseñanza litúrgica de este primer domingo de adviento:

“El Señor vendrá. Estemos preparados y santos”.

¿Y cómo podemos prepararnos?

Siguiendo el ejemplo y las enseñanzas que pide Pablo a los tesalonicenses y que nosotros tenemos en las cartas del apóstol:

“Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús”.

  • Verso aleluyático

Pedimos en él al Señor que nos muestre su misericordia y nos dé la salvación que necesitamos para cada día y, en especial, para este tiempo de adviento:

“Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”.

  • Evangelio

Es parte del último capítulo que nos presentó San Lucas al despedirse del año anterior.

Lo importante es que se trata del mismo Señor que vino y vendrá; y del pedido que nos repite el evangelista:

“Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre”.

Esperemos a Dios con un corazón puro, que le agrade, y nos ayude a continuar en el camino del reino que vamos a meditar pronto con este adviento de Jesús en Belén.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

20 de noviembre de 2021

VIVA CRISTO REY

  • Yo soy rey

Pilato representa todo el poder de Roma en Israel y hoy los responsables del pueblo de Israel le llevan a Jesús para que le condene a muerte.

Pilato, después de oír a sus acusadores, hace esta pregunta a Jesús:

“¿Entonces tú eres rey?”.

Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy rey”.

Si lo hubiera tomado en serio, Pilato debía condenarlo por hacerse rey sin el apoyo de Roma. Sin embargo, continúa dialogando con Jesús y con los que lo habían traído para que lo condenara a muerte.

San Juan hace ver en su evangelio la tensión que vive Pilato porque se da cuenta de la inocencia de Jesús y de la envidia de los sumos sacerdotes que quieren acabar con Él porque les hace sombra.

Al final, mientras se lava las manos, Pilato condena a muerte a Jesús.

Esa tensión continuará porque sobre la cruz de Cristo se lee la sentencia de muerte: “Jesús nazareno rey de los judíos”.

Los judíos protestan y le dicen a Pilato: “No escribas ‘rey de los judíos’ sino  ‘éste ha dicho soy el rey de los judíos’”.

Pero Pilato reafirma la sentencia con su autoridad imperial:

“Lo escrito, escrito está”.

  • Viva Cristo Rey

En estos días estamos recordando, de una manera especial, a los mártires de Paracuellos (un pueblecito cerca de Madrid, España).

Unas cinco mil personas martirizadas por odio a la fe.

Las llevaron de distintos puntos de la ciudad, por temor de que fueran liberadas, con el fin de matarlos a todos, como así lo hicieron.

Todos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!” y perdonando a los asesinos.

Era el eco del Calvario:

“¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!”.

Ya son 143 de este grupo los que han sido declarados beatos por la Iglesia y hay una larga lista en espera porque cada uno de ellos tiene que obtener la certificación  debida.

Así ha sucedido miles de veces a través de la historia humana.

En España, en concreto, ya se han beatificado o canonizado dos mil cuarenta y cinco de los años 1936 a 1939.

Los que quisieron acabar con Cristo han terminado humillados y volverán a serlo porque vienen con todo el ímpetu de su orgullo.

Los mártires, en cambio, han vencido por la fuerza de la resurrección de Jesús. Su triunfo nos asegura el nuestro.

La imponente cruz de Paracuellos que se ve desde kilómetros de distancia, nos recuerda el monte Calvario con el letrero que Pilato hizo colocar sobre la cruz, porque de la muerte ha surgido la resurrección y la esperanza:

¡Jesús es rey¡

La cruz divide a la humanidad. Jesús lo predijo: “O conmigo o contra mí”.

  •  Daniel

La lectura del profeta Daniel nos enseña esto:

“Muchos que duermen en el polvo despertarán, unos para vida eterna y otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento y los que enseñaron a muchos la justicia como las estrellas por toda la eternidad”.

Sobre el fin del mundo hemos venido hablando y seguiremos acompañados por la liturgia hasta que comience el nuevo año con el Adviento.

  • Apocalipsis

A este título de Cristo Rey el Apocalipsis añade hoy “Testigo fiel” y “Primogénito de entre los muertos”; más aún, “Príncipe de los reyes de la tierra”.

Gracias a Jesucristo “que nos ha librado de nuestros pecados con su sangre” y nos ha hecho también a nosotros un reino para Dios, su Padre.

Qué hermoso:

Jesucristo es el Príncipe de todos los reyes y, con su muerte y resurrección, nos hace también a nosotros reyes para Dios en la eternidad.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

13 de noviembre de 2021

PERO… VENDRÁ CON GLORIA

Ahora sí, amigos todos, estamos al final del año litúrgico, domingo XXXIII del tiempo ordinario.

Nos queda la fiesta de Cristo Rey y después empieza el Adviento que la Iglesia empleará para poner a nuestra reflexión la vida de Cristo que cada año nos lleva de la espera del Mesías hasta la Parusía, venida de Cristo glorioso.

Cada año lo emplea la Iglesia para ayudarnos a imitar a Jesús, caminando a la perfección. Cada año más cerca de Él.

Hoy, en el verso aleluyático, la liturgia nos pide tomar en serio el juicio final y pedir a Dios la gracia de permanecer “en pie”, durante el juicio de Dios a toda la humanidad.

  • Daniel

Empleando un estilo apocalíptico, propio del profeta Daniel, nos habla del final de los tiempos y cómo los fieles al Señor “despertarán para la vida eterna” y los impíos, en cambio, “para ignominia perpetua”.

Que nuestra fe sincera recuerde siempre las palabras que repetimos en el Credo:

“Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos”.

Tomemos en serio nuestra fe, fiándonos de Dios.

  • Salmo 15

Nos invita a gozar en el Señor que es nuestro tesoro y nuestra herencia eterna.

Meditemos el regalo que Dios tiene para nosotros, que es Él mismo, que se ha hecho nuestro regalo eterno y nuestra heredad:

“El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad… Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.

Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas y mi carne descansa esperanzada”.

  • Carta a los hebreos

La carta vuelve a expresar la grandeza del sacerdocio de Jesucristo.

El hombre siempre se ha sentido pecador y busca toda clase de cosas para aplacar la “cólera de Dios”.

En realidad ninguna ofrenda valía para nada, porque no hay nada en este mundo limitado que pueda aplacar a Dios infinito.

Por puro amor el Verbo se hizo carne y ofreció esa “carne”, su cuerpo, como un sacrificio de valor infinito:

“Con esta sola ofrenda ha perfeccionado para siempre” a la humanidad.

Agradezcamos y participemos en lo posible en la santa misa donde encontramos esta purificación.

  • Verso aleluyático

Ya hemos aludido a él al comienzo de esta reflexión, pero es bueno que lo tengamos presente como la idea central de este domingo que, refiriéndose al fin del año litúrgico, nos invita a pensar seriamente si estamos bien preparados y “tener la fuerza para mantenernos en pie ante el Hijo del hombre”, en lo que solemos llamar el juicio final.

  • Evangelio

San Marcos nos habla en este párrafo utilizando el género apocalíptico que se nos hace
difícil entender.

Por una parte nos habla de la gran concentración de la humanidad al fin de los tiempos, como se nos enseña varias veces en distintos textos bíblicos.

Hoy se nos dice que habrá una reunión de los “elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte”.

A esta reunión le precederán grandes acontecimientos tanto en la tierra como en los astros y el sol y la luna.

De este tema nos ha hablado repetidas veces Jesús, pero nunca podremos concretar el momento porque “nadie sabe el día ni la hora”.

Llama la atención esta advertencia de Jesús que nos dice: “En cuanto al día y la hora nadie los sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo sino solo el Padre”.

Es evidente que aquí Jesús habla de su conocimiento como verdadera criatura ya que, como Dios, conoce lo mismo que el Padre y el Espíritu Santo.

En medio de este género literario nos encontramos con que Jesús parece hablar también de la destrucción de Jerusalén que San Marcos ha unido al fin del mundo:

“Os aseguro que no pasará este generación antes de que todo esto se cumpla”.

De todas maneras debemos profundizar ya que “el cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

6 de noviembre de 2021

DOS VIUDAS Y UN TESORO


Es el regalo de la liturgia para este domingo:

Una viuda de fuera de Israel y la otra en el mismísimo templo de Jerusalén.

En cuanto al tesoro, la carta a los hebreos nos habla de nuevo, en este domingo, del único y sumo sacerdote que se hizo eucaristía para enriquecernos a todos.

  • 1Reyes

Una mujer, resignada a morir de hambre, recibe el regalo del gran profeta Elías, que le dice de parte de Dios:

“La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”.

Jesús en la sinagoga de Nazaret explicará la importancia de este hecho:

“En Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón”.

Dios no tiene acepción de personas y regaló el milagro a una viuda que no pertenecía al pueblo de Dios.

  • Salmo 145

El salmista alaba a Dios porque “mantiene su fidelidad perpetuamente y hace justicia a los oprimidos…” y “sustenta al huérfano y a la viuda”.

¿Por ejemplo, la viuda de Sarepta y su hijo.

  • Carta a los hebreos

Nos invita hoy a recordar y agradecer el gran regalo de Dios entregándonos a su Hijo como sacerdote que se ofreció en sacrificio para nuestra salvación.

Como era Dios fue suficiente un único sacrificio para destruir el pecado desde el comienzo hasta el final de la historia humana.

No necesitó repetirlo por el valor infinito de su ofrenda.

La carta termina dejándonos un pensamiento profundo para nuestra meditación:

“El destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte el juicio”.

Una verdad de fe que nos explica la Iglesia a todos y que llamamos postrimerías sobre la que meditamos poco y, lo que es peor, tampoco anunciamos al evangelizar en estos días.

  • Verso aleluyático

Los que tienen espíritu de pobres, generosos y desprendidos, tendrán por recompensa el reino de Dios:

“Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”.

  • Evangelio

Mientras los ricos echaban en la alcancía del templo el dinero que les sobraba, y se quedaban pensando que Dios les debía estar muy agradecido, una pobre viuda los gana a todos entregando dos moneditas que, según Jesús, representaba lo que tenía para sobrevivir en medio de su pobreza.

Por esto dirá el Maestro como conclusión:

“Os digo que esta pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie.

Porque los demás han echado de lo que les sobra pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

De esta manera Jesús nos enseña a evangelizar observando y aplicando los hechos de la vida, como hizo en tantas ocasiones y en esta, sobre las distintas formas de dar limosna.

En este domingo treinta y dos del tiempo ordinario la liturgia nos transmite por última vez la carta a los hebreos. Los invito a meditar profundamente en la grandeza del sacerdocio de Cristo y el amor que nos ha tenido al hacerse víctima de salvación para todos nosotros.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

30 de octubre de 2021

EL PRIMERO SIEMPRE ES DIOS


Se ha echado a Dios de la sociedad. En algunos lugares se prohíbe hasta nombrarlo.

Sin embargo, los católicos debemos hablar a Dios y de Dios más que nunca.

Él tiene que ser nuestra primera devoción. Y, si no nos permiten sacar en procesión la imagen del Señor de los Milagros, llevémoslo bien alto en nuestro corazón y en nuestros labios, imitándolo, invocándolo y poniendo en práctica lo que Él nos ha pedido.

1.         Deuteronomio

Hoy nos recuerda las palabras tan famosas y repetidas:

«Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.

Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria».

Ese viene a ser el resumen de la primera parte y más importante de la ley.

Debemos examinar cada uno de nosotros hasta qué punto cumplimos este gran mandamiento que no ha quedado en el olvido, ni debe olvidarse jamás.

2.         Salmo 17

Se trata de un precioso himno de alabanza al Señor y hoy sí quisiera que todos lo meditáramos y lo tuviéramos siempre en nuestra mente y en nuestros labios:

«Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador».

Y sigue dándole a Dios otros nombres más, cada uno de los cuales supone profundidad en el amor:

«Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte… Viva el Señor, bendita sea mi roca».

Qué bonitos piropos que han brotado de un salmista que realmente amaba al Señor.

3.         Carta a los hebreos

El autor de la carta nos explica cómo ha habido multitud de sacerdotes en el Antiguo Testamento porque todos tenían que morir. En cambio, como Jesús permanece para siempre, tiene un sacerdocio que no pasa y por eso nos puede salvar definitivamente a todos, ya que Él intercede siempre por cada uno de nosotros sin necesidad de ofrecer sacrificios por sí mismo porque es eterno y santo:

«Él no necesita ofrecer sacrificios cada día (como los sumos sacerdotes que ofrecían primero por los propios pecados y después por los del pueblo) porque lo hizo de una vez para siempre ofreciéndose a sí mismo».

Esa es la grandeza de nuestro Sumo Sacerdote, Jesús, y confiando en Él, podemos presentarnos seguros y purificados ante Dios.

4.         Verso aleluyático

Publica la maravilla más grande que tenemos los cristianos: si de verdad amamos a Dios, haremos lo que a Él le gusta: cumplir sus mandatos.

Hay que tener en cuenta que estos son pedidos de Dios para nuestra felicidad y no un estorbo para ella, como piensan algunos.

El fruto de un amor así es lo más maravilloso que podríamos imaginar: «Mi Padre lo amará y vendremos a Él»; es decir, Dios presente en nuestra alma. Dios con nosotros.

5.         Evangelio

Como estamos al final del año y del tiempo ordinario la Iglesia insiste hoy, una vez más, en el mandato principal: amar a Dios.

A este amor sincero debe ir unido el del prójimo por una razón muy importante porque  Jesús dio la vida tanto por ti como por él,  ofreciéndonos por igual la vida eterna.

Esto es lo que una vez más contesta Jesús al fariseo experto en la ley que le preguntó para ponerlo a prueba:

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Y el segundo es semejante a él: Amarás al prójimo como a ti mismo».

De esta manera San Marcos repite lo que hemos leído en el libro del Deuteronomio.

Hoy se nos escapó el mes de octubre, pero que quede grabada la imagen del Señor de los Milagros en nuestro corazón recordando su preciosa imagen que nos habla del misterio trinitario y del amor más grande en Cristo crucificado.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

23 de octubre de 2021

LA ALEGRÍA DE LA ACOGIDA DE DIOS

El fin del ser humano es prepararse en la tierra, en el tiempo que Dios le conceda, para llegar a su Creador y encontrar en Él el gozo en plenitud.

En fin de cuentas Dios nos ha creado para que podamos gozar de Él en una eternidad feliz.

  • Jeremías

Nos muestra la alegría del pueblo de Dios purificado en el destierro e invita a todos los que regresan a manifestar el gozo que les ha causado el amor de Dios al permitirles regresar a su tierra: “Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos. Proclamad, alabad y decid el Señor ha salvado a su pueblo”.

Así volvía el resto de Israel después de tantos sufrimientos:

“Ellos se marcharon llorando” y Dios les promete: “los guiaré entre consuelos, los llevaré a torrentes de agua”.

Termina con la gran promesa del Señor:

“Seré un padre para Israel”.

  • Salmo 125

Es un salmo de aclamación y agradecimiento a la misericordia de Dios en el que se repite:

“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres… Nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares… Hasta los gentiles decían: el Señor ha estado grande con ellos. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.

Los versículos del salmo que hoy nos presenta la liturgia coinciden con el profeta Jeremías:

“Al ir iba llorando llevando la semilla, al volver vuelve cantando”.

Dios quiera que la Iglesia tan rechazada por los poderosos hoy, llegue a sentir el gozo y la alegría de la acogida de Dios.

  • Carta a los hebreos

Nos habla de la diferencia entre los sacerdotes, que normalmente son limitados y pecadores y tienen que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, y Jesucristo que ha sido nombrado sacerdote por el mismo Dios por su naturaleza divina.

Él como Dios que es, ofreció un sacrificio de una vez para siempre, purificando a todos los hombres:

“Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec”.

  • Verso aleluyático

En medio del gozo y la alegría aleluyática nos invita a meditar cómo a Jesucristo le debemos la luz de la vida que nos trajo con el Evangelio y el sacrificio de su vida en la cruz: “destruyó la muerte y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio”.

  • Evangelio

Nos cuenta San Marcos que al salir Jesús con los discípulos de Jericó y, acompañados de mucha gente, el ciego Bartimeo que estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna, empezó a gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí”.

Muchos lo regañaban para que callara, pero el gritaba más fuerte. Jesús se detiene y lo mandó llamar: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Él contestó: “Maestro, que pueda ver”.

Jesús le devuelve la vista y Bartimeo se junta a la multitud para acompañar al Maestro, y seguro que por todas partes iba proclamando: yo era el ciego, pero ya veo.

Qué hermoso ejemplo para todos nosotros en estos momentos en que la prensa y los grupos de poder quieren acallar la voz de Jesús y de su Iglesia.

Pedimos al Señor que amanezca la luz para este mundo y que todos podamos volver a distinguir la luz y las tinieblas y así podamos caminar con Él.

Quiero invitarles, al final de esta reflexión, a recordar nuestro amor al Señor de los Milagros.

Estamos en los días más importantes del mes de octubre y, si no nos dejan caminar junto a la imagen del Señor, caminemos en espíritu y gritemos:

¡Señor de los Milagros ven con nosotros para que contigo lleguemos a la luz!

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo